
Descubre por qué aparecen manchas blancas en los labios, sus causas más comunes, cómo tratarlas y cuándo debes consultar a un especialista.

¿Tienes que tragar saliva constantemente y no sabes por qué? Te explico todas las posibles causas (desde boca seca hasta ansiedad) y qué soluciones existen para aliviar este molesto síntoma.
Hola. Soy Alicia Martín, odontóloga, y a menudo recibo pacientes angustiados porque sienten la necesidad de tragar saliva constantemente. Antes que nada, todos producimos saliva a diario (alrededor de 1 litro por día, en promedio) y la vamos tragando de forma natural sin darnos cuenta. Sin embargo, cuando notas a cada momento que tragas saliva, es normal preocuparse. Puede resultar incómodo, distraerte de tus actividades e incluso generar miedo de que algo no anda bien en tu salud.
En este artículo te voy a explicar cuáles son las posibles causas de tener que tragar saliva con frecuencia, desde motivos físicos hasta emocionales. Veremos ejemplos comunes, te señalaré signos de alarma (para que sepas cuándo conviene buscar ayuda médica) y te daré consejos prácticos para aliviar este síntoma. Mi objetivo como profesional de la salud es que entiendas qué te ocurre y cómo podemos mejorarlo. ¡Vamos a ello!
Existen varias condiciones que pueden hacer que sientas esta molesta necesidad de deglutir todo el tiempo. Las causas van desde un exceso de saliva en la boca hasta justamente lo contrario, una boca muy seca, pasando por problemas digestivos, estrés y otros factores médicos. A continuación detallamos las causas principales:
Una de las razones más comunes es que tu cuerpo esté produciendo demasiada saliva. Tener mucha saliva acumulada provoca esa sensación de “se me llena la boca” y te obliga a tragar con frecuencia para no babear. En medicina a esta sobreproducción se le llama sialorrea o hipersalivación. Puede ser constante o temporal, y suele ser un síntoma de otra cosa, no una enfermedad en sí.
Algunas causas de hipersalivación incluyen:
Cuando hay hipersalivación, además de tragar saliva constantemente podrías notar otros síntomas asociados como babear (saliva escapando por los labios), voz húmeda o entrecortada, dificultad para hablar claramente, labios agrietados, incluso dermatitis en el mentón por la humedad constante. También podrías experimentar mal sabor o mal aliento, ya que el exceso de saliva a veces altera el equilibrio de bacterias en la boca.
Ejemplo: Piensa en cuando tienes un caramelo ácido en la boca: ¿sientes cómo generas saliva extra y debes tragar más seguido? Si constantemente tu boca produce saliva como en esa situación, entenderás por qué tienes que tragarla a cada rato.
Curiosamente, el caso opuesto —tener poca saliva— también puede hacerte tragar constantemente. Cuando sufres de boca seca (lo que llamamos xerostomía), sientes la boca pegajosa, pastosa o áspera. Esta falta de saliva puede irritar la garganta y hacer que intentes tragar para humedecerla. Muchas personas con la boca seca tragan repetidamente en un intento reflejo de lubricar la garganta, aunque no haya mucha saliva que tragar. Es más, la sensación de “nudo” en la garganta a veces se relaciona con sequedad y ansiedad, formando un círculo vicioso (lo detallaremos en la sección de ansiedad).
La sequedad bucal es bastante común, especialmente en adultos mayores. Se estima que hasta un 30% de la población puede padecer xerostomía en algún grado, siendo más frecuente en mujeres. Algunas causas típicas de boca seca incluyen:
Cuando hay poca saliva, no solo molesta al tragar o hablar —también puede traer consecuencias dentales. La saliva nos protege contra bacterias, por eso la xerostomía prolongada aumenta el riesgo de caries y enfermedad de encías, y provoca a menudo mal aliento por disminución del efecto limpiador de la saliva. Si notas que amaneces con la boca muy seca, te cuesta salivar y debes beber agua para poder tragar, es posible que esta sea la causa de tu problema.
Ejemplo: Imagina que estuviste varias horas hablando o dando una presentación; sientes la boca seca y cada palabra cuesta, tragas saliva (escasa) intentando humedecer. Así se siente la xerostomía: la necesidad de tragar es más bien por incomodidad de garganta seca que por exceso de líquido.
El reflujo ácido (también conocido como ERGE, enfermedad por reflujo gastroesofágico) es una causa frecuente y a veces sorprendente de la constante deglución de saliva. ¿Por qué? Cuando el ácido del estómago sube hacia la garganta, genera irritación y a menudo una sensación de algo atorado o ardor (agruras). Para protegerse, nuestras glándulas salivales pueden responder produciendo más saliva de lo normal – un fenómeno reflejo llamado hipersalivación refleja o water brash. Como resultado, la persona con reflujo nota sabor amargo o ácido en la boca, exceso de saliva repentina y tiene que tragarla para aliviar el ardor. Tragar saliva neutraliza momentáneamente el ácido, por eso el cuerpo lo provoca.
Además, el reflujo crónico puede causar esofagitis (inflamación del esófago) y a veces una sensación persistente de nudo en la garganta o dificultad para tragar, conocida como globo faríngeo o globus. Aunque técnicamente no haya nada atorado, el paciente siente molestia y está trague y trague saliva intentando quitarla. Es un círculo vicioso: el estrés que causa la sensación de globo puede secar la boca, uno traga para alivianar la sequedad, puede inflamar más la mucosa… y sigue la sensación.
Otras afecciones esofágicas pueden dar síntomas parecidos. Por ejemplo, si hay disfagia (dificultad para tragar alimentos, quizá por una estenosis o estrechez del esófago), la persona puede tragar saliva repetidas veces porque nota algo raro al deglutir. O en casos raros, la acalasia (un trastorno esofágico) u otros problemas hacen que la saliva no pase bien al estómago y se acumule.
Si además de tragar saliva frecuentemente tienes acidez, ardor de garganta, regurgitaciones ácidas o sensación de bola en la garganta, la causa podría estar en tu sistema digestivo (reflujo).
Ejemplo: María suele tragar saliva a cada rato y siente la boca amarga, sobre todo tras las comidas copiosas o al acostarse. También nota un ligero ardor en el pecho por las noches. En su caso, el médico diagnosticó reflujo gastroesofágico: el ácido le causaba hipersalivación refleja. Tras cambiar su dieta y medicarse, tanto el ardor como la salivación excesiva mejoraron.
Ansiedad, estrés y factores psicológicos
El estado emocional juega un papel importante en muchos procesos corporales, ¡incluyendo la saliva! La ansiedad puede provocar en algunas personas cambios en la producción de saliva y sensaciones corporales aumentadas. Me he encontrado con pacientes que, al ponerse nerviosos, notan la boca seca mientras que otros refieren lo contrario: “siento mucha saliva y no puedo tragarla rápido”. Cada cuerpo responde distinto al estrés.
Lo que es muy común es que la ansiedad genere una especie de hiperconciencia de actos involuntarios. Por ejemplo, normalmente tragamos saliva sin pensarlo, pero si por ansiedad te fijas demasiado en tu respiración o deglución, empiezas a sentir que algo no funciona y terminas tragando aún más. Es similar a cuando te concentras en tu respiración: puede volverse entrecortada o incómoda por ese mismo exceso de control. Con la saliva, cuanto más piensas en ella, más ganas de tragar tienes.
Además, la ansiedad y el estrés sostenido activan el sistema nervioso de forma que pueden aparecer síntomas físicos: sequedad bucal (muy frecuente en ataques de pánico), o a veces nauseas y acidez que conllevan salivación refleja. Incluso hay un fenómeno llamado globus hystericus (globo por ansiedad) referido a esa sensación de nudo en la garganta que aparece solo por estrés, después de descartar causas orgánicas. En este caso, la persona puede pasar el día trague y trague saliva tratando de “deshacer” ese nudo imaginario.
La intención de tragar constantemente puede volverse un hábito nervioso. Algunas personas bajo estrés desarrollan manías como toser, carraspear o tragar repetitivamente sin necesidad fisiológica real, simplemente por descarga nerviosa. Por supuesto, esto a su vez puede irritar la garganta y agravar la sensación de molestia.
Ejemplo: Juan empezó a “sentir su saliva” durante un periodo de mucho estrés laboral. Notaba cada deglución y cuanto más lo pensaba, más saliva parecía tener en la boca. Llegó a agobiarse por miedo a ahogarse con su propia saliva. Tras consultar y descubrir que físicamente estaba bien, comprendió que era ansiedad. Inició terapia psicológica y técnicas de relajación, y poco a poco dejó de obsesionarse con la saliva — ahora traga normalmente sin notarlo.
Medicamentos y otras sustancias
Como comentamos antes, muchos medicamentos pueden alterar la producción de saliva. La mayoría tienden a resecar la boca (causando xerostomía), pero algunos fármacos también pueden producir sialorrea en ciertos pacientes. Por ejemplo:
Si empezaste a notar la necesidad de tragar saliva tras iniciar un medicamento nuevo, revisa ese posible vínculo. En muchos casos, ajustar la dosis o cambiar de fármaco (bajo indicación médica) resuelve el problema. Y si consumes tabaco o cafeína en exceso, considera que podrían estar contribuyendo a esa sensación incómoda.
Por completitud, mencionemos otras causas menos comunes que podrían explicar una deglución constante:
Como ves, son muchas las posibles causas. ¿Cómo saber cuál es tu caso? Fíjate en tus otros síntomas acompañantes: ¿Tienes la boca muy seca o más bien empapada? ¿Notas sabor ácido, dolor de garganta, o solo es la conciencia de tragar? ¿Estás bajo estrés? ¿Tomas algún medicamento? Responder estas preguntas puede orientarte. En cualquier caso, no te alarmes; en la siguiente sección te indicaré qué signos deben preocuparte de verdad y cuándo conviene buscar ayuda profesional.
Tragar saliva constantemente suele tener solución y no representar algo grave, pero a veces puede ser señal de un problema de salud que requiera atención. ¿Cuándo consultar al médico o dentista? Te recomiendo hacerlo si:
En resumen, consulta al médico si sospechas una causa subyacente seria o si el síntoma es muy molesto y persistente. Un chequeo permitirá descartar problemas mayores. En muchos casos resultará que todo está bien orgánicamente, y solo con saber eso tu tranquilidad aumentará (lo que a su vez puede reducir la ansiedad y mejorar el síntoma).
Recuerda: tragarse la saliva en sí no es dañino – de hecho, la tragamos constantemente toda la vida. Pero si algo cambia en tu cuerpo que te hace notarlo y sufrirlo, vale la pena investigarlo.
¿Qué puedes hacer para aliviar esta molesta sensación? Aquí te brindo consejos prácticos y opciones de tratamiento según la causa, tal como le recomendaría a un paciente en consulta:
Aborda el problema desde la raíz. Muchos pacientes me preguntan “¿Hay alguna pastilla para no tragar saliva?” Más que una pastilla mágica, lo que funciona es entender por qué te pasa y tratar eso: si es ansiedad, trabajarla; si es reflujo, controlarlo; si es algo en la boca, solucionarlo. Mientras tanto, sigue estos consejos generales: hidrátate bien, cuida tu boca, evita extremos (muy ácido, muy dulce, alcohol) y mantén la calma. Con el enfoque adecuado, se puede superar este síntoma y volver a la normalidad de tragar saliva sin siquiera notarlo.
Tragar saliva muy seguido en sí no te enfermará, ya que la saliva es un fluido natural y normalmente la estamos ingiriendo todo el tiempo. No es dañino tragar tu propia saliva, pero sí puede ser malo en sentido de calidad de vida. Si estás tragando saliva constantemente por algún problema (sea ansiedad, reflujo, etc.), podrías tener efectos secundarios: irritación de garganta, fatiga muscular mandibular por forzar el acto de tragar, o incluso problemas de sueño si te despiertas a mitad de la noche por esa necesidad. Además, la causa subyacente (por ejemplo reflujo, boca seca) si no se atiende podría provocarte otras complicaciones: el reflujo puede lesionar el esófago, la boca seca causar caries, etc. Así que tragar mucho no te causará daño directo, pero es importante encontrar la causa y resolverla para que estos efectos colaterales no te afecten.
Parece contradictorio, pero a veces no es tan obvio distinguirlo cuando solo notas que tragas mucho. Algunas pistas: si sientes la boca llena o incluso babeas en la almohada al dormir, probablemente tienes hipersalivación. Si al hablar notas saliva acumulada en comisuras o te ahogas ligeramente con líquidos, también indica exceso. En cambio, si sientes la boca pegajosa, pastosa o con ardor y tragas para intentar aliviarlo, seguramente tienes sequedad bucal. Puedes mirarte al espejo debajo de la lengua: ¿ves saliva brillante acumulada? Si hay muy poca humedad y la lengua se ve seca o blanca, es xerostomía. También fíjate en los síntomas acompañantes: labios secos, sed y mal aliento apuntan a boca seca; saliva acuosa abundante y goteo apuntan a exceso. A veces por la mañana tenemos la boca seca (por dormir con la boca abierta), pero en el día tenemos exceso – en tal caso podrías tener ambos en distintos momentos.
Sí, definitivamente. La ansiedad tiene dos efectos posibles: en algunos provoca sequedad (boca seca del nerviosismo) y en otros, paradójicamente, hipersalivación (hay personas que al ponerse ansiosas sienten más saliva o más necesidad de deglutir, como respuesta vagal). Además, la ansiedad nos vuelve más conscientes de funciones automáticas, como explicamos. Muchos pacientes con ansiedad describen este síntoma. No significa que “estés inventando” la sensación; es real, pero está originada en tu estado de nervios. La buena noticia es que al tratar la ansiedad (terapia, técnicas de manejo del estrés, e incluso medicación breve si se requiere), disminuye o desaparece esa necesidad de tragar constante.
Si tienes la boca seca, te ayudará consumir agua frecuentemente y bebidas sin cafeína ni alcohol (por ejemplo infusiones de hierbas, agua con un chorrito de limón suave – el limón estimula algo de saliva pero diluido no irrita). Chupar cubitos de hielo puede aliviar momentáneamente la sequedad o el ardor de garganta. También puedes incorporar alimentos ligeramente ácidos o crujientes que fomentan saliva (una rodaja de naranja, manzana, o masticar apio) si tu problema es poca saliva. Por el contrario, si tienes exceso de saliva, intenta evitar esos desencadenantes ácidos. Puedes consumir alimentos astringentes que tienden a secar un poco la boca de forma natural, como el té negro (sin exceso), tostadas secas o guayaba. En general, mantén una dieta equilibrada: los extremos de azúcar o condimentos fuertes pueden empeorar la saliva tanto por exceso de bacterias (más saliva para limpieza) como por irritación gástrica (más reflujo). Y algo muy importante para reflujo: cena ligero, evita chocolate, menta, picante y alcohol en la noche, y no te acuestes inmediatamente después de comer.
Depende de la causa sospechada:
En muchos casos, puede hacer falta un enfoque multidisciplinario. Te lo digo por experiencia: a veces colaboro con médicos internistas y psicólogos para ayudar a un paciente a resolver su queja de salivación. Por ejemplo, mientras el psicólogo trabaja la ansiedad, yo como odontóloga le ayudo con un barniz para proteger sus dientes de la boca seca y un colutorio, y el médico evalúa su reflujo. No te desanimes, entre todos encontramos la solución adecuada.
En la gran mayoría de los casos tiene solución o al menos un buen control. Si la causa es transitoria (un medicamento, un cuadro de estrés, el embarazo), lo más probable es que al cabo de un tiempo el síntoma desaparezca por completo. Por ejemplo, mujeres embarazadas con sialorrea suelen mejorar después del primer trimestre o tras el parto. Personas con ansiedad pueden superar esa etapa y ya no experimentar salivación excesiva. Incluso causas crónicas se pueden manejar: un paciente con Parkinson puede llevar una vida casi normal usando sus medicamentos y, si es necesario, aplicando botox periódicamente en las glándulas salivales para controlar el babeo. La clave está en tratar la causa de fondo y ser constante con las recomendaciones médicas. Puede que tardes unas semanas en notar cambios (por ejemplo, la terapia para ansiedad no es inmediata, o sanar una esofagitis lleva su tiempo), pero mejorarás. Ten paciencia y ve ajustando junto a tu médico lo que funcione mejor en tu caso.
En conclusión, no estás condenado/a a tragar saliva constantemente para siempre. Entendiendo por qué sucede y siguiendo un plan de abordaje (ya sea hidratarte más, cambiar hábitos, medicación, terapia, etc.), lo normal es que el síntoma disminuya o desaparezca. Y mientras tanto, recuerda que tu saliva es tu amiga: está ahí para protegerte, no para molestarte. Con los cuidados adecuados, recuperarás el control y ni te acordarás de ella salvo cuando sea hora de disfrutar de una buena comida. ¡Ánimo!
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