
¿Te duele una muela que fue empastada hace años? Te explico por qué un empaste antiguo puede causar dolor, qué soluciones existen y cuándo debes acudir urgentemente al dentista.

¿Tienes un diente que se está poniendo negro? Descubre causas, síntomas y tratamientos para recuperar una sonrisa blanca y saludable.
Como odontólogo, a menudo veo pacientes preocupados porque un diente se les ha puesto negro o notan manchas oscuras en los dientes. Entiendo que ver dientes negros u oscurecidos puede ser alarmante. En este artículo te explicaré qué hay detrás de lo que muchos llaman la “enfermedad de los dientes que los pone negro”, cuáles son sus causas más comunes – desde caries avanzadas hasta necrosis pulpar – y, lo más importante, cómo prevenir y tratar este problema. Mi objetivo es resolver todas tus dudas para que sepas exactamente qué hacer si notas un diente oscurecido y cómo mantener tu sonrisa sana y blanca.
Existen diversas razones por las que un diente puede oscurecerse hasta verse negro. En general, las causas se dividen en extrínsecas (manchas superficiales externas en el esmalte) e intrínsecas (problemas internos del diente que cambian su color desde dentro). A continuación, detallo las causas más frecuentes del oscurecimiento dental:
Una caries dental (cavidad) es una infección causada por bacterias que destruyen el esmalte y la dentina del diente. Cuando la caries está en etapas iniciales, puede verse como una mancha blanquecina o marrón; pero si progresa lo suficiente, la zona afectada adquiere un color marrón oscuro o negro. Es común observar un agujero negro en el diente cuando la caries es muy profunda. De hecho, la caries dental no tratada es la enfermedad crónica más común en el mundo (se estima que afecta a cerca de 2.500 millones de personas según la OMS), por lo que no es raro que cause estragos en la dentición si no se atiende a tiempo.
¿Por qué una caries produce dientes negros? Básicamente, al destruir el esmalte (que normalmente es blanco) se expone la dentina, que es más oscura. Además, la descomposición del tejido dental crea pigmentos y zonas necrosadas de color negro. Un diente con caries avanzada puede presentar dolor al comer, sensibilidad dental e incluso un absceso si la infección alcanza el nervio. Es vital tratar las caries temprano para que no lleguen a este estado. Si sospechas que tienes una caries de color oscuro, acude al odontólogo para un diagnóstico; recuerda que una caries dental (incluso pequeña) no desaparece por sí sola y continuará avanzando si no se trata adecuadamente.
La necrosis pulpar ocurre cuando el tejido pulpar (el “nervio” del diente, que contiene nervios y vasos sanguíneos) muere. Al perder vitalidad, la pulpa deja de aportar sangre al diente y este comienza a cambiar de color, volviéndose primero grisáceo y luego, con el tiempo, un diente muerto puede volverse negro. Esta es una de las principales causas de un diente negro en adultos.
Varias situaciones pueden llevar a una necrosis pulpar: una caries muy profunda que infecta el nervio, un trauma severo, o incluso una fractura dental que expone la pulpa. Cuando el nervio muere, a veces el paciente nota que el dolor intenso que tenía (por ejemplo, debido a pulpitis) desaparece súbitamente – lo cual puede parecer un alivio, pero en realidad es mala señal, porque significa que el diente ha perdido sensibilidad por completo. Un diente con necrosis pulpar no siempre duele, pero puede desarrollar infección en el ápice (extremo de la raíz), formando un granuloma o quiste, e incluso un flemón en la encía. En cuanto al aspecto, el diente afectado suele verse más oscuro que los demás, con un tono opaco, marrón oscuro o negro.
La necrosis pulpar no tiene solución en casa: si notas que un diente se ha oscurecido tras un golpe o una caries extensa, es probable que necesite tratamiento profesional (habitualmente una endodoncia, de la que hablaremos en la sección de tratamiento). Ignorar un diente necrótico puede llevar a la pérdida de la pieza o a infecciones más serias, así que requiere atención odontológica lo antes posible.
Un traumatismo dental (por ejemplo, al caer o recibir un impacto practicando deporte) puede dañar seriamente la pieza afectada. Incluso si el diente no se rompe, el golpe puede lesionar los vasos sanguíneos de la pulpa o el ligamento periodontal. Esto puede tener dos desenlaces: en algunos casos el diente reacciona formando dentína reparativa y se vuelve de un color más amarillo (por calcificación pulpar); en otros casos, el tejido pulpar no sobrevive al traumatismo, ocurre una necrosis y el diente se va oscureciendo gradualmente.
Cuando un diente se pone negro por un golpe, suele ser indicio de necrosis pulpar interna. A veces, tras el golpe el diente puede lucir rosado o marrón inicialmente (por sangrado dentro de la cámara pulpar) y con los meses volverse negro. Además del cambio de color, un traumatismo fuerte puede generar dolor al morder, y si hay fractura interna puede aparecer movilidad en el diente. En niños es bastante frecuente que, después de un golpe en un diente de leche, este se oscurezca al cabo de un tiempo. No debemos ignorar un diente oscuro tras un golpe, ya que puede haber infección latente; es importante acudir al odontólogo para evaluar si el diente está vivo o si necesita tratamiento.
El sarro dental es placa bacteriana calcificada que se adhiere fuertemente a los dientes. Inicialmente, el sarro suele ser de color amarillo claro o beige; sin embargo, cuando el sarro se acumula debajo de las encías (sarro subgingival) puede tomar un color marrón oscuro, verde oscuro o negro. Este sarro negro se forma porque debajo de la encía el sarro entra en contacto con sangre y otros componentes (como el líquido crevicular de las encías), que le aportan pigmentos oscuros. El resultado es una antiestética línea negra o manchas negruzcas en la base del diente, cerca de la encía.
La presencia de sarro negro indica que ha habido higiene oral deficiente por un tiempo prolongado, permitiendo que la placa se endurezca. Suele asociarse con problemas de encías: es común en personas con gingivitis o periodontitis (infecciones de las encías) que sangran; la sangre se incorpora al cálculo dental y lo ennegrece. A diferencia de las manchas por caries o necrosis (que afectan la estructura del diente), el sarro negro es un depósito externo: el diente en sí no está muerto, pero está “cubierto” por esta capa oscura. Los síntomas pueden incluir mal aliento persistente, encías enrojecidas o que sangran al cepillarse, y una superficie dental rugosa al tacto.
Es importante señalar que el sarro, una vez formado, no se puede eliminar con el cepillado normal. Ni el mejor cepillo ni enjuague removerán el cálculo duro; se requiere una limpieza dental profesional (profilaxis) para quitarlo. Si notas manchas negras en la base de tus dientes que no se desprenden con la higiene habitual, probablemente se trate de sarro y debes acudir a una limpieza con tu dentista o higienista dental. Mantener una buena higiene oral (cepillado correcto y uso de hilo dental) es clave para prevenir esta acumulación de sarro.
No siempre un diente negro significa que esté enfermo por caries o necrosis; a veces se debe simplemente a manchas externas en el esmalte causadas por lo que comemos, bebemos o nuestros hábitos. Ciertos alimentos y bebidas con pigmentos intensos pueden teñir gradualmente los dientes si se consumen con frecuencia. Por ejemplo, el café, el té negro, el vino tinto, los refrescos de cola, los arándanos, salsa de soja, curry y otros condimentos pueden dejar manchas oscuras en los dientes con el tiempo. Al inicio son tinciones amarillentas o marrones, pero si no se realizan limpiezas dentales periódicas, pueden volverse más oscuras.
El tabaco es otro gran villano de la coloración dental. Fumar cigarrillos o usar tabaco de mascar expone los dientes a la nicotina y al alquitrán, sustancias que producen manchas amarillo-marrones muy tenaces. En fumadores de muchos años, los dientes pueden volverse de un color marrón oscuro tirando a negro. Estas manchas suelen afectar uniformemente múltiples piezas y no causan dolor (son estéticas), pero sí pueden ser difíciles de remover.
Otros factores externos que pueden causar manchas negras incluyen algunos enjuagues bucales medicados (por ejemplo, los colutorios de clorhexidina usados por tiempo prolongado pueden oscurecer el esmalte) y los suplementos de hierro líquidos (a menudo administrados a niños o embarazadas), los cuales pueden dejar manchas negro-verdosas en la superficie dental. Incluso ciertas bacterias cromógenas en la boca de los niños pueden generar una línea negra en la unión de la encía con el diente (es una condición benigna conocida como “black stain” del niño, y suele ocurrir a pesar de tener buena higiene, afortunadamente es más estética que patológica).
Las manchas extrínsecas son depósitos de pigmento en el esmalte. Por sí solas no debilitan el diente ni provocan dolor, pero afean la sonrisa. La buena noticia es que este tipo de manchas se pueden prevenir y tratar fácilmente: una limpieza dental profesional y procedimientos de blanqueamiento dental pueden devolver el color original. Más adelante explicaremos cómo quitar estas manchas negras externas mediante tratamientos estéticos.
Otra causa de que un diente luzca negro puede no ser una enfermedad actual, sino el resultado de tratamientos dentales previos. Por ejemplo, los empastes de amalgama (aquellos empastes metálicos de color plata que se usaban mucho antiguamente) pueden con el tiempo pigmentar la estructura dental circundante de gris oscuro o negro. La amalgama contiene plata y otros metales que, tras años, generan sulfuro de plata, oscureciendo la dentina del diente obturado. Así, es posible que observes un molar con un empaste viejo que se ve ennegrecido alrededor.
Asimismo, un empaste en mal estado o filtrado puede causar decoloración. Si una restauración (ya sea amalgama o resina compuesta) tiene filtraciones, puede acumular tinciones en sus bordes. En algunos casos, las manchas negras que ves podrían estar en el material del empaste viejo y no en el diente en sí. También las coronas dentales antiguas con base metálica pueden dejar un halo oscuro en la encía o un aspecto grisáceo en el diente si la porcelana externa se desgasta.
La solución para estos casos suele ser renovar la restauración: reemplazar el empaste deteriorado por uno nuevo de resina del color del diente, o cambiar esa corona metálica antigua por una corona libre de metal. Si notas una mancha negra localizada en un diente con un empaste viejo, consulta con tu dentista; probablemente no sea caries activa sino pigmentación del material, pero conviene evaluarlo y considerar un cambio por estética y para asegurar un buen sellado del diente.
La fluorosis dental es una alteración en el esmalte causada por una ingesta excesiva de flúor durante la formación de los dientes (es decir, en la infancia, cuando se están formando los dientes permanentes dentro del hueso). Un poco de flúor es beneficioso para prevenir caries, pero demasiado puede alterar el desarrollo del esmalte. En casos leves, la fluorosis causa apenas estrías o manchitas blancas; en casos moderados, manchas amarillas o marrones; y en casos severos, el esmalte presenta áreas marrón oscuro o casi negras, con una apariencia moteada y áspera.
Las personas con fluorosis severa tendrán varios dientes con esas manchas oscuras desde que erupcionan. No es que el diente se haya “muerto”, sino que nació ya con ese esmalte manchado y débil. Esta condición suele darse en zonas donde el agua tiene concentraciones muy altas de flúor natural, o en niños que ingirieron suplementos de flúor sin necesitarlos o grandes cantidades de pasta dental con flúor mientras sus dientes se formaban. Aunque la fluorosis no es una enfermedad infecciosa, afecta la estética y puede predisponer a caries (porque el esmalte es más poroso).
La fluorosis es otra posible explicación a dientes de color oscuro casi negro, sobre todo si se presenta de forma simétrica en varios dientes. Su manejo es principalmente estético (veremos en tratamientos cómo se puede mejorar el color de estos dientes, por ejemplo con carillas). La prevención pasa por controlar la ingesta de flúor en la infancia.
Algunos medicamentos pueden causar coloraciones intrínsecas en los dientes en formación. El caso clásico es el de los antibióticos tetraciclinas: si una mujer embarazada o un niño pequeño (con dientes aún desarrollándose) toma tetraciclina, este fármaco se incorpora al diente en desarrollo y luego, al erupcionar, esos dientes presentan una coloración gris oscura o marrón que puede ser muy intensa. Los dientes manchados por tetraciclina pueden verse prácticamente negros en casos severos. Hoy en día los dentistas sabemos evitar recetar tetraciclinas a niños o embarazadas por este motivo, pero quedan adultos que de niños las tomaron y tienen esa secuela estética.
Otros medicamentos como la minociclina (un antibiótico derivado de la tetraciclina) pueden pigmentar los dientes ya erupcionados en adultos con tratamientos prolongados (por ejemplo, para el acné resistente). Además, determinadas enfermedades metabólicas muy raras o trastornos genéticos del esmalte/dentina (como la amelogénesis imperfecta o dentinogénesis imperfecta en ciertas formas) pueden hacer que los dientes salgan con colores anómalos, incluyendo tonos marrones oscuros. Sin embargo, estas causas son poco frecuentes comparadas con las anteriores.
En resumen, casi siempre un diente negro se explica por caries, muerte pulpar, manchas de sarro o hábitos (tabaco, café) más que por enfermedades raras. Pero es bueno conocer que existen otras posibles causas en casos particulares.
¿Cómo saber si un diente negro o manchado indica un problema serio? El principal signo, por supuesto, es el cambio de color visible. Un diente que pasa de su color blanco natural a un tono marrón grisáceo o negro es motivo de atención. Este oscurecimiento puede presentarse de diferentes formas:
En cualquier caso, un cambio de color notable en un diente es ya un síntoma suficiente para buscar ayuda profesional, haya o no dolor. Muchas personas se confían si no sienten dolor, pero la ausencia de dolor no significa que todo esté bien – por ejemplo, un diente necrótico puede no doler pero estar infectado. La mejor “señal de alarma” es tu propia observación: si al mirarte al espejo notas un diente más oscuro o negro, diferente al resto, no lo dejes pasar.
La buena noticia es que muchas de las causas de dientes negros son prevenibles con hábitos adecuados de higiene oral y cuidado dental. Aquí van algunos consejos de prevención:
Si ya tienes un diente oscurecido o con manchas negras, no todo está perdido. Actualmente existen tratamientos dentales muy efectivos para restaurar tanto la salud como la estética de esos dientes. La elección del tratamiento dependerá de la causa subyacente del oscurecimiento y de la severidad del daño. Veamos las opciones principales:
Cuando el problema es superficial – por ejemplo, sarro negro o manchas por tabaco, café u otros agentes externos – el tratamiento inicial es una profilaxis dental realizada en la clínica. El dentista o higienista utilizará instrumentos especiales (curetas, ultrasonidos) para eliminar el sarro adherido a los dientes. En el caso del sarro negro subgingival, pueden ser necesarias herramientas de ultrasonido y raspadores manuales que accedan por debajo de la encía para remover completamente esos depósitos oscuros. Tras retirar el sarro, se pulen las superficies dentales para quitar las manchas restantes en el esmalte (por ejemplo, las causadas por el tabaco o alimentos). Este pulido deja los dientes más lisos y brillantes, y además dificulta que la placa bacteriana se vuelva a adherir.
Si las manchas extrínsecas son muy resistentes o extensas, otro paso posible es realizar un blanqueamiento dental. El blanqueamiento es un procedimiento estético en el que se aplica un gel con peróxido que aclara el color de los dientes. Puede hacerse en el consultorio (con mayor concentración y luz LED) o con férulas en casa bajo supervisión profesional. El blanqueamiento externo ayuda a remover pigmentaciones amarillas o marrones profundas del esmalte, devolviendo un tono más uniforme. Por ejemplo, en un fumador se puede combinar la limpieza para quitar el sarro con un blanqueamiento para eliminar ese tono general amarillento de los dientes.
Nota: El blanqueamiento actúa sobre manchas extrínsecas y ligeramente intrínsecas, pero no cambia el color de una caries ni revive un diente necrótico. Por eso, primero hay que solucionar cualquier patología (caries, necrosis) antes de pensar en blanqueamientos puramente estéticos.
Para manchas externas: limpieza + pulido + blanqueamiento cosmético suelen ser suficientes. Después de esto, el paciente notará sus dientes más claros y libres de esas antiestéticas manchas negras superficiales.
Si el oscurecimiento se debe a una caries localizada, el tratamiento es remover el tejido cariado y restaurar el diente con un empaste del color del diente. En la consulta, el dentista utilizará fresas para limpiar la zona negra (que corresponde a dentina desmineralizada/infectada). Una vez eliminada la caries, quedará una cavidad que se rellena con un material restaurador – típicamente resina compuesta del tono blanco. Al terminar, el diente recupera su forma y color normales, y lo más importante, queda sellado para que no entren más bacterias. Este procedimiento es rápido y se realiza con anestesia local para que no sientas ninguna molestia.
En caries superficiales, solo con el empaste basta. Si la caries negra era muy extensa pero no afectó la pulpa, también se puede reconstruir el diente con resina o incluso colocar una incrustación (una pieza hecha a medida para reemplazar la estructura perdida, útil en cavidades grandes). Lo esencial es quitar todo el tejido ennegrecido infectado, porque de lo contrario la caries puede seguir avanzando debajo del empaste.
Por otro lado, si la causa fue una pequeña fractura o fisura que oscureció parte del diente (por entrada de pigmentos), también se puede solucionar con resinas compuestas: se pule la zona y se rellena o recubre con material estético, devolviendo el color uniforme.
Cuando tenemos un diente negro por necrosis pulpar o por una caries tan profunda que alcanzó el nervio, el tratamiento indicado es la endodoncia, comúnmente llamada “tratamiento de conducto” o desvitalización. Este procedimiento consiste en acceder al interior del diente, retirar la pulpa muerta o infectada, desinfectar muy bien los conductos radiculares y luego sellarlos con un material especial. En otras palabras, se elimina el tejido nervioso que ya no sirve (o está infectado) y se rellena el espacio con un material inerte. De esta forma, se evita que queden bacterias dentro y el diente, aunque esté desvitalizado, puede mantenerse en boca cumpliendo su función.
Tras realizar la endodoncia, el dentista normalmente reconstruirá la corona del diente. Dependiendo de cuánto tejido haya perdido (por caries o fractura), puede requerir una reconstrucción simple con resina o una corona dental completa que cubra el diente (sobre todo en molares o dientes muy debilitados, para evitar que se fracturen). Es habitual que un diente endodonciado quede un poco más oscuro que los demás con el tiempo, incluso después del tratamiento, debido a que al no tener pulpa tiende a deshidratarse y opacarse. Pero esto se puede mejorar con técnicas adicionales como el blanqueamiento interno.
El blanqueamiento interno se realiza colocando agentes blanqueadores dentro del diente endodonciado por unos días, aclarando la dentina oscura desde adentro. Es útil en casos donde, tras una endodoncia exitosa, el diente sigue negro y afecta la estética (por ejemplo, un incisivo frontal oscuro). En combinación la endodoncia (que soluciona el problema de salud) y el blanqueamiento interno (que soluciona el color), se logra salvar el diente y recuperar su apariencia blanca.
En resumen, si el nervio murió, la endodoncia es la mejor forma de salvar el diente negro. Evita tener que extraerlo y elimina la infección, al mismo tiempo que permite mejorar la coloración posteriormente.
Para casos en que, a pesar de los tratamientos anteriores, el diente aún no recobra un color aceptable o tiene defectos estéticos, existen soluciones protésicas como las carillas o coronas de porcelana. Las carillas dentales son láminas delgadas de porcelana o composite que se pegan sobre la cara frontal del diente, cubriendo cualquier mancha o irregularidad. Se suelen usar cuando el diente está estructuralmente sano o ya tratado (por ejemplo, un diente endodonciado que quedó oscuro pero intacto en forma). Con una carilla, el diente negro puede lucir blanco nuevamente sin necesidad de blanquearlo continuamente. Es una solución muy estética y mínimamente invasiva en dientes anteriores.
Las coronas (fundas) cubren todo el diente, y se utilizan cuando hay un daño extenso. Por ejemplo, en un molar que estaba casi destruido por caries negra, tras la endodoncia quizá lo mejor sea colocar una corona que devuelva la forma y color, y proteja el diente a largo plazo. Hoy en día las coronas de porcelana pura o de zirconio ofrecen una estética excelente, sin bordes oscuros.
Tanto carillas como coronas se hacen a medida, igualando el color al resto de tus dientes. Son especialmente útiles para manchas intrínsecas generalizadas, como en casos de fluorosis severa o tinción por tetraciclina, donde los dientes de por sí nacieron manchados y los blanqueamientos tienen un efecto limitado. Con carillas se puede escoger un tono uniforme y conseguir la sonrisa blanca deseada.
Estos tratamientos pertenecen al campo de la estética dental, y si bien tienen un costo mayor que un empaste normal, pueden ser la solución definitiva para dientes que quedaron oscurecidos y antiestéticos. Tu dentista evaluará si tu caso requiere una carilla, una corona o si basta con las técnicas de blanqueamiento.
En situaciones extremas, puede que no sea posible salvar el diente oscurecido. Esto ocurre si el diente está muy dañado: por ejemplo, una caries negra tan extensa que rompió la corona hasta debajo de la encía, o un traumatismo que fracturó la raíz del diente en dos. También si un absceso crónico ha destruido el hueso de soporte. En estos casos, lamentablemente la extracción dental puede ser la única opción viable para eliminar la infección y el foco del problema.
La extracción de un diente se realiza con anestesia local, y posteriormente el dentista te recomendará opciones para reemplazar esa pieza ausente. Dejar el hueco sin diente no es lo ideal, especialmente si es un diente frontal (por estética) o un molar (por función al masticar). Las alternativas de reemplazo incluyen los implantes dentales (un tornillo de titanio que hace de raíz artificial, sobre el cual se coloca un diente protésico) o puentes dentales fijo, e incluso prótesis removibles en algunos casos. Un implante dental es la solución más cercana a un diente natural en cuanto a estética y funcionalidad, y evitará que los dientes vecinos se desplacen o que se pierda el hueso maxilar en la zona.
Es importante recalcar que la extracción es el último recurso. Siempre que el diente pueda salvarse con un tratamiento de conducto u otro procedimiento, se intentará conservarlo. Sin embargo, cuando mantener el diente negro supone un riesgo para la salud bucal (infecciones recurrentes, dolor, etc.), sacarlo y sustituirlo adecuadamente devolverá la salud a tu boca. Tras un reemplazo exitoso, volverás a tener un diente de aspecto natural en ese espacio.
En conclusión, el tratamiento para un diente negro dependerá de la causa: puede ir desde una simple limpieza o empaste, hasta una endodoncia con corona, o en casos extremos la extracción. La odontología moderna ofrece muchas opciones para que ningún paciente tenga que resignarse a “vivir con un diente negro”. Lo fundamental es acudir al dentista tan pronto notes el problema; cuanto antes se aborde, más conservador y sencillo podrá ser el tratamiento. Con la terapia adecuada, es posible recuperar el color blanco de tus dientes y, sobre todo, su salud.
Los dientes pueden volverse negros por varias razones. Las causas más comunes son las caries avanzadas (que destruyen el esmalte y pigmentan el diente de oscuro), la necrosis del nervio dental (un diente “muerto” tras un golpe o infección que se oscurece con el tiempo) y la acumulación de sarro negro bajo las encías. También influyen las manchas por tabaco, café u otros alimentos con mucho pigmento, que con los años pueden ennegrecer la superficie dental. En algunos casos, restauraciones antiguas (empastes metálicos) o condiciones como fluorosis pueden dar un tono oscuro. En resumen, desde problemas de higiene y caries hasta lesiones internas del diente, hay múltiples desencadenantes para el oscurecimiento dental.
¡En muchos casos se puede salvar! Un diente negro no siempre implica extracción. Si la causa es una caries, se puede limpiar y hacer un empaste; si el nervio está muerto (necrosis), generalmente se puede realizar una endodoncia para conservar la raíz y luego restaurar el diente. Solo se recurre a la extracción cuando el diente está irremediablemente dañado (por ejemplo, fractura de raíz, destrucción masiva o infección que no se puede controlar). La mayoría de dientes oscurecidos por caries o trauma pueden salvarse con tratamiento oportuno. Tu dentista evaluará la viabilidad, pero la filosofía actual es intentar conservar el diente natural siempre que sea posible mediante tratamientos adecuados.
Si las manchas negras son extrínsecas (es decir, superficiales, causadas por alimentos, bebidas o tabaco), la forma más rápida de quitarlas es acudiendo a una limpieza dental profesional. En una sola sesión, el dentista/higienista raspará el sarro y pulirá el esmalte, removiendo la mayoría de manchas. Para un resultado más brillante, se puede hacer también un blanqueamiento dental que aclarará el esmalte. En casa, desgraciadamente, las manchas negras difíciles no suelen salir solo con cepillado; puedes mejorar algo usando pastas dentales blanqueadoras o pulidoras, pero deben usarse con cuidado y su efecto es limitado comparado con una limpieza en clínica. Lo ideal: agenda una limpieza, y luego mantén buenos hábitos de higiene para que las manchas no reaparezcan.
Lo primero es no entrar en pánico, pero sí llevarlo al odontopediatra pronto. En los niños, un diente de leche se puede poner negro por dos razones principales: caries rampantes (muy comunes en la infancia si hay mala higiene o abuso de azúcares, como en la caries del biberón) o por un golpe que dañó el nervio del diente de leche. El dentista evaluará cuál es la causa. Si es caries, necesitará limpieza de la caries y posiblemente una pulpectomía o empaste infantil según la gravedad, para mantener el diente de leche hasta que sea hora de que se caiga. Si se ha necrosado por un traumatismo, es posible que ese diente de leche no se caiga a tiempo por sí solo y haya que tratarlo o extraerlo para proteger al diente permanente en desarrollo. En cualquier caso, es importante que un profesional lo revise. Mientras tanto, mantén bien limpios sus dientes (aunque esté oscuro, hay que cepillarlo suavemente) y evita alimentos azucarados que empeoren la caries. Recuerda que los dientes de leche cuidan el espacio para los permanentes, por eso incluso si “se van a caer”, hay que atender las infecciones o problemas en ellos.
Sí, en muchos casos podemos devolverle el color blanco a un diente que se había puesto negro, gracias a los tratamientos dentales modernos. Si se trata de manchas extrínsecas, tras la limpieza y blanqueamiento el diente recupera su tono claro original. Si el diente estaba negro por caries, al rellenar la cavidad con material del color del diente y/o colocar una corona estética, visualmente volverá a verse blanco. En un diente que se puso gris-negro por necrosis pulpar, después de la endodoncia es posible hacer un blanqueamiento interno o poner una carilla para aclararlo. Obviamente, cada caso tiene sus límites (por ejemplo, en fluorosis muy severa quizás el blanco perfecto solo se logre cubriendo el diente con una carilla de porcelana), pero la mayoría de pacientes logran restaurar la apariencia natural de sus dientes oscurecidos.
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