
Desde la medicina integrativa, cada diente forma parte de un sistema interconectado: una infección dental crónica puede afectar órganos distantes, y una disfunción en un órgano puede reflejarse en un diente concreto.

Tragar saliva frecuentemente puede ser normal o un síntoma de ansiedad, reflujo o problemas neurológicos. Descubre las causas y cuándo debes consultar a un especialista.

Tragar saliva constantemente no siempre es malo; puede deberse a ansiedad, reflujo gástrico o simplemente a un aumento en la producción de saliva. Sin embargo, si se acompaña de otros síntomas, conviene acudir al médico o dentista.
Tragar saliva constantemente es malo… ¿o no tanto? Hola, soy odontóloga y a lo largo de mi carrera muchos pacientes me han preguntado con ansiedad si tragar saliva de forma repetitiva puede ser perjudicial para la salud. En esta introducción quiero despejar tus primeras dudas: ingerir saliva frecuentemente no te enfermará por sí mismo, ya que la saliva es un fluido natural que producimos continuamente y tragamos sin darnos cuenta a lo largo del día. Sin embargo, la preocupación surge cuando esa necesidad de deglutir saliva se vuelve constante o molesta, al punto de generarte incomodidad, irritación en la garganta o ansiedad sobre qué la está causando.
Como profesional de la salud, entiendo perfectamente lo angustiante que puede ser sentir que tienes que tragar saliva todo el tiempo. A veces, este hábito o síntoma aparece sin una causa aparente, y otras veces está ligado a situaciones específicas (por ejemplo, nervios, reflujo ácido después de comer, sequedad en la boca, etc.). La intención de búsqueda del usuario detrás de la pregunta “tragar saliva constantemente es malo” suele ser averiguar si este síntoma es señal de algo preocupante: ¿Es un tic nervioso por ansiedad? ¿Un exceso de saliva por un problema médico? ¿O simplemente una costumbre inofensiva?
Antes de profundizar en las causas, respondamos la pregunta central de forma clara: No, tragar saliva constantemente no es “malo” ni dañino en sí mismo para tu organismo. La saliva es un aliado de tu salud bucal: humedece la boca, inicia la digestión de los alimentos, neutraliza ácidos y limpia los dientes. De hecho, todos tragamos saliva automáticamente cientos de veces al día sin notarlo. Entonces, ¿por qué nos preocupa cuando nos damos cuenta de que lo hacemos “a cada rato”?
El problema no es la saliva, sino la sensación constante de tener que tragar. Esto puede deberse a varias situaciones: a veces nuestro cuerpo produce más saliva de lo normal (lo que nos obliga a ingerirla frecuentemente), o bien nuestra garganta está irritada o seca (lo que nos induce a tragar para aliviar la molestia). Otras veces, está relacionado con factores psicológicos: el simple hecho de pensar en la saliva puede crear un círculo vicioso en el que uno se vuelve hipersensible y no puede dejar de tragar.
En resumen, tragar saliva seguido no te hará daño físico por sí solo, pero sí puede ser un síntoma o reflejo de algo más. Puede irritar ligeramente tu garganta si lo haces obsesivamente, pero sobre todo puede afectar tu calidad de vida y tranquilidad mental si estás todo el día preocupado por ello. Por eso, es importante entender qué está detrás de este hábito. En los siguientes apartados, veremos todas las causas posibles de la necesidad excesiva de deglutir saliva, para que identifiques la tuya y sepas cómo actuar.
Existen múltiples causas por las que una persona puede sentir la necesidad de tragar saliva constantemente. Algunas son físicas o médicas, y otras son emocionales o psicológicas. A continuación, detallo las causas principales y cómo reconocer cada una:
Uno de los detonantes más comunes de la deglución repetitiva de saliva es la ansiedad. Cuando estamos ansiosos o estresados, nuestro cuerpo puede manifestar esa tensión de formas curiosas. En consulta he visto casos de pacientes que, al atravesar períodos de estrés, se vuelven hipersensibles a procesos automáticos del cuerpo, como respirar, parpadear… ¡o tragar saliva! Esto se conoce como hiperconciencia o focalización excesiva en un acto involuntario. La persona toma consciencia de que traga saliva, se preocupa por ello, y esa misma preocupación hace que trague aún más seguido. Es un ciclo psicológico: cuanto más piensas en tu saliva, más sientes que “estorba” en la boca y quieres tragar.
En estados de ansiedad aguda, además, el sistema nervioso autónomo entra en juego. La ansiedad activa la respuesta de lucha o huida, lo cual puede producir sensaciones físicas como nudo en la garganta o cambios en la salivación. Curiosamente, algunos experimentan boca seca por ansiedad (debido a que el cuerpo redirige fluidos y reduce la saliva momentáneamente), lo que hace incómodo tragar y les obliga a intentar hacerlo repetidamente. Otros, en cambio, pueden tener hipersalivación por estrés. Cada organismo reacciona distinto.
En primera persona te confieso que yo misma, en momentos de nervios antes de una conferencia, he sentido mi boca seca y he tenido que tragar saliva más de lo normal para humedecerla. Muchos pacientes describen “tengo que tragar saliva a cada rato y cuanto más me preocupa, peor se pone”. La buena noticia es que si la causa es psicológica, no hay nada físicamente mal en tu garganta ni en tus glándulas. No es una enfermedad grave, es un hábito nervioso. Con técnicas adecuadas, se puede superar. Más adelante en este artículo te daré consejos para manejar esta ansiedad y romper el círculo vicioso.
Pasemos a una causa física: la hipersalivación. Aquí el escenario es distinto: tu boca realmente está produciendo saliva de más, y por eso sientes que debes tragarla constantemente o incluso escupir. A este exceso de saliva se le llama también sialorrea o ptialismo. ¿Por qué ocurriría esto? Hay diversas razones:
¿Cómo saber si realmente tienes exceso de saliva? Normalmente, cuando es así, además de tragar mucho puedes notar babeo (sobre todo al agacharte o dormir, se te sale saliva involuntariamente) y otros síntomas: hablar se vuelve incómodo, puedes tener que escupir a menudo, o sientes la saliva muy líquida y abundante. Si este es tu caso, lo recomendable es investigar la causa médica subyacente. La saliva en exceso no es una enfermedad en sí, pero puede ser un síntoma de otra condición que necesite tratamiento (por ejemplo, controlar el reflujo, ajustar una medicación, tratar una infección, etc.).
En casos crónicos de sialorrea, existen tratamientos médicos: desde medicamentos anticolinérgicos que reducen la producción salival, hasta terapias de rehabilitación con logopedas (para mejorar la deglución) e incluso, en situaciones severas, inyecciones de toxina botulínica en las glándulas salivales o cirugías. Pero estos son casos extremos. La mayoría de las veces, identificando y abordando la causa (por ejemplo, curar una amigdalitis o reemplazar un fármaco) la salivación vuelve a la normalidad.
Curiosamente, en el lado opuesto del espectro tenemos la boca seca (xerostomía) y la sensación de garganta pegajosa, que también pueden llevarte a tragar saliva repetidamente. ¿Por qué? Cuando la boca está seca o la saliva es muy espesa, aparece una incomodidad constante: notas la lengua pastosa, la garganta áspera, como un moco o flema que no baja. Entonces intentas tragar para humedecer y despejar esa sensación. Es decir, aunque paradójico, tener poca saliva puede hacerte tragar a cada rato los pequeños restos espesos de saliva o mucosidad.
Las causas de sequedad bucal son varias: deshidratación por no beber suficiente agua, el consumo excesivo de cafeína o alcohol (que son diuréticos y secantes), ambientes secos, respirar mucho por la boca (p. ej. si tienes congestión nasal), o efectos secundarios de medicamentos (muchos fármacos producen sequedad oral, como antidepresivos, antihistamínicos para alergia, diuréticos, etc.). La edad avanzada también suele traer menor producción salival.
Si sospechas que tragas constantemente porque tu boca está seca, fíjate en estos signos: ¿Tienes dificultad para tragar alimentos secos? ¿Necesitas agua para pasar la comida? ¿Sientes ardor en la lengua, mal aliento o labios secos? Estos son síntomas típicos de xerostomía. La solución principal aquí es sencilla: hidrátate más. Bebe sorbos de agua a lo largo del día, usa enjuagues humectantes o saliva artificial si tu médico lo indica, mastica chicle sin azúcar para estimular tus glándulas salivales. Verás que al mejorar la lubricación bucal, esa constante necesidad de deglutir disminuye.
Un punto importante: a veces las personas confunden la sensación de un nudo o algo atorado en la garganta con saliva acumulada. Esto puede ocurrir en casos de faringitis crónica, alergias o reflujo laríngeo, donde hay mucosidad y pequeña inflamación que da la sensación de “bolita” en la garganta (lo que médicamente se llama globus faríngeo). Muchos pacientes con ansiedad experimentan globus (esa sensación de “no puedo tragar bien, tengo que estar tragando saliva para despejar la garganta”). Si este síntoma es prominente, conviene evaluar con un otorrino o gastroenterólogo, pues podría tratarse de reflujo faringolaríngeo (ácido irritando la garganta) o simplemente tensión muscular por estrés. En cualquier caso, no es grave, y tiene tratamiento específico según la causa (antiácidos, ejercicios de relajación, etc.).
Como mencioné brevemente, tanto el exceso como la falta de saliva pueden venir de la mano de ciertos medicamentos. Vale la pena destacarlo como causa independiente:
En cualquiera de los dos casos, si empezaste un tratamiento farmacológico nuevo y notaste cambios en tu salivación o en tu necesidad de tragar, coméntaselo a tu médico. No suspendas un medicamento por tu cuenta, pero pregunta si puede estar causando ese efecto molesto. Muchas veces hay alternativas o ajustes de dosis que solucionan el problema. También el médico puede recomendar medidas para contrarrestar la sequedad (como saliva artificial, spray humidificante) o, si fuera el caso de sialorrea, quizá recetar algo para controlarla mientras sigues con el tratamiento necesario.
Como ejemplo personal: recuerdo a un paciente al que derivé al médico porque tras comenzar un antidepresivo no podía ni hablar de la boca seca que le dejó, y estaba tan incómodo que se lamía los labios y tragaba cada pocos segundos. El psiquiatra le ajustó la medicación y mejoró mucho. Escucha siempre a tu cuerpo y no temas comunicar estos síntomas “raros” a los profesionales, estamos para ayudarte a encontrar soluciones.
Finalmente, englobemos otras causas menos frecuentes pero importantes de la necesidad de tragar saliva constantemente:
Existen causas médicas específicas donde la deglución constante de saliva es un síntoma más de un cuadro mayor. En esos casos, tratar la condición principal (ya sea neurológica, digestiva o respiratoria) es la prioridad, y suele aliviarse el problema de la saliva al controlar la enfermedad de base.
Muchas personas me preguntan: “Doctora, ¿cómo sé si esto de tragar saliva seguido es algo por lo que deba preocuparme en serio?” La respuesta depende de la constelación de síntomas y la duración. A continuación te doy una guía práctica:
En mi práctica, he visto que muchas personas tardan en consultar por vergüenza o pensando que el doctor no les tomará en serio algo así. ¡No te preocupes! Tu paz mental y comodidad son importantes. Incluso si al final resulta ser solo ansiedad, el médico puede orientarte o derivarte a terapia, lo cual marcará una gran diferencia en tu bienestar diario.
Para cerrar, quiero compartirte algunos consejos prácticos que pueden ayudarte a reducir este molesto hábito o síntoma, según su causa:
No, tragar saliva frecuente en sí no hace daño ni al estómago ni a la salud general. La saliva es un líquido natural que producimos a diario (entre 0.75 y 1.5 litros) y tragamos de forma involuntaria. No es perjudicial porque está compuesta de agua, enzimas y mucina que incluso ayudan a la digestión. Lo que puede ser “malo” es la causa subyacente de por qué la persona siente que debe tragar todo el tiempo (por ejemplo, reflujo ácido no tratado, ansiedad elevada, etc.). En resumen: ingerir saliva repetidamente no te enferma, pero si lo haces por algún problema, ese problema es el que debe atenderse.
¡Sí, definitivamente! La ansiedad y el estrés son causas comunes de este síntoma. Cuando estamos ansiosos, podemos volvernos hipersensibles a procesos automáticos del cuerpo, generando un foco obsesivo en la saliva. Además, la respuesta de ansiedad puede secar la boca o tensar los músculos de la garganta, causando una sensación incómoda al tragar. Muchas personas con ansiedad refieren un “nudo en la garganta” y creen que tienen que tragar para deshacerlo. Es importante manejar la ansiedad de fondo con técnicas de relajación o terapia psicológica; al mejorar el estado nervioso, suele desaparecer esa necesidad continua de deglutir.
El exceso de saliva (hipersalivación) puede presentarse en varias condiciones médicas. Algunas enfermedades neurológicas como el Parkinson, la ELA (esclerosis lateral amiotrófica), la parálisis cerebral o tras un accidente cerebrovascular pueden dificultar la deglución normal y llevar a babeo. También infecciones de garganta (amigdalitis, mononucleosis) o sinusitis/alergias pueden aumentar la saliva reflejamente. La acidez gástrica (reflujo gastroesofágico) es otra causa: al subir ácido, el cuerpo crea saliva extra para proteger la garganta (lo que se llama sialorrea por reflujo). Incluso el embarazo puede provocar hipersalivación en algunas mujeres. Por lo general, estas enfermedades vienen con otros signos claros (por ejemplo, en Parkinson hay temblores, en reflujo hay ardor, etc.). El exceso de saliva en sí suele ser un síntoma más dentro de un cuadro mayor.
Es normal tragar saliva frecuentemente sin notarlo. De hecho, una persona sana traga saliva unas veces por minuto de forma inconsciente. Ahora bien, no es “normal” que seas consciente de que estás tragando a cada rato y que esto te moleste. Si te pasa durante todo el día y lo percibes, habría que buscar la causa. Puede ser algo tan simple como que tienes la boca seca (y por eso tragas para humedecer), o que estás ansioso y enfocándote en ello, o quizá un leve reflujo. Pero en condiciones ideales, nuestro cerebro maneja la deglución de saliva en automático y no deberíamos estar pensando en ello todo el día. Así que, aunque no es peligroso, si lo notas todo el tiempo conviene investigar la razón para solucionarlo y que vuelvas a la normalidad (¡o sea, a tragar sin darte cuenta!).



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