
Desde la medicina integrativa, cada diente forma parte de un sistema interconectado: una infección dental crónica puede afectar órganos distantes, y una disfunción en un órgano puede reflejarse en un diente concreto.

¿Te duele solo un diente al frío o al masticar? Te explicamos por qué puede aparecer sensibilidad localizada, cómo detectarla y qué tratamientos funcionan mejor.

La sensibilidad dental en un solo diente puede deberse a una caries, un empaste deteriorado, retracción de encías o una fisura en el esmalte. Un diagnóstico precoz es clave para aplicar el tratamiento adecuado y evitar complicaciones.
Aunque la sensibilidad dental suele afectar a varios dientes, cuando se localiza en uno solo suele indicar un problema específico. Un dentista puede identificar si la causa está en una caries oculta, una fractura, una inflamación pulpar o un problema en la raíz. El tratamiento varía desde desensibilizantes hasta endodoncia, dependiendo del origen.
Cuando la sensibilidad se limita a un diente específico, significa que algo particular está ocurriendo en esa pieza dental. En términos sencillos, la sensibilidad aparece cuando la dentina (la capa interna del diente, llena de tubulillos que conectan con el nervio) queda expuesta. Generalmente esto pasa por desgaste del esmalte o retracción de la encía, pero si solo te ocurre en un diente, suele apuntar a un problema localizado en ese diente en concreto. A continuación, repasamos las causas más frecuentes de hipersensibilidad localizada:
Una caries dental incipiente (o una fisura microscópica en el esmalte) puede provocar que un diente se vuelva sensible. Si la lesión va profundizando, los cambios de temperatura (como el frío del helado o el calor del café) activan el nervio causando dolor agudo. En mi consulta he visto que, efectivamente, cuando un paciente refiere sensibilidad en una sola pieza, muchas veces encontramos una caries localizada en ese diente. También una grieta o fractura en el diente puede ser la culpable. Por ejemplo, morder algo duro (hueso de aceituna, un caramelo) puede agrietar el esmalte; entonces el diente fisurado duele sobre todo al morder y a veces con lo frío. Si sientes dolor al morder un solo diente en particular, sospecha de fisura o de una caries que ha debilitado la estructura. Estas situaciones requieren atención, porque si el daño avanza podría exponer la pulpa (el nervio) y derivar en un dolor más intenso o infección.
Otra causa común de sensibilidad en un diente aislado es que ese diente tenga un trabajo dental que ya no está en buen estado. Un empaste (obturación) desgastado o filtrado puede dejar pasar estímulos fríos/calientes hacia la dentina. Del mismo modo, una corona dental mal ajustada o descementada que deja parte del diente expuesto puede provocar sensibilidad. Imagina que debajo de un empaste antiguo se ha formado una caries secundaria: el diente empezará a “avisar” con punzaditas al comer dulce o frío. O si una corona provisional está mal sellada, ese diente puede resentirse con los cambios térmicos. En resumen, cualquier restauración defectuosa en ese diente –ya sea un empaste, corona o funda, e incluso una reconstrucción o incrustación– puede ser foco de filtraciones y desencadenar sensibilidad localizada.
A veces no es el diente en sí, sino la encía de ese diente la que está en retirada. Una recesión gingival localizada significa que la encía se ha retraído en un punto concreto, exponiendo la raíz del diente. La raíz no está recubierta de esmalte, sino de cemento radicular (más blando); por ello, cuando queda al descubierto, los estímulos externos causan dolor. Si notas que justamente en ese diente sensible la encía está más “subida” dejando ver parte de la raíz, esta puede ser la explicación. ¿Y por qué puede retraerse la encía de un solo diente? Posibles motivos: un cepillado muy agresivo siempre sobre ese lado, una posición dental prominente, o enfermedad periodontal (gingivitis/periodontitis) que afecte especialmente a esa zona. De hecho, la enfermedad de las encías es una de las causas más comunes de sensibilidad dental general, y a veces el primer signo es la hipersensibilidad en un diente donde la encía se ha retraído. Observa si hay sangrado o inflamación en esa área; si es así, atiende la salud de tus encías cuanto antes.
El bruxismo es el hábito involuntario de apretar o rechinar los dientes, generalmente por estrés o durante la noche. Este hábito desgasta el esmalte y puede incluso provocar microfisuras. Muchas veces el desgaste no es uniforme, y un diente que recibe más presión que los demás puede volverse doloroso o sensible. En mi experiencia, he tenido pacientes con un premolar específico sensible porque era el que más contacto soportaba al apretar los dientes. Además, si tu mordida está desequilibrada (por ejemplo, un empaste alto o un diente ligeramente salido de la arcada), ese trauma o exceso de carga en un diente puede irritar el ligamento y la dentina de esa pieza. El resultado: molestias al masticar y sensibilidad en ese punto. Si amaneces con la mandíbula tensa o sabes que rechinas, considera que el bruxismo podría estar detrás de la sensibilidad en un diente (o grupo pequeño de dientes). Un signo típico es tener un solo diente adolorido al morder sin signos de caries; esto suele indicar exceso de presión o una fisura por estrés mecánico.
No podemos olvidar que a veces la causa es transitoria: ¿Te han hecho algo recientemente en ese diente? Tras ciertos tratamientos dentales es normal notar sensibilidad durante un tiempo en la pieza tratada. Por ejemplo:
La clave de estas situaciones es que la sensibilidad debería mejorar gradualmente. Si notas que, pasadas unas semanas, en lugar de disminuir va a más, entonces conviene reevaluar porque podría haberse desarrollado algún otro problema (por ejemplo, si tras un empaste profundo el dolor persiste o empeora, podría indicar necesidad de endodoncia).
Cuando solo un diente presenta sensibilidad, lo más probable es que haya una causa localizada: una caries o fisura, un problema con un empaste/corona, una raíz expuesta por encía retraída, o algún factor de estrés mecánico en ese diente. Identificar la causa exacta es el primer paso para el alivio, así que no dudes en examinar ese diente cuidadosamente (mejor aún, acudir al dentista) para encontrar la raíz del asunto.
Quiero detenerme un momento en distinguir la típica sensibilidad vs un dolor dental más grave. La sensibilidad dentinaria suele sentirse como un dolor agudo breve solo ante un estímulo (contacto con frío, calor, dulce, ácido o al morder) y desaparece en segundos al eliminar dicho estímulo. En cambio, un dolor de diente continuo o espontáneo podría indicar un problema mayor (como caries profunda, pulpitis o absceso). Presta atención a estas señales de alarma en ese diente sensible:
En cualquiera de estos casos, no conviene esperar. Como les digo a mis pacientes: la sensibilidad “normal” es más un aviso que un problema en sí; si el aviso se transforma en dolor constante o viene con signos adicionales, ese diente necesita atención profesional urgente. Más adelante hablaremos de cuándo acudir al dentista, pero adelanto: ante sospecha de caries avanzada, fisura seria o infección, mejor visitar la consulta cuanto antes.
(Consejo: Muchos de estos problemas mayores se pueden evitar si tratamos a tiempo las causas de la sensibilidad. Por eso, no ignores las alertas iniciales de tu diente pensando que “mientras duela solo con el helado no pasa nada”. Es el momento ideal para actuar y prevenir una complicación.)
Cuando la sensibilidad dental es reciente o leve, existen medidas que puedes tomar en casa para aliviar las molestias mientras buscas la causa. Estos remedios caseros y consejos de cuidado diario te ayudarán a reducir el dolor y proteger ese diente sensible:
Con estas medidas, muchos pacientes logran reducir significativamente las molestias de su diente sensible en el día a día. Recuerda que son cuidados paliativos: si la sensibilidad proviene de un problema subyacente (caries, grieta, etc.), estas soluciones caseras te darán alivio, pero no eliminarán el origen. Úsalas para estar cómodo, pero no olvides el siguiente paso: abordar la causa de fondo, idealmente con ayuda profesional.
(En mi práctica, he visto que combinar la pasta desensibilizante, el flúor y mejorar la técnica de cepillado suele dar excelentes resultados en sensibilidad moderada. Muchos pacientes vuelven diciendo que pueden tomarse un helado mucho mejor que antes. Aun así, siempre insisto: si un diente sigue “quejándose” pese a todo, hay que investigarlo más a fondo.)
Llega un punto en que, si la sensibilidad persiste o resulta muy intensa, debemos intervenir clínicamente. El tratamiento en consulta dependerá de la causa exacta que esté provocando la sensibilidad en ese diente. Como dentista, mi prioridad será primero examinar cuidadosamente el diente: hacer pruebas de frío, de mordida, tomar una radiografía si es necesario, etc. Una vez identificado el problema, podremos aplicar alguno de estos tratamientos u opciones profesionales:
Como ves, las opciones son variadas y siempre dependientes de qué encontremos al evaluar ese diente. La clave es individualizar el tratamiento: tratar la causa, no solo el síntoma. La **única manera de acabar con la sensibilidad de manera definitiva es solucionar lo que la provoca*. Por eso insisto en la importancia de acudir al odontólogo si la sensibilidad de un diente es recurrente o intensa; con un buen diagnóstico, la solución puede ir desde algo muy sencillo (un barniz de flúor en una sesión) hasta un procedimiento mayor, pero en cualquier caso pondremos fin a tu molestia de raíz (nunca mejor dicho).
La prevención es tu mejor aliada para no volver a sufrir ese latigazo en un diente al tomar un helado. Aunque no siempre podemos anticipar problemas (no vas a predecir una fisura accidental, por ejemplo), sí existen hábitos generales que reducen mucho el riesgo de sensibilidad dental, tanto generalizada como en una pieza en particular:
Con todos estos consejos, estarás blindando tus dientes frente a la sensibilidad. No se trata de vivir con miedo –¡claro que puedes disfrutar de un helado o un zumo de limón de vez en cuando!– sino de equilibrar la balanza a favor de tus dientes: buen cuidado, moderación de factores de riesgo y atención temprana a cualquier signo. Así, ese molestísimo dolor en un diente aislado será cosa del pasado.
(En lo personal, aplico estos mismos consejos: cepillo suave, pasta con flúor y sin abusar de refrescos. Y sí, yo mismo uso férula por las noches porque solía apretar los dientes estudiando… ¡Los dentistas también seguimos nuestras recomendaciones! )
A continuación, respondo algunas dudas frecuentes que suelen tener quienes padecen de un diente sensible. Esta sección te dará más claridad sobre situaciones específicas relacionadas con la sensibilidad localizada. (Todas estas recomendaciones las hago basándome en mi experiencia y en información odontológica confiable, para que tengas la certeza de que son respuestas útiles.)
Cuando la sensibilidad afecta a un único diente, normalmente indica que hay un problema localizado en esa pieza. Las causas más comunes son: una caries en ese diente, una fisura o grieta en el esmalte, un empaste defectuoso que deja pasar el frío, o una encía retraída en esa zona. También puede deberse a que recibiste un golpe o presión excesiva en ese diente (por bruxismo, por ejemplo). En contraste, la sensibilidad generalizada (en muchos dientes) suele deberse a esmalte desgastado o encías retraídas en varias áreas. Por eso, un solo diente sensible nos hace pensar en un factor específico que está afectando solo a ese diente. Identificar cuál es ese factor es crucial: puede ser tan simple como cambiar un empaste flojo o tan necesario como tratar una caries oculta.
Hay una pista clave: la duración e intensidad del dolor. Si es hipersensibilidad dentinaria pura, el dolor aparece solo con estímulos (frío, dulce, cepillado) y desaparece al retirar el estímulo en cuestión de segundos. En cambio, si se trata de una caries avanzando (o un problema pulpar), el dolor tiende a durar más tiempo e incluso puede doler espontáneamente sin estímulo (por ejemplo, un dolor sordo que viene de la nada o que despierta por la noche, suele indicar afectación del nervio). Otra señal: mira el diente, ¿tiene alguna mancha oscura, puntito o cavidad visible? Si ves un agujerito o la superficie áspera, podría ser caries. De todos modos, no siempre la caries se ve a simple vista (puede estar entre los dientes). Mi consejo: si la sensibilidad es muy localizada en un punto específico del diente o empeora en vez de mejorar, acude al dentista. Con una radiografía o examen clínico podremos confirmar si hay caries. Recuerda que a veces caries y sensibilidad van de la mano – la caries inicial causa ligera sensibilidad al frío; al progresar, el dolor aumenta. Por eso, ante la duda, mejor revisar y salir de dudas.
El dolor al morder en un solo diente suele indicar un problema en la estructura de ese diente o en el tejido que lo rodea. Las causas posibles más comunes son: una fisura o grieta en el diente (al morder la grieta se abre microscópicamente y duele), una caries profunda no visible que al masticar duele por presión en la dentina reblandecida, un empaste alto (si recientemente te arreglaron ese diente, quizás esté tocando antes y por eso duele al presionar) o incluso un absceso dental en etapas tempranas (el diente infectado duele al aplicar presión). También un diente con endodoncia reciente puede doler unos días al morder, pero eso es temporal. En resumen, dolor al morder = bandera roja. No es normal que un diente duela solo por ejercer fuerza; debería revisarlo un odontólogo. En mi práctica, la causa más frecuente que encuentro es o fisura o pulpitis (inflamación del nervio) en ese diente. Ambas requieren tratamiento (corona/endodoncia, etc., según el caso). Así que si cada vez que masticas te pega un brinco el diente, agenda una visita lo antes posible para evitar que empeore (una fisura sin tratar puede fracturarse más, y una pulpitis puede volverse un absceso).
Lo ideal es usar una pasta dentífrica para dientes sensibles. En el mercado hay varias opciones de marcas reconocidas que contienen ingredientes desensibilizantes. Busca en la etiqueta componentes como nitrato de potasio, arginina o fluoruro de estaño – son agentes que ayudan a bloquear los estímulos en la dentina. Por ejemplo, el nitrato de potasio actúa calmando la respuesta del nervio, y el fluoruro de estaño o la arginina fomentan la oclusión de los túbulos dentinarios expuestos. Algunas pastas también tienen hidroxiapatita nanoparticulada, que ayuda a “remineralizar” y tapar micro-poros en el esmalte. Marcas comunes incluyen Sensodyne®, Oral-B Pro-Encías®, Colgate Sensitive®, etc. Lo importante es usarla correctamente: mínimo dos veces al día, y darle tiempo de actuar (no enjuagarse con mucha agua inmediatamente después del cepillado, para no arrastrar el principio activo). Ten paciencia, porque suelen necesitar 1–2 semanas de uso continuo para notar mejoría notable. Y no te preocupes, que estas pastas se pueden usar a largo plazo sin problema. De hecho, si ya tienes tendencia a sensibilidad, podrías incorporarla a tu rutina diaria permanentemente.
Mi recomendación sincera es sí, ve al dentista para una evaluación, aunque el dolor sea tolerable. Entiendo que a veces con los cuidados en casa la sensibilidad se vuelve llevadera y uno se acostumbra a “mientras no coma helado por ese lado, estoy bien”. Pero piensa que la sensibilidad es un síntoma, no una enfermedad en sí. Algo la está causando. Si bien puede ser algo benigno (por ejemplo, esmalte ligeramente desgastado) que con pasta dental especial se maneja, también podría ser el aviso de un problema mayor en ciernes (una caries que podría crecer, una grieta que podría fracturarse más, inicio de enfermedad periodontal en ese diente, etc.). Los dentistas estamos para encontrar y resolver la causa antes de que se vuelva algo serio. Además, si resulta ser algo simple, saldrás de dudas y quizás con un tratamiento rápido quedarás 100% bien. Y si fuera algo más complejo, mejor abordarlo pronto que tarde. Así que, aunque puedas tolerar la sensibilidad evitando tal o cual cosa, no lo dejes pasar muchos meses. Una visita preventiva puede ahorrarte un dolor de muelas (literalmente) en el futuro. En resumen: si la sensibilidad en un diente lleva más de unos pocos días, o si va y viene recurrentemente, vale la pena que un profesional la evalúe. Tu tranquilidad y salud bucal lo valen.
Tener sensibilidad dental en un solo diente es una experiencia molesta, pero con la información y cuidados adecuados está en tu mano (y en la del dentista) resolverla. Te he hablado en primera persona como profesional que ha tratado muchos casos así, y espero que estos consejos te hayan sido útiles para entender qué le pasa a ese diente sensible y cómo actuar. Recuerda que la clave siempre es combinar el autocuidado (higiene, pastas especiales, evitar factores dañinos) con la atención profesional oportuna. No hay pregunta tonta cuando se trata de tu salud bucal: ante la duda, consulta. Tu sonrisa merece que la cuides sin miedo, por eso acude a Cleardent si tienes sensibilidad dental y te ayudaremos para tener una boca limpia y sana.



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