3 junio 2025

Nervios en la boca: síntomas, causas y cómo tratarlos

¿Sientes cosquilleo, ardor o entumecimiento en la boca? Como odontóloga de confianza, te explico todas las causas de esos nervios en la boca, sus síntomas y cómo tratarlos paso a paso.

Hola, soy la Dra. Alicia Martín, odontóloga, y hoy quiero hablarte de un tema que preocupa a muchos pacientes: esa extraña sensación de “nervios en la boca”. En mi práctica clínica a menudo me encuentro con personas que describen hormigueo bucal, ardor o entumecimiento en la lengua, las encías o los labios. ¿Te ha pasado que notas un cosquilleo en la boca o una sensación extraña en la lengua? Quiero ayudarte a entender los síntomas nerviosos en la boca y cuál es el mejor tratamiento para remediarlo.

En esta guía voy a explicarte por qué pueden aparecer estas sensaciones, cuáles son sus posibles causas –desde problemas de ansiedad hasta lesiones del nervio–, cómo diferenciar cada caso y qué tratamientos recomendamos los profesionales. Mi objetivo es que, al terminar de leer, te sientas más tranquila/o y sepas exactamente qué pasos seguir para mejorar tu salud bucal.

¿Por qué siento cosquilleo o entumecimiento en la boca?

Cuando hablamos de “nervios en la boca” nos referimos a sensaciones anormales en la zona oral, como hormigueo, cosquilleo, ardor, adormecimiento o incluso dolor punzante. En medicina, a estas sensaciones se les llama parestesias orales. Pueden manifestarse de varias formas: tal vez notas un hormigueo en la punta de la lengua, un labio entumecido sin razón aparente, o una sensación extraña en las encías.

¿Qué significan estos síntomas?

En términos simples, indican que algún nervio asociado a la boca está irritado, dañado o sobreestimulado. Las causas van desde problemas locales (por ejemplo, un nervio dental lesionado en un tratamiento) hasta condiciones sistémicas o emocionales (como la ansiedad o deficiencias nutricionales). A continuación, veremos todas las causas posibles de estas parestesias orales y cómo reconocer cada una.

Principales causas de las sensaciones nerviosas en la boca

Estrés y ansiedad (nerviosismo)

En muchos casos, cuando los pacientes hablan de “nervios” en la boca, en realidad se refieren a síntomas desencadenados por nerviosismo, estrés o ansiedad. ¿Sabes esa expresión de “los nervios se me van a la boca”? Pues tiene algo de cierto: la ansiedad puede afectar la salud oral de varias maneras.

Cuando estamos muy ansiosos, el sistema nervioso se acelera y libera hormonas del estrés. Esto puede provocar:

  • Bruxismo: Apretar o rechinar los dientes inconscientemente (sobre todo durante la noche). El bruxismo continuo causa dolor de mandíbula y desgaste dental. Muchas veces, los dientes duelen sin tener caries debido a la tensión muscular y articular que genera el estrés.
  • Tensión mandibular: Los músculos de la mandíbula y la cara permanecen contraídos. Esto lleva a molestias al abrir la boca, dolor referido hacia el oído o sien, e incluso chasquidos en la articulación temporomandibular (ATM).
  • Alteraciones en las encías: El desequilibrio hormonal por estrés puede debilitar las defensas en la boca. Las encías estresadas se inflaman más fácilmente, pudiendo aparecer gingivitis e incluso pequeñas llagas o aftas. Algunos pacientes sienten escozor o picor en las encías durante periodos de mucha tensión nerviosa.
  • Sequedad bucal: La ansiedad activa respuestas fisiológicas que reducen la saliva (boca seca). Una boca seca constante puede dar sensación de ardor u hormigueo en la lengua y el paladar. Además, la falta de saliva aumenta el riesgo de infecciones y caries, lo que agrava las molestias.

¿Cómo reconocer si la causa es la ansiedad?

Piensa en tu contexto: si estos síntomas aparecen o empeoran en momentos de estrés (exámenes, problemas laborales, situaciones que te ponen nerviosa/o) y no hay otra enfermedad evidente, es muy posible que el origen sea emocional. Por ejemplo, un hormigueo en la lengua junto con respiración agitada, palpitaciones o insomnio sugiere que la ansiedad está jugando un papel. La buena noticia es que, manejando el estrés, estos síntomas suelen mejorar notablemente.

Daño nervioso tras tratamientos dentales (parestesia dental)

Otra causa frecuente de parestesia oral son las lesiones de nervios durante procedimientos dentales o por traumatismos. La boca tiene nervios importantes (ramas del nervio trigémino) que dan sensibilidad a dientes, encías, lengua y labios. Si alguno sufre daño o presión, puedes experimentar desde entumecimiento hasta dolor agudo.

Algunos ejemplos típicos:

  • Extracción de muelas del juicio: Las muelas del juicio inferiores están muy cerca del nervio alveolar inferior (responsable de la sensibilidad del labio inferior, mentón y dientes inferiores). En extracciones complicadas, este nervio puede lesionarse o inflamarse. El paciente notará después de la cirugía que tiene adormecida la barbilla, el labio o las encías inferiores. En la mayoría de casos la sensación es temporal y mejora en semanas o meses, pero ocasionalmente el daño puede ser más serio.
  • Anestesia dental: Una inyección anestésica mal colocada (por ejemplo, tocando el nervio lingual al anestesiar una muela inferior) puede provocar una sensación de cosquilleo en la lengua o pérdida de sensibilidad que tarda horas o días en desaparecer. Es poco común que sea permanente, pero ocurre.
  • Implantes dentales o cirugías orales: Al taladrar o colocar un implante en la mandíbula, si el implante queda muy cerca del nervio puede comprimirlo. Igualmente, cirugías para remover quistes o realizar una endodoncia muy profunda podrían irritar un nervio cercano. El resultado sería una parestesia en la zona inervada por ese nervio (por ejemplo, mitad de la lengua dormida o dientes que no sienten al tacto).
  • Traumatismos: Golpes fuertes en la mandíbula o fracturas maxilofaciales pueden dañar ramas nerviosas. Un accidente de coche, una caída o un puñetazo podrían dejar zonas de la boca entumecidas o con hormigueo por lesión nerviosa.

¿Cómo diferenciar la parestesia dental?

La clave está en el antecedente: si tus síntomas empezaron inmediatamente después de un procedimiento dental o de un golpe en la cara, es muy probable que estemos ante un daño nervioso periférico. Por ejemplo, “Desde que me sacaron la muela del juicio, siento medio labio dormido”. Estos casos suelen ser unilaterales (afectan solo un lado) y están limitados a una zona específica (lengua, labio, mentón del lado intervenido). A veces vienen acompañados de dolor neuropático (punzadas o ardor). La evolución puede ser lenta, pero con seguimiento adecuado muchas veces hay recuperación gradual de la sensibilidad.

Neuralgia del trigémino (dolor nervioso facial)

No podemos hablar de nervios en la boca sin mencionar a la neuralgia del trigémino, una de las condiciones neurológicas más conocidas por causar dolor intenso en el área facial y oral. El nervio trigémino es el principal nervio sensitivo de la cara, con tres ramas que inervan la frente/ojos, la mejilla/senos nasales y la mandíbula (incluyendo dientes y encías). Cuando este nervio tiene algún trastorno, suele provocar episodios de dolor muy agudo, descrito como descargas eléctricas o punzadas que pueden abarcar desde la comisura de los labios y la encía, hasta la mejilla y el ojo, generalmente de un solo lado del rostro.

¿Qué causa la neuralgia trigeminal?

En muchos casos no se identifica una causa clara (“idiopática”), pero se cree que puede ocurrir por compresión del nervio (por un vaso sanguíneo cercano que lo irrita), por esclerosis múltiple u otros daños en la cubierta de los nervios, e incluso por lesiones o tumores (aunque esto último es menos común). Suele presentarse en personas mayores de 50 años y es más frecuente en mujeres.

Síntomas característicos: A diferencia de la parestesia leve (hormigueo), aquí el síntoma principal es el dolor intenso. Los episodios dolorosos pueden desencadenarse con acciones cotidianas como hablar, masticar, cepillarse los dientes o incluso con una brisa en la cara. Imagina sentir una descarga eléctrica al rozar el cepillo de dientes con las encías – esa es la típica neuralgia trigeminal. Durante el ataque de dolor, la persona puede quedar incapacitada, pero entre episodios no suele haber síntomas (no hay entumecimiento permanente, por ejemplo, solo temor a que vuelva el dolor).

¿Cómo diferenciarla? La neuralgia del trigémino no causa cosquilleo constante ni pérdida de la sensibilidad, sino dolor súbito y severo en zonas precisas (a menudo dientes, mandíbula, mejilla u ojo del lado afectado). Si tus molestias son más bien de hormigueo continuo o quemazón leve, probablemente no se trate de neuralgia trigeminal, sino de otra causa. En cambio, si presentas dolor facial muy agudo en ataques breves que se desencadena al tocar ciertas áreas, es importante que consultes con un neurólogo para evaluar esta posibilidad.

Síndrome de boca ardiente (ardor y hormigueo crónico)

El síndrome de la boca ardiente es otro trastorno a considerar, sobre todo si eres mujer de mediana edad o mayor. Se trata de una condición compleja en la cual el paciente siente ardor, quemazón o picazón en la boca de forma crónica, sin que al examinar podamos encontrar una causa visible. Suele afectar principalmente a la lengua, pero también puede involucrar las encías, labios, paladar o toda la boca. A veces viene acompañado de sensación de sequedad o alteraciones del gusto (sabor amargo o metálico).

Muchos describen que “siento como si me hubiera escaldado la lengua con algo caliente, pero no he comido nada raro”. El dolor o ardor puede ser constante todo el día o ir aumentando hacia la tarde-noche. Curiosamente, en algunas personas mejora momentáneamente al comer o beber algo.

Causas del síndrome de boca ardiente: Pueden ser primarias (cuando no encontramos otra enfermedad desencadenante, se cree que hay un mal funcionamiento en los nervios del gusto y dolor) o secundarias (causadas por algún problema identificable). Entre las causas secundarias conocidas están:

  • Cambios hormonales (menopausia, trastornos tiroideos).
  • Deficiencias nutricionales: bajos niveles de vitamina B12, hierro, ácido fólico o zinc pueden asociarse a ardor en la boca.
  • Diabetes descontrolada (los niveles altos de glucosa pueden dañar nervios periféricos, incluyendo los orales).
  • Infecciones por hongos (como candidiasis oral) o irritaciones crónicas (por dentaduras mal ajustadas, alergias a materiales dentales).
  • Reflujo gastroesofágico ácido que alcance la boca.
  • Medicamentos (algunos fármacos para hipertensión, por ejemplo, pueden causar boca seca y ardor).
  • Factores psicológicos: la ansiedad, depresión o estrés con frecuencia agravan un síndrome de boca ardiente, creando un círculo vicioso (dolor -> ansiedad -> más dolor).

¿Cómo distinguir el síndrome de boca ardiente? Piensa en ardor persistente sin hallazgos clínicos visibles. Si tu odontólogo revisa tu boca y no ve llagas, ni lesiones, ni ninguna causa obvia para ese escozor, podría tratarse de este síndrome. Es más común en mujeres posmenopáusicas, aunque puede afectar a cualquiera. No se asocia a desencadenantes específicos (a diferencia de la neuralgia trigeminal que tiene “gatillos” claros). Aquí el hormigueo o quemazón bucal suele ser constante y frustrante, y los exámenes salen normales. En estos casos, el diagnóstico se hace por descarte de otras causas y considerando la historia clínica.

Otras posibles causas (deficiencias, alergias y más)

Además de las anteriores, existen otras condiciones que pueden provocar sensaciones nerviosas en la boca, aunque sean menos frecuentes:

  • Deficiencias de vitaminas y minerales: Como mencioné, la falta de B12 es clásica en causar parestesia lingual (la lengua adormecida o con pinchazos) junto con ardor en la boca y hasta inflamación de la lengua (glositis). Un calcio muy bajo en sangre (hipocalcemia) o glucosa muy baja (hipoglucemia) también pueden manifestarse con cosquilleo en los labios, lengua o cara, entre otros síntomas sistémicos (calambres, mareos).
  • Alergia o síndrome de alergia oral: Algunas personas alérgicas al polen pueden experimentar, al comer ciertas frutas o vegetales crudos, una reacción cruzada llamada síndrome de alergia oral. Esto causa picor y hormigueo en la boca y la garganta inmediatamente después de consumir, por ejemplo, manzanas, melocotones, zanahorias u otros alimentos relacionados con pólenes. Si notas cosquilleo en la boca solo al comer alimentos específicos, podría ser una reacción alérgica leve. También alergias a pastas dentales, enjuagues u otros productos bucales pueden generar sensación de ardor o entumecimiento.
  • Efectos secundarios de medicamentos: Ciertos medicamentos pueden dar sensación de boca quemante o adormecida. Por ejemplo, algunos tratamientos para la presión arterial, quimioterapias, o incluso terapias para dejar de fumar pueden alterar la sensibilidad oral.
  • Problemas neurológicos centrales: Aunque es raro que un problema neurológico central afecte solo la boca, condiciones como migrañas, ataques isquémicos transitorios (mini-ictus) o neuropatías periféricas por enfermedades autoinmunes podrían incluir parestesias faciales u orales entre sus síntomas. Si las sensaciones se extienden a otras partes (manos, pies, mitad del cuerpo, etc.), es importante buscar evaluación médica completa para descartar algo a nivel del sistema nervioso central.
  • Infecciones dentales o lesiones locales: En ocasiones una infección profunda de un diente (un absceso) puede irritar un nervio cercano y causar dolor neuralgiforme o adormecimiento en la zona. Del mismo modo, una lesión en la mucosa (por ejemplo, una quemadura fuerte en el paladar) mientras sana puede dar sensación de entumecimiento transitorio.

Como ves, son muchas las posibles causas de esos síntomas nerviosos en la boca. Puede sonar abrumador, pero no te preocupes: a continuación, te explico cómo los profesionales diagnosticamos el origen de estas sensaciones y, lo más importante, qué puedes hacer para aliviarlas y tratarlas según el caso.

Diagnóstico: ¿cómo sabemos si el síntoma es de origen nervioso?

Cuando un paciente llega a mi consulta diciendo “Doctor, siento un hormigueo raro en la boca” o “tengo media lengua dormida”, el primer paso es hacer un buen interrogatorio y examen clínico. Te cuento qué haríamos típicamente:

  • Historia clínica completa: Te preguntaremos cuándo empezaron los síntomas y cómo son. ¿Aparecieron de golpe o poco a poco? ¿Son constantes o van y vienen? ¿Hay algo que los desencadene o alivie (por ejemplo, empeoran con el estrés o al comer alimentos calientes/fríos)? También es clave saber si hubo procedimientos dentales recientes, alguna lesión, o si estás tomando medicamentos nuevos. No te sorprendas si también indagamos sobre tu salud general: condiciones como la diabetes, problemas de tiroides, niveles de vitaminas, y por supuesto tu estado emocional (ansiedad, estrés) son parte del rompecabezas diagnóstico.
  • Examen físico bucal y neurológico: Revisaremos cuidadosamente tu cavidad oral: lengua, encías, dientes, mucosas. Buscamos signos visibles: llagas, infecciones, inflamación, áreas con pérdida de sensibilidad al tacto, etc. Un examen neurológico sencillo incluye pruebas como tocar distintas zonas de la boca y cara con un hisopo o un instrumento suave para ver si la sensibilidad es normal en ambos lados, evaluar la fuerza muscular de la mandíbula y comprobar reflejos. Por ejemplo, si me dices que sientes dormido un lado de la lengua, probaré a tocar esa parte y la contraria para ver la diferencia. También chequearemos la salivación, el aspecto de la lengua (si está lisa, roja, con indentaciones de dientes, etc.), ya que algunas pistas pueden orientarnos (una lengua muy roja y lisa puede sugerir deficiencia vitamínica, por ejemplo).
  • Pruebas diagnósticas adicionales: Dependiendo de lo que sospechemos, podríamos solicitar exámenes complementarios:
    • Análisis de sangre: para ver deficiencias nutricionales (niveles de B12, hierro, azúcar en sangre), marcadores de diabetes, función tiroidea, etc. También para descartar infecciones (por ejemplo, candidiasis sistémica) o enfermedades autoinmunes.
    • Estudios de imagen dental: si hubo una extracción o trauma, una radiografía panorámica o una tomografía (CBCT) puede mostrar si hay alguna alteración cerca del trayecto de un nervio dental (como un fragmento óseo presionando, un quiste, etc.).
    • Resonancia magnética (RM): en casos donde se sospecha una neuralgia del trigémino sin causa aparente, una RM cerebral se indica para ver el recorrido del nervio trigémino, descartar compresión vascular o lesiones en el tronco cerebral.
    • Pruebas de conducción nerviosa: muy ocasionalmente, un neurólogo podría realizar estudios para evaluar la función de los nervios faciales, aunque en la práctica para nervios orales específicos no es tan común, suele bastar la clínica.
    • Derivación a especialistas: según corresponda, podemos colaborar con un neurólogo (para neuralgias severas, parestesias inexplicables, sospecha de esclerosis múltiple u otra neuropatía general), con un médico internista o endocrinólogo (si sospechamos problemas metabólicos como diabetes), o con un otorrinolaringólogo (en caso de síndrome de boca ardiente u otros dolores orales difíciles de diagnosticar, a veces se involucra al especialista en ORL para descartar problemas de glándulas salivares, por ejemplo).

El objetivo del diagnóstico es confirmar si el origen es realmente nervioso (neuropático) y cuál es la causa subyacente. A veces, el síntoma puede no ser nervioso en sí: por ejemplo, una sensación de ardor en la lengua podría deberse a una irritación por un diente filoso o a reflujo ácido nocturno. Por eso es importante la evaluación profesional, para no pasar nada por alto.

El diagnóstico se basa en descartar causas: primero verificamos que no haya un problema dental evidente (caries, infección, prótesis irritante), luego consideramos factores sistémicos o de estilo de vida (estrés, medicamentos, deficiencias) y, si todo lo anterior es normal, nos enfocamos en trastornos neurológicos específicos como la neuralgia o el síndrome de boca ardiente. Ten paciencia durante este proceso: a veces toma tiempo y quizá tengamos que probar tratamientos empíricos para ver qué funciona, pero con persistencia lograremos aclararlo.

Tratamientos y recomendaciones según la causa

Ahora sí, hablemos de soluciones. El tratamiento de los “nervios en la boca” dependerá de la causa identificada. Te guiaré por las recomendaciones más habituales en cada situación, basadas en mi experiencia y en la literatura médica:

Manejo del estrés y la ansiedad

Si determinamos que tus síntomas se deben al estrés, el plan se centrará en reducir esa ansiedad y proteger tu boca mientras tanto. Algunas estrategias útiles:

  • Férula de descarga nocturna: Para evitar el daño por bruxismo, suele indicar un protector bucal a medida (férula). Yo misma uso uno y he visto cómo mis pacientes mejoran sus molestias mandibulares al dormir con la férula. Este dispositivo impide que aprietes los dientes con fuerza y relaja la articulación mandibular, aliviando el dolor y previniendo desgaste dental.
  • Ejercicios de relajación mandibular: Te enseñaremos a ser consciente de la posición de tu mandíbula durante el día. Practicar “dejar caer” la mandíbula inferior ligeramente y relajar los músculos faciales cada cierto tiempo puede romper el hábito de apretar dientes. Masajear suavemente las mejillas y sienes también ayuda a descargar tensión.
  • Control del estrés sistémico: Aquí entran técnicas como ejercicios de respiración, meditación, yoga o incluso terapia psicológica breve para manejar la ansiedad. Al bajar tus niveles de estrés general, disminuirán los síntomas físicos (incluido el hormigueo o ardor bucal). Algunas personas requieren apoyo farmacológico temporal (ansiolíticos suaves indicados por el médico) si la ansiedad es muy intensa.
  • Hábitos saludables: Dormir lo suficiente, hacer actividad física regular y evitar estimulantes (cafeína en exceso, tabaco) mejoran la respuesta del cuerpo al estrés. También cuidar la hidratación y usar productos humectantes de boca si presentas mucha sequedad por nervios.
  • Visitas periódicas al dentista: Para vigilar que el estrés no esté causando estragos silenciosos (como fracturas en el esmalte por bruxismo, encías retraídas, etc.). Con limpiezas y revisiones mantendremos tu salud oral en óptimas condiciones mientras trabajas en el control del estrés.

Mi consejo personal: No subestimes el impacto del estrés en tu boca. He visto casos de pacientes jóvenes con encías seriamente dañadas por periodontitis inducida por estrés. La buena noticia es que al tratar la ansiedad de raíz, ya sea con terapia psicológica, ejercicio o cambios en el estilo de vida, los síntomas orales remiten y la boca se recupera. ¡Tu salud mental y tu salud bucal van de la mano!

Tratamiento de la parestesia por daño nervioso (post-dental o traumática)

En las parestesias causadas por procedimientos dentales o lesiones, el manejo dependerá de la gravedad y el tiempo:

  • Observación y paciencia: Muchas lesiones nerviosas mejoran espontáneamente con el paso de las semanas. El nervio, si no fue seccionado completamente, puede regenerarse a razón de milímetros por día. Por eso, si tras una extracción dental notas adormecida la zona, probablemente tu dentista inicialmente sugiera esperar y ver. Eso sí, con seguimiento frecuente para evaluar progresos. Mientras tanto, es importante proteger la zona: por ejemplo, si tienes la lengua dormida, ten cuidado al masticar para no morderte sin darte cuenta; si un lado del labio está entumecido, evita comidas muy calientes que podrían quemarte sin sentirlo.
  • Medicamentos: En algunos casos, recetamos antiinflamatorios o corticoides justo tras la lesión para reducir inflamación alrededor del nervio y favorecer su recuperación. Si hay dolor neuropático (quemazón, descargas), pueden utilizarse medicamentos específicos para dolor nervioso, como la carbamazepina, gabapentina o duloxetina, siempre bajo supervisión médica. Estas medicinas ayudan a calmar los “disparos incorrectos” del nervio mientras sana. También complejos vitamínicos (vitaminas del grupo B) suelen indicarse para nutrir al nervio en regeneración, aunque la evidencia científica de su efectividad es variable, muchos colegas los recomendamos porque son seguros y algunos pacientes refieren mejoría.
  • Terapias físicas y láser: Especialistas en rehabilitación oral o maxilofacial a veces aplican láser de baja intensidad o corrientes de estimulación sobre la zona afectada para intentar bioestimular la reparación nerviosa. La evidencia es limitada, pero anecdóticamente se han visto beneficios en parestesias persistentes. La fisioterapia mandibular (ejercicios de movimiento suave de la lengua, masajes en la zona) también puede contribuir a reentrenar la sensación.
  • Consulta con neurólogo o cirujano maxilofacial: Si pasan varios meses y la parestesia no mejora, se puede acudir a un neurólogo para estudios más profundos, o a un cirujano maxilofacial si se sospecha que quizá haya que reparar quirúrgicamente un nervio atrapado. Esto último es raro, y solo se plantearía en casos donde haya evidencia clara (por imagen, por ejemplo) de un daño estructural que se pueda intervenir. En neuralgias pos-dentales muy rebeldes, a veces se emplean procedimientos como la neurectomía (seccionar una parte del nervio) para eliminar el dolor, pero se sacrifica sensibilidad; es algo extremo y solo considerado cuando el dolor es incapacitantemente crónico.

En la mayoría de situaciones post-dentales, el tiempo es el mejor remedio. He tenido pacientes desesperados los primeros días porque “no sienten la mitad de la boca”, y luego en 2-3 meses recuperaron casi al 100%. Mantén comunicación con tu dentista, sigue sus indicaciones, y informa inmediatamente si notas cambios (para bien o para mal). La mejoría suele ser gradual: primero deja de ser tan intenso el entumecimiento, luego solo hormigueo ocasional, hasta que un día te das cuenta de que ya todo volvió a la normalidad.

Abordaje de la neuralgia del trigémino

La neuralgia trigeminal, por su complejidad y severidad, generalmente requiere manejo conjunto con el neurólogo. Las líneas de tratamiento incluyen:

  • Medicamentos específicos: El medicamento de primera elección suele ser la carbamazepina, un anticonvulsivante que sorprendentemente es muy eficaz reduciendo los choques eléctricos de la neuralgia. Otros fármacos anticonvulsivantes (oxcarbazepina) o neuromoduladores (gabapentina, pregabalina) también se usan. Estos medicamentos se van ajustando en dosis hasta lograr controlar el dolor. Pueden tener efectos secundarios, por lo que el médico supervisará con análisis periódicos (la carbamazepina, por ejemplo, requiere chequeo de función hepática y hemograma).
  • Tratamientos quirúrgicos o procedimientos avanzados: Si los fármacos no logran aliviar suficientemente y la persona sigue con dolores intensos, existen procedimientos neuroquirúrgicos. Uno común es la rizotomía trigeminal (destruir selectivamente parte de la fibra nerviosa responsable del dolor, ya sea con calor, químicos o compresión por balón). Otro, más complejo, es la descompresión microvascular, que consiste en una neurocirugía donde se coloca un separador entre el nervio trigémino y el vaso sanguíneo que lo está comprimiendo en el cerebro. Este procedimiento puede curar o reducir significativamente la neuralgia en casos refractarios. También hay técnicas como la radiocirugía (Gamma Knife) que “queman” el nervio de forma precisa. Estas decisiones se toman con un neurocirujano, evaluando riesgos y beneficios según la edad y salud del paciente.
  • Cuidados y gatillos: Mientras se maneja la neuralgia, se aconseja identificar y evitar en lo posible los desencadenantes. Por ejemplo, usar agua tibia (no fría) para lavar la cara, preferir alimentos blandos y a temperatura moderada, protegerse del viento frío en el rostro con bufanda, etc. También es útil apoyarse en técnicas de relajación, pues aunque el estrés no causa la neuralgia, la ansiedad puede bajar el umbral al dolor y hacer que los ataques se sientan peor.
  • Apoyo psicológico: Vivir con neuralgia trigeminal puede ser muy duro emocionalmente. Recomiendo a mis pacientes buscar apoyo psicológico o grupos de apoyo de personas con la misma condición. Entender que no estás solo/a en esto y aprender trucos de otros pacientes (por ejemplo, cómo se cepillan los dientes para no disparar el dolor) puede marcar la diferencia en tu calidad de vida mientras encuentras el tratamiento adecuado.

Importante: si sospechas que tienes neuralgia del trigémino, no te automediques. Acude al médico. Los medicamentos efectivos son de prescripción y necesitan control. Y recuerda que aunque es una enfermedad crónica, en muchos casos se logra controlar bien con el tratamiento correcto; he visto pacientes recuperar su vida prácticamente normal tras dar con la dosis adecuada de medicación o tras una cirugía exitosa.

Tratamiento del síndrome de la boca ardiente

El síndrome de boca ardiente (SBA) puede ser desafiante, porque no hay una “cura” universal y a veces debemos probar distintas medidas hasta hallar alivio. Algunas recomendaciones y tratamientos que aplicamos son:

  • Tratar causas subyacentes identificadas: Si detectamos una causa secundaria, esa será la prioridad. Por ejemplo, niveles bajos de vitamina B12 o hierro: indicaremos suplementos vitamínicos y dieta adecuada para corregir la deficiencia. Si hay hongos (candidiasis), recetaremos antifúngicos tópicos u orales. Si sospechamos boca seca, evaluaremos causas y posiblemente recomendaremos sustitutos de saliva o fármacos sialagogos (que aumentan la salivación). En diabéticos, un mejor control glucémico puede reducir el ardor. Cada factor contribuyente que podamos corregir, ayudará a reducir los síntomas.
  • Medicación para el dolor neuropático: En SBA primario (cuando no hay causa clara), a menudo utilizamos medicamentos similares a los de la neuralgia, aunque a dosis más bajas. La gabapentina o clonazepam en dosis pequeñas han mostrado ayudar a algunas personas con ardor bucal. De hecho, el clonazepam (un ansiolítico) a veces se indica no solo por la ansiedad que puede acompañar al síndrome, sino también porque chupando una pastilla y dejándola disolver en la boca, puede aliviar el ardor localmente. Otros fármacos que se han ensayado incluyen algunos antidepresivos (amitriptilina, por ejemplo) en dosis bajas por sus propiedades analgésicas neurológicas. Ojo: siempre bajo receta médica, estos tratamientos se personalizan y requieren seguimiento.
  • Enjuagues y productos tópicos: Algunos pacientes obtienen alivio con enjuagues específicos. Por ejemplo, enjuagues con lidocaína viscosa (un anestésico tópico) pueden adormecer momentáneamente la zona y dar un respiro si el ardor es muy molesto en ciertos momentos del día. También preparaciones con capsaicina (sí, el compuesto picante del ají) en dosis controladas se han utilizado porque agotan los neurotransmisores del dolor en la zona y tras el ardor inicial, pueden disminuir la sensación de quemazón a largo plazo. Esto se hace con indicación profesional, no es que vayas a morder un chile picante; más bien suelen ser colutorios formulados en farmacia.
  • Terapias complementarias: Aunque la evidencia es variable, he tenido pacientes que refieren mejoría con terapias como la acupuntura, yoga (por la relajación), o consultando a medicina interna para descartar incluso componentes gastrointestinales (algunos han probado dietas especiales por si hubiera relación con reflujo ácido, con resultados mixtos). Mi postura es: mientras no sea algo riesgoso, todo lo que sume confort vale la pena intentarlo. Eso sí, nunca sustituyas la consulta médica por remedios milagrosos. Úsalos como complemento.
  • Apoyo emocional y paciencia: El SBA puede ser desgastante psicológicamente. Duele, es frustrante no tener una causa tangible que “arreglar” y el tratamiento es de ensayo y error. Por eso, además de las medidas físicas, te brindo apoyo emocional. Conversar regularmente con tu dentista o médico sobre cómo vas, ajustar tratamientos, y quizá incluso contar con apoyo psicológico si te sientes deprimida/o por la situación, es fundamental. No sufras en silencio ni pienses que “es cosa de tu cabeza”, el dolor es real y merece atención. Con el tiempo, muchas personas logran controlar sus síntomas aceptablemente.

Enfoque en otras causas específicas

Para completar, mencionemos brevemente cómo se abordan algunas de esas otras causas mencionadas:

  • Deficiencias nutricionales: Como ya dijimos, corregir la deficiencia con suplementos (B12 intramuscular para quienes tienen anemia perniciosa, suplementos de hierro si hay anemia ferropénica, etc.) suele revertir los síntomas de hormigueo en boca en unas semanas. Igualmente se aconseja mejorar la dieta a largo plazo.
  • Alergia oral: Si identificamos que cierto alimento te causa cosquilleo en la boca, la solución es evitar ese desencadenante o tomar un antihistamínico antes de consumirlo si es algo que no quieres eliminar (aunque lo ideal es evitarlo). Por ejemplo, algunas personas con síndrome de alergia oral pueden comer manzana pelada o cocida sin problemas, pero cruda con cáscara les da reacción – en tal caso, adaptamos la dieta. Un alergólogo puede hacer pruebas para confirmar esas sensibilidades.
  • Medicamentos causantes: Revisaremos con tu médico la lista de medicamentos que tomas. Si sospechamos que uno está detrás del síntoma (por ejemplo, cierto fármaco te reseca demasiado la boca o te da alteración del gusto), se puede evaluar cambiarlo por otra alternativa. No suspendas nada por tu cuenta, pero plantea a tu médico esta posibilidad.
  • Problemas neurológicos mayores: Si las parestesias orales son parte de algo más amplio (digamos, vienen acompañadas de entumecimiento en extremidades, dificultad para hablar, debilidad muscular, etc.), el manejo va enfocado al diagnóstico específico. Podría tratarse de migrañas con aura (se manejan con neurologo y medicación antimigrañosa), esclerosis múltiple (requiere tratamiento inmunomodulador), accidente cerebrovascular (atención urgente y rehabilitación) u otras patologías. En estos casos, tu dentista probablemente será quien detecte que no es solo un tema oral y te derivará inmediatamente al especialista adecuado para tratamiento.
  • Dolor dental de origen nervioso vs. dental común: A veces llega alguien pensando que su dolor es por “nervios” cuando en realidad tenía una caries profunda afectando el nervio del diente (pulpa). Por eso nunca debemos asumir que todo cosquilleo o dolor viene de estrés o neuropatía; primero hay que descartar problemas odontológicos corrientes. Si al final resultara que tienes una caries o pulpitis, la solución es tratar ese diente (empaste, endodoncia) y adiós síntoma. Siempre, siempre comienza por una evaluación dental básica.

Mi experiencia personal y cuándo buscar ayuda

En mis años de experiencia, he visto de todo: desde jóvenes con hormigueo en la lengua por ataques de pánico, hasta abuelas que sufrían en silencio un ardor constante por no saber que existía el síndrome de boca ardiente. Quiero que te quedes con este mensaje: estas sensaciones en la boca, por raras que sean, tienen explicación y la mayoría tienen alguna forma de alivio o tratamiento. No estás exagerando ni “volviéndote loco/a” si notas cosquilleos o adormecimientos; son señales de tu cuerpo pidiendo atención.

Te recomiendo buscar ayuda profesional en estos casos:

  • Si el hormigueo o dolor bucal persiste más de unos días sin causa obvia.
  • Si es muy intenso, progresivo o afecta tu calidad de vida (por ejemplo, te impide comer bien, hablar cómodamente o dormir).
  • Si viene acompañado de otros síntomas preocupantes (dificultad para mover alguna parte, caída de un lado de la cara, lengua muy inflamada, etc.).

Comienza por tu dentista de confianza. Como odontóloga, haré lo posible por identificar la causa o derivarte al especialista correcto. Muchas veces colaboramos con médicos de otras áreas para brindarte un enfoque integral.

Recuerda que mantener buenas prácticas de higiene oral y un estilo de vida saludable es tu mejor aliado para prevenir y afrontar estos problemas. Cepilla tus dientes suavemente (sin olvidar la lengua), usa hilo dental, mantente hidratado/a y acude a tus revisiones periódicas. Y sobre todo, no te quedes con dudas: pregunta, infórmate (¡como lo estás haciendo ahora mismo!), que aquí estoy para ayudarte.

Espero que esta guía te haya brindado claridad y tranquilidad. Si identificaste en estas líneas algo parecido a lo que sientes, ya sabes por dónde puede venir la cosa y qué pasos seguir. A continuación, encontrarás respuestas rápidas a preguntas frecuentes sobre los nervios y hormigueos en la boca, que te pueden terminar de orientar. ¡Cuídate mucho y estoy a tu disposición para lo que necesites!

Preguntas frecuentes

¿Por qué siento un hormigueo en la boca o en la lengua?

El hormigueo bucal suele indicar una irritación o alteración en algún nervio de la zona oral. Las causas pueden ser variadas: desde algo sencillo como ansiedad o estrés (que provoca hiperventilación y cambios fisiológicos generando cosquilleo en labios o lengua), hasta un efecto post-dental (por ejemplo, tras una anestesia o extracción que irritó un nervio), deficiencia de vitaminas (B12 baja, calcio bajo), síndrome de boca ardiente en personas mayores, o incluso una neuropatía más seria como la neuralgia del trigémino (aunque esta última suele manifestarse más con dolor intenso que con hormigueo). En resumen, sentir hormigueo es señal de que un nervio está mandando señales inusuales. Es importante evaluar el contexto: si fue de repente tras el dentista, si aparece cuando estás muy nervioso/a, o si no se va en días, para orientar la causa. Ante la duda, consulta al profesional para estudiar tu caso.

¿El hormigueo en la lengua puede ser por ansiedad?

¡Sí, definitivamente! La ansiedad puede causar hormigueos en distintas partes del cuerpo, y la lengua no es la excepción. Cuando estás muy ansioso/a, respiras más rápido o hiperventilas sin darte cuenta, lo que altera los niveles de dióxido de carbono en sangre y puede producir parestesias (hormigueo o entumecimiento) en extremidades, labios y lengua. Además, la liberación de adrenalina por nerviosismo puede hacer que percibas más sensaciones extrañas. Muchas personas con ataques de pánico refieren sentir “la lengua dormida” o cosquilleo en la boca durante la crisis. La clave para distinguirlo es que, al calmarte y normalizar la respiración, el hormigueo desaparece. Si sospechas que tu lengua hormiguea por ansiedad, intenta técnicas de respiración lenta (inhalar por 4 segundos, exhalar por 6-8 segundos) y verás como en unos minutos mejora. No obstante, si el síntoma persiste en ausencia de ansiedad, busca evaluación médica para descartar otras causas.

¿Qué puedo hacer si después de una extracción dental tengo parte de la boca entumecida?

Lo primero es mantener la calma. Después de una extracción (especialmente de una muela del juicio inferior) es posible que se inflame o dañe ligeramente algún nervio cercano y sientas adormecida una zona (por ejemplo, el labio, mentón o lengua de ese lado). Comunícaselo a tu dentista; probablemente te recomendará observar y darte tiempo para recuperar la sensibilidad, ya que en la mayoría de casos la parestesia es temporal y mejora en unas semanas. Sigue las indicaciones postoperatorias al pie de la letra: toma los medicamentos recetados (antiinflamatorios, vitaminas B si las indicaron), evita masticar por el lado insensible para no morderte, y acude a tus revisiones de control. Si la sensación no mejora en absoluto tras 1–2 meses, tu dentista podría derivarte a un especialista (neurólogo o cirujano maxilofacial) para evaluaciones adicionales. Pero te repito: en mi experiencia, la gran mayoría de pacientes recuperan la sensibilidad gradualmente. La paciencia y los cuidados son fundamentales en este periodo de recuperación.

¿Cómo se trata el daño de un nervio dental?

El tratamiento de un nervio dental dañado depende de qué entendamos por “dañado”. Si te refieres a un nervio dental interno (la pulpa dentro del diente) afectado por caries o traumatismo, el tratamiento es la endodoncia (popularmente conocida como “desvitalizar el diente” o tratamiento de conducto) para retirar ese nervio enfermo y eliminar el dolor. Ahora bien, si hablamos de un nervio lesionado en la mandíbula o encía (por ejemplo el nervio mandibular tras una cirugía), no hay una “cura” instantánea. En este caso, el manejo es conservador: medicación para controlar síntomas (analgésicos, fármacos para dolor neuropático si duele, o corticoides si hay mucha inflamación), suplementación vitamínica, fisioterapia y esperar la regeneración natural. En raros casos de sección completa del nervio, algunos cirujanos intentan reconexiones microquirúrgicas, pero el éxito varía. Lo importante es que un profesional evalúe el tipo de daño. Si simplemente tienes un diente con el nervio inflamado (pulpitis), entonces la solución es dental (empaste o endodoncia). Si es un nervio periférico de la boca dañado, el tratamiento será más parecido al que comentamos para parestesias: tiempo, medicamentos y seguimiento.

¿Cuándo debo preocuparme por los síntomas de nervios en la boca y acudir al médico de inmediato?

Aunque la mayoría de las veces estas sensaciones no señalan una emergencia, hay situaciones en las que debes buscar atención médica rápidamente:

  • Si de pronto notas parálisis o debilidad en parte de la cara junto con el entumecimiento de la boca (podría ser algo como una parálisis de Bell o incluso un síntoma de derrame cerebral – en este último caso, sería urgencia hospitalaria, especialmente si se acompaña de dificultad para hablar o mover un brazo).
  • Si el dolor en la boca o cara es insoportable, súbito y no cede con analgésicos comunes, o si afecta tu nutrición porque no puedes comer. Un dolor trigeminal agudo merece atención para controlarlo.
  • Si ves lesiones preocupantes junto al hormigueo – por ejemplo, úlceras grandes, áreas blancas o rojas persistentes, hinchazón importante – ya que podría indicar una infección o condición que necesita tratamiento específico cuanto antes.
  • Si el entumecimiento apareció tras un golpe fuerte en la mandíbula: podrías tener una fractura o daño serio que requiera intervención pronto.
  • En general, cuando el sentido común o tu intuición te digan que “esto no es normal”. Nunca está de más consultar. Es preferible una visita preventiva (que quizá confirme que todo está bien o es temporal) a dejar pasar algo serio por restarle importancia.

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Espero que con este artículo te haya quedado todo mucho más claro sobre los nervios en la boca, sus síntomas y soluciones. ¡Gracias por leer y hasta la próxima! Cuida tu salud bucal y no dudes en consultar ante cualquier inquietud.

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Odontóloga General y Estética en Clínicas Cleardent
Con una sólida formación en odontología general, endodoncia y técnicas estéticas como el uso de ácido hialurónico, la Dra. Alicia Martín brinda atención completa y especializada en Clínicas Cleardent. Su pasión por la salud bucodental y su compromiso con el bienestar de sus pacientes se refleja en su participación en campañas educativas para promover hábitos de higiene oral. La Dra. Martín se asegura de que cada tratamiento esté adaptado a las necesidades de sus pacientes, ofreciendo siempre un enfoque profesional y actualizado.

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