
Desde la medicina integrativa, cada diente forma parte de un sistema interconectado: una infección dental crónica puede afectar órganos distantes, y una disfunción en un órgano puede reflejarse en un diente concreto.

La aparición de puntos blancos en la boca puede generar preocupación y dudas sobre su origen. Estas manchas o lesiones pueden tener múltiples causas, desde las más comunes como las aftas bucales hasta condiciones más específicas como la candidiasis oral o la leucoplasia. Es importante conocer las diferencias entre cada tipo, sus síntomas característicos y cuándo es necesario buscar atención médica profesional para un diagnóstico preciso.

Cuando un paciente acude preocupado por una manchita o bolita blanca en la encía o en la lengua, entiendo su inquietud. A veces estas manchas blancas en la boca son algo benigno y pasajero, como una llaga por haberse mordido accidentalmente; otras veces pueden indicar una infección (por ejemplo, un hongo oral o candidiasis) u otra condición que merece atención. En este artículo aclararé todas tus dudas sobre las lesiones bucales de color blanco: desde sus causas posibles, cómo se diagnostican, cuándo debes preocuparte, hasta las opciones de tratamiento y prevención. Al final, encontrarás también una sección de preguntas frecuentes que he recopilado a partir de las inquietudes más comunes de mis pacientes. ¡Comencemos!
Como dentista, he observado que la aparición de puntos o manchas blancas en la boca puede deberse a diversas causas, que van desde las más inofensivas hasta algunas que requieren seguimiento médico. A continuación, te explico las causas más comunes, con ejemplos y cómo suelen manifestarse, para que puedas identificar qué podría estar ocurriendo en tu caso:
Una de las causas frecuentes de manchas blancas en la boca es la candidiasis oral, también conocida como muguet u hongo oral. Es una infección causada por el hongo Candida albicans, el cual normalmente vive en nuestra boca en pequeñas cantidades. Cuando algo altera el equilibrio (por ejemplo, tras tomar antibióticos, por defensas bajas o si padeces diabetes), el hongo puede crecer en exceso. Esto produce parches blancos cremosos en la lengua, el interior de las mejillas e incluso en el paladar o encías. Estas lesiones blancas suelen verse como placas ligeramente elevadas, con apariencia de requesón o queso cottage, y pueden extenderse hacia la garganta o las amígdalas en casos más avanzados.
En adultos sanos la candidiasis oral no suele ser peligrosa, pero puede causar mucha molestia: ardor, sabor desagradable, lengua blanca, resequedad y hasta dificultad para tragar si las placas son extensas. Un dato importante es que estas manchas se pueden desprender al rascarlas suavemente, dejando a veces la mucosa roja o sangrante. Si usas prótesis dentales, podrías notar enrojecimiento debajo de ellas o grietas en las comisuras de los labios asociado al hongo. La candidiasis es más común en bebés y personas mayores, pero como adulto puedes presentarla si tienes el sistema inmune comprometido, si estás bajo tratamiento con corticoides inhalados (por ejemplo, para asma, sin enjuagarte luego la boca) o antibióticos prolongados, o si padeces condiciones como VIH/SIDA.
Ejemplo: Imagínate que después de un tratamiento antibiótico fuerte notas tu lengua con parches blancos y sabor extraño; al cepillarla, los parches se desprenden parcialmente. Es muy probable que se trate de candidiasis oral. La buena noticia es que tiene tratamiento sencillo con antifúngicos, como veremos más adelante.
Otra causa muy común de puntos blancos dolorosos en la boca son las aftas, conocidas coloquialmente como llagas o úlceras bucales. Estas lesiones son pequeñas úlcera superficiales de color blanco o amarillento en el centro, con un halo rojo alrededor. Suelen aparecer en la cara interna de las mejillas, en las encías, en la lengua o en el paladar blando. ¡Y vaya que duelen! Aunque son benignas y no contagiosas, pueden ser muy molestas al comer, beber o cepillarte. A diferencia del herpes labial (ampollas por virus que salen en los labios externos), las aftas ocurren dentro de la boca y no están causadas por virus, por lo que no se transmiten de persona a persona.
La causa exacta de las aftas sigue siendo un pequeño misterio médico. En mi experiencia, aparecen con más frecuencia en momentos de estrés, tras alguna mordedura accidental en la mejilla o lengua, o por irritaciones causadas por brackets, prótesis dentales mal ajustadas u otros aparatos. También pueden desencadenarse por ciertos alimentos (muy ácidos o frutos secos, por ejemplo) o como manifestación de deficiencias nutricionales (falta de hierro, ácido fólico o vitamina B12). Incluso cambios hormonales (muchas pacientes reportan más aftas en ciertas fases del ciclo o durante el embarazo) pueden influir. Si tienes aftas recurrentes, conviene investigar factores como anemia o intolerancias alimentarias.
Ejemplo: Supongamos que, tras unos días de mucho estrés en el trabajo, sientes un puntito blanco doloroso en la cara interna de tu mejilla. Te dificulta al comer condimentos o al cepillarte esa zona. Probablemente es una llaga. Estas lesiones típicamente sanan solas en una o dos semanas, aunque ese período puede parecer eterno por la molestia. Más adelante te daré consejos para aliviar el dolor mientras desaparecen.
La leucoplasia es una lesión blanca que merece mención especial. Se trata de parches blancos o grisáceos, espesos y adherentes que aparecen en el interior de la boca, frecuentemente en las encías, la lengua, el interior de las mejillas o el paladar. A diferencia de la candidiasis, no se pueden desprender raspándolos. Suelen NO doler ni causar molestia inicialmente, por lo que a veces pasan desapercibidos. La causa exacta de la leucoplasia es desconocida, pero la vemos con más frecuencia en fumadores (ya sea cigarrillos, puros o incluso personas que mastican tabaco) y en quienes consumen alcohol en exceso. La irritación crónica de la mucosa – por ejemplo, el roce constante de un diente roto o de una prótesis mal ajustada – también puede contribuir a su aparición.
¿Por qué nos preocupa la leucoplasia? En la mayoría de casos no es peligrosa y corresponde a un crecimiento celular benigno como respuesta a la irritación. Pero ojo: en un porcentaje pequeño de casos, estas manchas blancas pueden esconder cambios pre-cancerosos o convertirse con el tiempo en un cáncer oral. Especialmente sospechosa es la leucoplasia que tiene áreas rojas además de blancas (lo que llamamos leucoplasia moteada), ya que tiene mayor probabilidad de transformación maligna. Por ello, siempre insistimos en que toda mancha blanca persistente por más de 2 semanas sea evaluada por un dentista o médico. Es posible que te indiquen una biopsia (un pequeño corte para analizar la lesión al microscopio) y así descartar células anormales.
Ejemplo: Un paciente fumador de 50 años acude a consulta porque notó, al mirarse al espejo, una mancha blanca en la lateral de su lengua que lleva más de un mes ahí. No le duele ni ha cambiado de tamaño desde que la vio. Al examinarlo, pienso en leucoplasia relacionada al tabaco. Le explico que debemos estudiarla: podría ser simplemente una callosidad por el cigarro, pero por seguridad realizaremos pruebas para descartar algo más serio. La detección temprana es la clave aquí.
El liquen plano oral es una condición inflamatoria crónica, de origen autoinmune, que también puede manifestarse como manchas blancas en la boca. Es menos común que las anteriores, pero siendo exhaustivos, quiero que la conozcas. En su forma más frecuente (llamada reticular), el liquen plano produce unas líneas blancas entrelazadas que forman un patrón similar a encaje o red en la mucosa, especialmente en el interior de las mejillas. A veces estas líneas blancas aparecen junto con áreas enrojecidas. Suele no dar síntomas en su variante reticular, por lo que mucha gente ni se percata de que lo tiene, y a menudo se descubre en revisiones de rutina. Existe otra forma de liquen plano (erosivo) donde sí hay llagas rojas dolorosas, y esta variante requiere más atención porque a largo plazo puede aumentar ligeramente el riesgo de cáncer oral.
El liquen plano no es contagioso y su causa es una reacción del sistema inmune contra las células de la boca por razones desconocidas. Si bien no tiene cura definitiva (porque es un trastorno inmune crónico), sus síntomas se pueden controlar con medicación tópica cuando molestan, y con revisiones periódicas para vigilar que no surjan complicaciones.
Ejemplo: En una revisión, descubro que una paciente de 45 años, sin síntomas, tiene unas finas estrías blancas en la mucosa de sus mejillas con aspecto de encaje. Ella nunca lo había notado. Le explico que parece ser liquen plano oral en su forma más benigna, que por ahora no necesita tratamiento, solo mantener controles para observarlo. Esta información la tranquiliza mucho al saber que no es algo peligroso en su caso.
A veces, lo que las personas describen como “puntitos blancos en las encías” resulta ser una acumulación localizada de placa bacteriana o sarro (cálculo dental) sobre la superficie de la encía o entre los dientes. La placa dental es una película blanquecina compuesta de restos de comida y bacterias que se forma si la higiene oral es insuficiente. Cuando se endurece y mineraliza, aparece el sarro, que puede verse blanquecino o amarillento. Estos depósitos pueden dar el aspecto de manchas claras sobre la encía o en la base de los dientes. Por lo general, van acompañados de enrojecimiento o inflamación de la encía alrededor (gingivitis). No suelen doler directamente, pero a largo plazo causan problemas como caries o enfermedad periodontal.
Ejemplo: Si notas pequeñas manchas blancas alrededor de la unión diente-encía, especialmente en los dientes frontales inferiores (donde más sarro se acumula), podría ser simplemente cálculo dental. La solución es una buena limpieza dental profesional. Tras la profilaxis, esas “manchitas” desaparecen y la encía recupera su color rosado saludable. Mantener una correcta higiene bucal diaria previene que reaparezcan.
La irritación continua de los tejidos de la boca puede hacer que estos reaccionen volviéndose más gruesos o blanquecinos en la zona de contacto. Por ejemplo, si tienes un diente astillado que roza siempre el mismo lugar de la mejilla, o una dentadura postiza mal ajustada que frota la encía, es común que aparezca ahí una zona blanquecina engrosada. Muchas veces esto es simplemente una queratosis por fricción, una especie de “callo” en la mucosa oral. Suele presentarse como una placa blanca plana que no duele. En cuanto se elimina la causa irritativa (puliendo el diente que rozaba, ajustando la prótesis o el bracket), la lesión suele desaparecer en unas semanas. Si persiste, habría que evaluarla como posible leucoplasia, ya que como mencionamos, la irritación crónica está detrás de muchas leucoplasias.
También el quemarse con alimentos calientes (¿quién no se ha quemado el paladar con una pizza muy caliente?) puede dejar después una capa blanca en la zona afectada, que es tejido muerto. Esa capa generalmente se desprende por sí sola al cabo de un día o dos, dando paso a un tejido nuevo sano. Es decir, una quemadura química o física en la boca (por sustancias muy fuertes o calor) inicialmente puede lucir blanca, pero será transitoria.
Ejemplo: Un caso típico es el de pacientes con brackets (ortodoncia): a veces la cara interna de sus mejillas presenta líneas blancas debido al roce constante con los aparatos. Esto coincide con lo que llamamos la “línea alba” (una línea blanquecina que muchas personas tienen por morderse o friccionar la mejilla de forma involuntaria). No es grave, y solemos recomendar protectores de cera sobre los brackets para minimizar ese roce. En cuanto se retira el aparato, la mucosa suele normalizarse.
Aunque es menos común identificarlo a simple vista, ciertas deficiencias de vitaminas o minerales pueden reflejarse en la boca con lesiones o cambios de color. Por ejemplo, la falta de hierro (anemia ferropénica) se ha asociado con la aparición de llagas bucales recurrentes o una palidez extrema de la mucosa que puede dar aspecto blanquecino. También la deficiencia de vitamina B12 o de ácido fólico puede provocar úlcera frecuentes en la lengua y mejillas. Si notas puntos blancos que se ulceran a menudo y además has estado cansado, débil o con uñas quebradizas, conviene investigar con tu médico posibles déficits nutricionales o enfermedades autoinmunes (como la enfermedad celíaca, que a veces se manifiesta con aftas recurrentes).
Por otro lado, enfermedades sistémicas como el lichen planus (ya descrito), el lupus eritematoso o incluso alteraciones gastrointestinales pueden dar signos en la boca. Por eso, cuando vemos lesiones inusuales, además de tratar el síntoma local, indagamos en la salud general del paciente.
Ejemplo: Una paciente menciona que le salen llagas blancas muy a menudo y se siente extremadamente fatigada. Al conversar, descubrimos que tiene reglas muy abundantes (posible causa de anemia). Efectivamente, sus análisis muestran baja en hierro. Tras suplementarla y mejorar su nutrición, sus aftas disminuyen notablemente en frecuencia.
No debemos olvidar que una infección dental también puede manifestarse como un punto blanco en la encía. Cuando hay un absceso (una acumulación de pus) debido a una caries profunda o enfermedad periodontal, a veces el pus busca salida a través de la encía formando un granito blanco o amarillo en la encía cerca del diente afectado. A este hallazgo lo llamamos fístula dental. Suele verse como una pequeña bolita o espinilla blanca, a veces con un punto amarillo en el centro, que puede supurar al presionarla.
Si tienes un punto blanco de este tipo en la encía y además el diente cercano duele o late, o sientes sabor desagradable, es muy probable que se trate de un absceso. Esta situación sí requiere atención urgente de un odontólogo para drenar la infección y tratar el origen (ya sea con un tratamiento de conducto –endodoncia– o a veces una pequeña cirugía periodontal, según el caso). Ignorar un absceso puede conducir a una infección más seria e incluso a la pérdida del diente, así que en este caso particular la bolita blanca es una señal de alarma y no solo un tema estético.
Ejemplo: Un hombre nota una bolita blanca indolora en su encía, justo encima de un molar que tenía picado desde hace meses. Al apretarla, sale un poco de pus y luego disminuye. Aunque no le duele mucho el diente, le explico que eso es un absceso dental crónico; necesitamos intervenir con tratamiento (por ejemplo, una endodoncia) para eliminar la infección. Tras el tratamiento, la fístula desaparece y evitamos complicaciones mayores.
Como ves, “punto blanco en la boca” no es un diagnóstico en sí, sino un síntoma o signo que engloba muchas posibilidades. Por eso, el contexto (edad, hábitos, síntomas acompañantes, ubicación exacta, tiempo de evolución, etc.) es clave para orientar qué lo causa.
La evaluación diagnóstica de una mancha blanca en la boca empieza con algo muy sencillo: observar cuidadosamente. Yo suelo preguntarle al paciente detalles importantes: ¿Desde cuándo la has notado? ¿Ha cambiado de tamaño o aspecto? ¿Duele o sangra? ¿Tienes más de una lesión o solo una? ¿Se desprende al rasparla con la uña o gasa? ¿Has tenido fiebre u otros síntomas? ¿Tienes hábitos como fumar o mordisquearte la mejilla? ¿Estás tomando algún medicamento?
Estas preguntas, junto con la exploración clínica (mirar la boca con buena luz, empleando un depresor o espejo dental), suelen darnos muchas pistas. Por ejemplo, si veo placas blancas que se quitan al raspado y dejan la zona roja, casi puedo asegurar que es candidiasis. Si veo una úlcera redonda blanca con halo rojo y el paciente refiere mucho dolor allí, pienso en un afta. En cambio, una placa blanca lisa, indolora y adherida me hace sospechar leucoplasia o una queratosis por irritación crónica.
A veces, sin embargo, la apariencia no es suficiente para distinguir ciertas lesiones. Para estar seguros del diagnóstico, podemos necesitar pruebas adicionales:
El diagnóstico correcto combina la experiencia clínica con las pruebas necesarias. Mi objetivo como profesional es identificar la causa exacta para poder darte el tratamiento adecuado y descartar problemas serios. Nunca te quedes con la duda: si una lesión persiste o te preocupa, consulta con tu odontólogo o médico. Nosotros contamos con las herramientas para investigar a fondo qué ocurre.
Es normal alarmarse al encontrar algo inusual en la boca, pero no todas las manchas blancas son graves. Aquí te indico cuándo realmente conviene que busques evaluación profesional pronto, basándonos en ciertas banderas rojas o características de la lesión:
En definitiva, preocúpate lo suficiente como para buscar orientación cuando veas algo anormal que no se resuelve rápido. Pero no te angusties de más: la mayoría de las veces, como has visto, los puntos blancos tienen solución y no representan un peligro serio si se abordan a tiempo. Mi consejo es: ante la duda, consulta. Una exploración profesional te sacará de dudas y, si hubiera un problema, estarás tomándolo por los cuernos desde el inicio.
El tratamiento de los puntos blancos en la boca va a depender completamente de la causa que esté detrás. No existe una “pomada mágica” única para todas las manchas blancas, porque, como vimos, cada origen es distinto. Te describiré las medidas de tratamiento y soluciones más efectivas según las situaciones más comunes:
Como ves, cada problema tiene su solución específica. Lo importante es acertar con la causa; por eso puse tanto énfasis en el diagnóstico. Un error común es que la gente aplique el remedio equivocado: por ejemplo, alguien piensa que su leucoplasia es “hongo” y se embadurna de antifúngico inútilmente, o al revés, se enjuaga con cosas para aftas cuando en realidad tiene candidiasis (lo cual no la curará). Siempre que dudes, consulta antes de aplicar nada extraño. Y nunca uses productos fuertes no indicados (como agua oxigenada concentrada, cloro, etc.) porque podrías causar una quemadura y agravar la situación.
En mi práctica, suelo brindar instrucciones claras, y hacer seguimiento. En la mayoría de los casos, el paciente mejora con el tratamiento correcto en pocos días y se queda tranquilo. Y si por alguna razón el tratamiento inicial no funciona, no nos detenemos hasta investigar más (realizar pruebas, interconsultar con otro especialista) para dar con la tecla. Tu salud bucal es un trabajo en equipo: tú notas los cambios y acudes, yo te guío y trato, y juntos logramos resolverlo.
Después de haber superado un episodio de puntos blancos o simplemente para evitarlos, la prevención es clave. Como profesional de la salud, me encanta cuando mis pacientes adoptan hábitos que les evitan problemas futuros. Aquí te dejo las mejores prácticas para prevenir la aparición de estas manchas o reducir el riesgo de que vuelvan:
Cuidar la salud de tu boca es parte de cuidar tu salud integral. Muchas de estas recomendaciones no solo evitan puntos blancos, sino también otros problemas como halitosis o caries. Y si a pesar de todo aparece alguna lesión, no te culpes: a veces ocurre incluso en las mejores bocas cuidadas. Lo importante es haber construido el hábito de estar pendiente y consultar a tiempo.
No, existen varias causas posibles. La candidiasis es solo una de ellas (infección por hongos que crea parches blancos removibles). Pero también puede tratarse de una llaga (aftas), de una leucoplasia por irritación crónica, de placa bacteriana en las encías, entre otras. Cada una tiene características propias. Por eso es importante observar otros detalles: si duele o no, si se desprende al raspar, cuánto tiempo lleva, etc. En caso de duda, un profesional podrá distinguir la causa exacta.
Generalmente no es cáncer, pero una lesión blanca indolora y persistente podría ser una leucoplasia, que en pocos casos lleva cambios pre-cancerosos. El cáncer oral inicial a veces luce como una úlcera o mancha roja/blanca que no cura. La única forma de estar seguros es evaluándola: el dentista podría realizar una biopsia si lo ve necesario. La mayoría de las veces resultará algo benigno, pero nunca ignores una mancha que lleva más de 2 semanas sin sanar. Detectar cualquier cambio maligno a tiempo hace una gran diferencia en el pronóstico, así que mejor revisarlo.
Las aftas o llagas bucales tienen algunas pistas distintivas: suelen ser redondeadas u ovales, pequeñas (menos de 5 mm muchas veces), con un centro blanquecino o amarillento y borde rojo. Duelen bastante, sobre todo al rosarlas con comida, el cepillo o la lengua. Aparecen solas o en grupitos, y suelen curar por sí solas en 1 a 2 semanas. No se quitan al raspar (porque realmente es una pequeña herida). En cambio, una placa por candidiasis puede extenderse más ampliamente, suele tener textura de placa espesa, a veces se quita al frotar y típicamente causa más ardor que dolor agudo. Una leucoplasia no duele y se ve como un parche plano y firme al tacto. Si tienes “puntos blancos” en la boca que arden y vienen y van, probablemente sean aftas. Pero si ves que no encaja con este cuadro, mejor que un profesional la identifique.
Depende de la causa. Algunas lesiones menores puedes manejarlas inicialmente en casa: por ejemplo, si es una llaga típica y ya la identificas, puedes hacer enjuagues con agua salada, aplicar gel de aloe vera o alguna crema con benzocaína para el dolor y esperar su evolución. En candidiasis leve, a veces consumir yogurt con probióticos y mantener la boca limpia ayuda mientras consigues el antifúngico recetado. Pero muchas veces necesitarás medicación específica: antifúngicos para hongos, antibióticos para una infección bacteriana, etc., que requieren diagnóstico y receta. Lo que no recomiendo es intentar “raspar” o quemar la mancha por tu cuenta, ni ponerte remedios caseros muy fuertes (limón directo, bicarbonato abrasivo, ajo sin diluir, etc.) porque puedes empeorar la lesión. Si no estás seguro de qué es la mancha blanca, lo mejor es consultar antes de probar tratamientos caseros. Un profesional te indicará si algo casero es suficiente o si necesitas un medicamento.
Si la lesión persiste más de 10-14 días, si aumenta de tamaño, si tiene un aspecto muy irregular o colores mezclados (blanco con rojo), o si viene acompañada de dolor intenso, dificultad para tragar, fiebre u otras molestias generales, deberías acudir lo antes posible. También si notas un bulto blanco que no habías visto antes, especialmente si tienes factores de riesgo como fumar. En resumen, ve al dentista/médico siempre que algo te preocupe o no mejore en poco tiempo. Como decía antes, ante la duda es preferible que te revisen. Una revisión a tiempo puede resolver rápidamente un problema sencillo o detectar tempranamente uno serio. En ambos casos, sales ganando en tranquilidad y salud.



Desde la medicina integrativa, cada diente forma parte de un sistema interconectado: una infección dental crónica puede afectar órganos distantes, y una disfunción en un órgano puede reflejarse en un diente concreto.


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