30 mayo 2025

¿Cómo se hace una limpieza dental profesional paso a paso?

Descubre paso a paso en qué consiste una limpieza dental profesional: cómo la realiza el dentista, qué sentirás, preparación, cuidados posteriores y cada cuánto hacerla.

Como odontóloga con años de experiencia, sé que muchos pacientes llegan a la consulta con dudas e incluso algo de nervios sobre la limpieza dental profesional. Por eso, quiero explicarte de forma clara y cercana en qué consiste una limpieza dental, cómo la realizamos paso a paso, qué puedes sentir durante el procedimiento, cómo prepararte, qué cuidados seguir después y cada cuánto deberías repetirla. Mi objetivo es que al terminar de leer te sientas tranquilo y bien informado sobre tu salud bucal, sabiendo exactamente qué hace el dentista durante una limpieza y por qué es tan importante para la salud de tus dientes y encías.

¿Qué es una limpieza dental profesional y por qué es importante?

Una limpieza dental profesional, también llamada profilaxis dental o higiene dental profesional, es un procedimiento sencillo que realizamos en la clínica para eliminar la placa bacteriana y el sarro acumulados en tus dientes y encías. La placa bacteriana es esa película pegajosa compuesta por restos de comida y gérmenes que se forma constantemente sobre los dientes. Si no se elimina bien con el cepillado diario, con el tiempo esa placa se endurece y se convierte en sarro (también conocido como tártaro), una capa calcificada y adherida que no se puede quitar con el cepillo en casa.

La acumulación de placa y sarro es la principal causa de problemas como las caries y las enfermedades de las encías (gingivitis y periodontitis). Seguramente has oído hablar de la gingivitis, que ocurre cuando las encías están rojas, encías inflamadas y sangrantes; si no se trata a tiempo, puede progresar a periodontitis, una afección más grave que puede incluso causar la pérdida de dientes. Por eso es vital una buena higiene bucal diaria y periódicamente una limpieza profesional: este procedimiento previene la formación de sarro en lugares donde el cepillado no alcanza y ayuda a evitar estas enfermedades bucales.

Aunque te cepilles los dientes correctamente después de cada comida y uses hilo dental y enjuague bucal, siempre quedan rincones difíciles (entre los dientes, debajo de la línea de la encía) donde la placa bacteriana se acumula y termina formando sarro. Solo una limpieza profesional realizada por un dentista o higienista puede eliminar ese sarro adherido. Además de mejorar la salud, la limpieza deja tus dientes más lisos y brillantes, removiendo manchas superficiales de café, té o tabaco, lo que también aporta un beneficio estético (ojo, no es lo mismo que un blanqueamiento, lo explicaremos más adelante).

Los odontólogos recomendamos realizar una limpieza dental profesional al menos una vez al año, idealmente cada 6 meses, como parte de la prevención. De hecho, el Consejo General de Dentistas de España sugiere acudir a una limpieza profesional mínimo una vez al año e incluso cada seis meses para mantener la boca sana. Esto suele coincidir con las visitas de revisión dental rutinarias: en cada revisión semestral o anual, aprovechamos para hacer la profilaxis si es necesaria. En resumen, la limpieza profesional es un hábito clave para mantener tus dientes y encías sanos a largo plazo.

Limpieza dental profesional paso a paso

Una limpieza dental en el consultorio suele durar entre 30 minutos y una hora, dependiendo de cuánto sarro haya que retirar y de tu situación particular. Se trata de un procedimiento indoloro y rutinario, pero muy minucioso. A continuación, te cuento paso a paso cómo realizo una limpieza dental profesional completa:

Paso 1: Evaluación inicial y detección de placa

Cuando llegas a la consulta para tu limpieza, lo primero que hago es un examen bucal completo. Revisaré tus dientes, encías y toda la boca para verificar su estado general. Me fijo si hay caries, zonas de encías inflamadas, sangrado, o alguna pieza con movilidad. También identifico dónde se acumula más placa y sarro. En ocasiones utilizo una solución reveladora de placa (un líquido de color) que pinto sobre los dientes y me muestra claramente las áreas con placa bacteriana acumulada, tiñéndolas de un color visible. Esto me ayuda a localizar los “puntos críticos” que necesitan más atención durante la limpieza. Esta evaluación inicial es muy importante porque así planificamos el procedimiento y nos aseguramos de que no haya ningún impedimento para continuar (por ejemplo, si encontráramos una inflamación severa o algo urgente, lo trataríamos adecuadamente antes de la limpieza).

Paso 2: Eliminación del sarro con ultrasonidos y curetas

Tras la valoración, pasamos a eliminar el sarro que se ha adherido a tus dientes. Para ello utilizo un aparato de ultrasonidos que tiene una punta metálica fina vibratoria y va expulsando agua a presión. Al apoyar esa punta contra el diente, las vibraciones van despegando y rompiendo los depósitos de sarro tanto de la superficie de los dientes como de la zona del cuello del diente (donde termina la encía). Irás escuchando un zumbido agudo y sintiendo unas pequeñas vibraciones; también notarás agua fresca en la boca constantemente, porque el aparato va irrigando para lavar y enfriar la zona. Esto no duele, aunque el sonido y el cosquilleo pueden ser un poco molestos, especialmente si es tu primera vez. Si en alguna zona tienes mucho sarro metido debajo de la encía, introduzco cuidadosamente la punta del ultrasonido un poquito bajo la encía para removerlo. En esas áreas puede haber un leve sangrado de la encía y molestia, sobre todo si estaban inflamadas, pero ten la tranquilidad de que es normal y de que al quitar ese sarro la encía podrá curarse.

Además del ultrasonido, en algunos momentos uso instrumentos manuales llamados curetas o raspadores para rascar suavemente donde el aparato no alcance bien (por ejemplo, alguna rugosidad específica o entre dientes muy apretados). Con paciencia, voy repasando cada diente hasta asegurarme de que no queden depósitos duros adheridos. Al finalizar este paso, habremos retirado la mayor parte de la placa bacteriana y el sarro que estaban causando problemas.

Paso 3: Limpieza interdental con hilo dental

El siguiente paso es limpiar a fondo entre diente y diente, en los espacios interdentales. Para ello pasaré hilo dental por cada espacio entre tus dientes, llegando suavemente hasta debajo del borde de la encía. Esto arrastra cualquier plaquita residual o restos de sarro que hayan quedado escondidos entre los dientes tras el paso del ultrasonido. En áreas donde el espacio es mayor (por ejemplo, si falta un diente o hay separación) puedo usar pequeños cepillos interproximales en lugar del hilo, para barrer bien esos huecos. Este paso es importante porque muchas caries y problemas de encías comienzan entre los dientes, una zona que el cepillo por sí solo no alcanza. Si tus encías estaban sensibles o inflamadas, es posible que veas algún pequeño sangrado al pasar el hilo, pero esto irá mejorando en cuanto esas encías sanen después de la limpieza.

Paso 4: Pulido dental y eliminación de manchas

Con los dientes ya libres de sarro, procedemos a pulir la superficie de cada diente. Para ello uso un instrumento rotatorio (similar al cepillo eléctrico, con una copa de goma suave en la punta) junto con una pasta especial de pulido. Esta pasta profiláctica contiene partículas abrasivas finas, flúor y a veces agentes para pulir y dejar los dientes más brillantes. Voy aplicando la pasta y puliendo diente por diente, especialmente en la cara frontal y trasera de cada uno. El objetivo es alisar el esmalte para eliminar cualquier manchita superficial (por ejemplo las causadas por café, té, vino o tabaco) y dejar la superficie del diente lo más lisa posible. Un diente liso dificulta que la placa bacteriana se vuelva a adherir rápidamente, así que este paso ayuda a prolongar el efecto de la limpieza.

Si tuvieses muchas manchas extrínsecas resistentes (por ejemplo, típicas manchas oscuras de fumador), en lugar de o además del pulido con pasta podríamos usar un aparato de aeropulido. El aeropulido lanza un chorro de agua con bicarbonato de sodio a presión, como una arenilla suave, que “limpia con arena” las manchas sin dañar el esmalte. Esto suele remover las pigmentaciones más rebeldes. Tiene un sabor ligeramente salado y puede ponerse todo un poco pulverizado de agüita alrededor (¡te pondremos gafas de protección y babero, no te preocupes!), pero deja los dientes muy limpios. Tras el pulido, tus dientes se verán muy limpios y sentirás la superficie súper suave al pasar la lengua. Incluso muchos pacientes notan sus dientes un poco más blancos después de la limpieza, aunque hay que aclarar que la limpieza dental no blanquea el diente en el sentido de cambiar su color natural, solo elimina las manchas externas. Un tratamiento de blanqueamiento dental es algo aparte y específico para aclarar el tono, mientras que la limpieza devuelve el diente a su estado limpio natural.

Paso 5: Enjuague, aplicación de flúor y recomendaciones finales

Para finalizar la sesión de limpieza, te pediremos que enjuagues bien tu boca con agua para eliminar los restos de pasta de pulido u otros residuos sueltos. Una vez aclarado todo, normalmente aplicamos un tratamiento con flúor en tus dientes. Esto puede hacerse de dos formas: a veces usamos unas cubetas suaves cargadas con gel de flúor saborizado, que muerdes durante unos 1-2 minutos para que el flúor impregne el esmalte; otras veces aplicamos un barniz de flúor pincelado directamente sobre los dientes. El flúor es un mineral que ayuda a remineralizar y fortalecer el esmalte, haciéndolo más resistente frente a la caries. Tras aplicar el flúor, te indicaremos que no comas ni bebas nada durante, al menos, 30 minutos para que haga su efecto.

En algunos casos también podemos aplicar un gel antiinflamatorio o antiséptico sobre las encías, especialmente si hubo mucho sangrado o inflamación, para ayudar a que se calmen. Esto depende del paciente; por ejemplo, si tenías gingivitis, puede que te recomendemos también un enjuague bucal especial (como clorhexidina) por unos días después de la limpieza.

Por último, antes de darte por terminado, dedicamos unos minutos a orientarte sobre tu higiene oral diaria. A mí me gusta repasar contigo si tienes la técnica de cepillado adecuada, aconsejarte sobre cómo cepillar las zonas donde vimos sarro, recordarte la importancia de usar el hilo dental diariamente y responder cualquier pregunta que tengas. La idea es que te lleves algunos tips personalizados para que mantengas el trabajo de la limpieza el mayor tiempo posible desde casa. ¡Y listo! Con eso habremos terminado tu limpieza dental profesional. Te dejamos con una sonrisa fresca, dientes limpios y la recomendación de volver en unos meses para la siguiente revisión.

¿Duele la limpieza dental profesional? Sensaciones durante el procedimiento

Una de las preguntas más comunes de los pacientes es si la limpieza dental duele. Puedo asegurarte que, en condiciones normales, la profilaxis no es dolorosa. No aplicamos anestesia local para una limpieza rutinaria, precisamente porque no hace falta. La sensación durante el procedimiento suele ser más de molestia leve o incomodidad, pero muy tolerable. Como describí, notarás vibraciones, el sonido agudo del aparato de ultrasonido y quizá alguna sensación de escozor momentáneo si tienes áreas sensibles, pero no debería haber un dolor intenso ni nada parecido.

Cada persona es diferente: si tienes mucha sensibilidad dental (por ejemplo, dientes que te molestan con el frío), es posible que alguna fase, como el ultrasonido o el chorro de agua fría, te resulte desagradable. Pero ten en cuenta que podemos adaptar el tratamiento a ti. Siempre les digo a mis pacientes: “Si algo te molesta mucho, levanta la mano y paramos un momento”. A veces basta con ajustar la potencia del aparato, aplicar un poquito de anestesia tópica (un gel que adormece superficialmente) en cierta zona sensible, o simplemente darte un respiro. Nuestro objetivo es que estés cómodo.

Durante la limpieza profunda (el raspado subgingival en casos de periodontitis) sí utilizamos anestesia local, ya que en ese caso sí sería doloroso trabajar tan por debajo de la encía sin anestesia. Pero de nuevo, eso es en situaciones específicas de enfermedad periodontal avanzada. En una limpieza convencional, repito, no vas a sentir dolor punzante ni nada insoportable. Muchos pacientes incluso se relajan en el sillón escuchando el zumbidito, sabiendo que al terminar tendrán la boca limpia. Otros sienten un poco de sensibilidad durante y justo después. Es normal que, tras la limpieza, los dientes estén algo más sensibles al frío durante un par de días, sobre todo si había bastante sarro (ya que al retirarlo, queda expuesta una zona del diente que antes estaba cubierta). Esa sensibilidad post-limpieza suele ser temporaria y se puede minimizar usando una crema dental desensibilizante por unos días.

En cuanto a las encías, si estaban inflamadas tal vez las notes ligeramente adoloridas o con ligero sangrado el mismo día de la limpieza, pero esto es señal de que hemos removido la irritación (sarro y placa) y tus encías empezarán a mejorar rápidamente. Unas gárgaras con agua tibia y sal por la noche pueden aliviar esa pequeña molestia gingival. En resumen: la limpieza dental profesional no debe doler. Es un procedimiento seguro y tolerable, y cualquier pequeña molestia que pueda surgir la manejamos para que tengas la mejor experiencia posible.

¿Cómo prepararse para una limpieza dental?

Lo bueno de la limpieza dental es que no requiere una preparación especial complicada. Aun así, te doy algunos consejos previos para que tu cita transcurra de la mejor manera:

  • Higiene previa: Es recomendable que acudas a tu cita habiendo realizado tu cepillado habitual en casa. No pasa nada si vienes justo después del trabajo y no pudiste cepillarte en ese momento, nosotros igualmente limpiaremos todo. Pero si tienes oportunidad, llegar con la boca razonablemente limpia (sin restos grandes de comida) siempre ayuda a agilizar el procedimiento y es más agradable para todos.
  • Comidas: Puedes comer algo ligero antes de la cita para no estar con hambre, pero evita comidas muy pesadas justo antes. Tampoco es buena idea venir inmediatamente después de comer algo muy dulce o con colorantes sin cepillarte, porque esa misma comida puede dificultar un poco la limpieza. En resumen, llega cómodo, ni con el estómago vacío ni recién acabando de masticar un bocadillo.
  • Medicaciones y salud general: Informa a tu dentista sobre cualquier condición médica que tengas o medicamentos que estés tomando. Por ejemplo, si padeces algún problema cardíaco que requiera profilaxis antibiótica (cada vez menos común, pero ciertas cardiopatías lo ameritan antes de procedimientos dentales), o si estás tomando anticoagulantes, es importante que lo sepamos. En la mayoría de los casos podremos hacer la limpieza igual sin problemas, pero quizá tomemos precauciones adicionales o nos coordinemos con tu médico. También si eres diabético, epiléptico, hipertenso, etc., son datos que ya deberías haber registrado en tu historia clínica dental, pero nunca está de más recordarlo.
  • Ansiedad o miedo al dentista: Si te pones nervioso/a con las limpiezas o con la consulta dental en general, háznoslo saber. Créeme que es muy común y estamos acostumbrados a ayudar a pacientes con cierto temor. Podemos explicarte todo con más detalle antes de empezar (aunque si estás leyendo esto, ¡ya vas bien informado!), hacer pequeñas pausas durante la limpieza para que descanses, o incluso ofrecerte algún método de relajación. Algunos pacientes se benefician de escuchar música con auriculares durante la limpieza; otros prefieren que les vayamos avisando “ahora viene un poco de agua fría”, etc., para sentirse más tranquilos. Nuestro objetivo es que estés a gusto, así que comunicar tus inquietudes nos ayuda a ayudarte.
  • Tiempo: Reserva suficiente tiempo para tu cita. Como dije, el procedimiento suele durar de 30 a 60 minutos. No vengas con prisa; es mejor que ese día no tengas inmediatamente una reunión importante justo después, por ejemplo. Saldrás con la boca limpia y fresca, pero si dedicas un ratito extra te puedes relajar y aprovechar para preguntarnos cualquier duda pos tratamiento con calma.

En general, prepárate para sentirte mejor! Una limpieza dental es una de las cosas más gratificantes en odontología preventiva: entras con la boca posiblemente algo áspera o con molestias en las encías, y sales con una sensación de limpieza total. Así que ven con la tranquilidad de que no necesitas más que a ti mismo y tu compromiso de mantener luego la higiene.

Cuidados después de una limpieza dental

Tras terminar tu limpieza profesional, hay algunas recomendaciones sencillas que te doy para las horas y días posteriores, con el fin de asegurar la mejor recuperación de tus encías y prolongar los beneficios de la limpieza:

  • Espera antes de comer o beber: Si te hemos aplicado gel o barniz de flúor al final, lo ideal es no ingerir alimentos ni bebidas (excepto agua) durante al menos 30 minutos. Esto permite que el flúor se absorba bien en el esmalte. Incluso si no hubo flúor, esperar un poco antes de comer cosas muy calientes o muy frías puede ser bueno, ya que tus dientes pueden estar algo sensibles inmediatamente después.
  • Dieta y hábitos el mismo día: En las horas posteriores, evita alimentos muy duros, muy calientes o muy picantes si tus encías están sensibles. No es que te vayan a dañar, pero por comodidad puedes preferir comidas más suaves si notaste las encías irritadas. Y algo muy importante: intenta no fumar, al menos en lo que resta del día. El tabaco retrasa la cicatrización de los tejidos y además tus dientes están recién limpios; conviene darles un respiro de humo y nicotina para que las encías se recuperen mejor (¡y para no manchar otra vez los dientes tan pronto!).
  • Higiene oral en casa: Después de una limpieza profesional, algunas personas piensan que ese día no deben cepillarse… ¡Al contrario! Esa misma noche puedes y debes cepillarte tus dientes. Eso sí, hazlo con un cepillo de cerdas suaves, con delicadeza, sobre todo en la zona de la encía que puede estar un poco sensible. Mantén tu rutina de cepillado de dientes correcto (al menos dos veces al día) y no olvides el hilo dental diariamente para evitar que la placa se vuelva a acumular. Piensa que ahora tus dientes están pulidos y lisos, es el momento ideal para reforzar los buenos hábitos. Si tus encías estuvieron sangrando, puede que los primeros días al cepillar o pasar hilo veas un poquito de sangre; no dejes de hacerlo, la tendencia es que cada día sangren menos hasta desaparecer.
  • Tratamientos adicionales: Si el dentista te indicó usar algún enjuague especial (por ejemplo, clorhexidina) o gel antiinflamatorio en las encías tras la limpieza, síguelo según las indicaciones dadas (suelen ser tratamientos temporales, 1 o 2 semanas máximo). También puedes enjuagarte con agua tibia salada (media cucharadita de sal disuelta en un vaso de agua tibia) un par de veces al día los primeros dos días; esto ayuda a disminuir la inflamación y molestia de las encías.
  • Sensibilidad dental temporal: Como comenté, puede haber cierta sensibilidad al frío en dientes que tenían mucho sarro. Para aliviarla, puedes usar una pasta dental desensibilizante (las que contienen nitrato de potasio, por ejemplo) durante unos días. Aplica esa pasta en tus cepillados de la mañana y noche, o incluso puedes frotar un poquito directamente sobre el diente sensible y dejarla actuar unos minutos. Si la sensibilidad fuera muy intensa (lo cual no es habitual), consúltanos; podríamos aplicarte un barniz desensibilizante en la clínica.
  • Disfruta tu sonrisa y mantenla: Al terminar una limpieza, te sentirás los dientes increíblemente limpios, ¡aprovecha esa motivación! Intenta mantener una dieta equilibrada (evitando exceso de azúcares que alimentan la placa) y sigue cuidando tu boca. La idea es que llegues a tu próxima limpieza con la menor cantidad posible de sarro nuevo.

Por lo general, después de una limpieza dental no necesitas medicación ni cuidados especiales más allá de los de rutina. Si acaso hubiéramos hecho una limpieza muy profunda con anestesia, te daríamos instrucciones adicionales (por ejemplo, si se durmieron las encías, no comer hasta que pase el efecto de la anestesia para no morderte, etc.). Pero en una profilaxis estándar, puedes retomar tu vida normal enseguida. Recuerda programar tu siguiente cita de mantenimiento en el intervalo recomendado. Y ante cualquier duda (si, por ejemplo, notaras algo inusual después, que ya digo es raro), no dudes en contactar a tu dentista.

¿Cada cuánto tiempo hay que hacerse una limpieza dental?

La frecuencia con la que debes realizarte una limpieza profesional depende de tu salud bucodental individual, pero en términos generales se recomienda una cada 6 o 12 meses. En mi práctica, aconsejo a la mayoría de los pacientes venir dos veces al año (cada seis meses) para mantener controlada la placa y el sarro. Sin embargo, hay personas con muy poca predisposición a acumular sarro y sin problemas, a quienes una vez al año les va bien. Veamos algunos casos:

  • Pacientes sanos y con buena higiene: Si tus encías están sanas, no sueles tener caries y cuidas muy bien tu higiene diaria, podrías hacerte la limpieza una vez al año sin inconvenientes. Aun así, muchos eligen hacerla cada 6 meses por prevención y porque disfrutan la sensación de limpieza.
  • Personas con tendencia a acumular sarro: Hay quienes, pese a cepillarse bien, forman sarro con más rapidez (puede influir la composición de la saliva, genética, dieta, etc.). En estos casos recomendamos venir cada 4 a 6 meses. Por ejemplo, un paciente que a los 6 meses ya vemos que tiene bastante sarro de nuevo, le pautaremos limpiezas semestrales fijo.
  • Encías delicadas, gingivitis o periodontitis: Si has tenido gingivitis frecuente o estás en tratamiento por periodontitis, las limpiezas deben ser más frecuentes. En enfermedad periodontal controlada solemos hacer mantenimientos cada 3 o 4 meses. Son limpiezas profundas localizadas para mantener a raya la infección. También si tus encías tienden a inflamarse fácilmente, inicialmente puede que hagamos limpiezas más seguidas hasta estabilizar la salud gingival, luego quizás espaciar.
  • Otros casos especiales: Pacientes fumadores (el tabaco favorece la acumulación de sarro y manchas) suelen beneficiarse de limpiezas más frecuentes. Lo mismo personas con ortodoncia fija (brackets) durante el tratamiento, ya que los aparatos hacen más difícil la higiene y se acumula placa con facilidad; a estos pacientes a veces les programamos limpiezas cada 3-4 meses mientras duren los brackets. En el caso de niños, por lo general con las revisiones semestrales es suficiente hacer una limpieza si se detecta placa, enseñándoles higiene. Las embarazadas, como mencionamos, también deberían hacerse al menos una limpieza durante la gestación.

Lo mínimo es una vez al año, pero lo óptimo son dos limpiezas al año (cada 6 meses) para la mayoría de las personas. Así lo respaldan las entidades de odontología preventiva. Por ejemplo, la Sociedad Española de Periodoncia (SEPA) destaca que mantener las encías libres de placa subgingival mediante limpiezas periódicas es esencial para prevenir la periodontitis, y el Consejo General de Dentistas enfatiza la visita anual o semestral al dentista para revisión y limpieza profesional. Tu dentista evaluará tu caso y te indicará la frecuencia ideal; no dudes en preguntarle. Lo importante es ser constante: de nada sirve hacer una limpieza y luego ausentarse 5 años de la consulta. Con regularidad, las limpiezas serán más rápidas, cómodas y efectivas, y tu boca estará siempre saludable.

Tipos de limpieza dental: profilaxis vs. limpieza profunda

No todas las limpiezas dentales son exactamente iguales, ya que depende del estado de salud de tus encías. En términos generales, podemos hablar de dos tipos de procedimientos de higiene profesional:

  • Limpieza dental convencional o profilaxis: Es la que hemos estado describiendo paso a paso. Se realiza en pacientes que no presentan una enfermedad periodontal avanzada. Su objetivo es prevenir: eliminar la placa y sarro supragingival (por encima o justo en el borde de las encías) y el ligeramente subgingival en casos de gingivitis leve. No requiere anestesia, suele hacerla el higienista o dentista en una sola sesión y es parte del mantenimiento rutinario de la salud oral. Todos deberíamos someternos a este tipo de limpieza de forma periódica para evitar problemas mayores.
  • Limpieza profunda (raspado y alisado radicular o «curetaje«): Este es un procedimiento destinado a pacientes que ya tienen periodontitis, es decir, infección de las encías con bolsas periodontales (espacios profundos entre el diente y la encía donde se ha acumulado sarro debajo de la encía). En estos casos, una limpieza convencional se queda corta. Lo que hacemos es una limpieza mucho más minuciosa y profunda: introducimos instrumentos (curetas especiales y puntas de ultrasonido) hasta el fondo de las bolsas periodontales para raspar todo el sarro adherido a las raíces de los dientes y luego alisamos esas raíces (de ahí “alisado radicular”) para que la encía pueda volver a adherirse. Para una limpieza profunda siempre aplicamos anestesia local en la zona a tratar, porque hay que trabajar debajo de la encía y sería molesto sin anestesia. Suelen dividirse por cuadrantes o hemiarcadas (porciones de la boca) en varias sesiones; por ejemplo, primero limpiamos la mitad derecha de la boca y en otra cita la izquierda, o incluso en cuatro citas separadas, para no entumecer toda la boca de golpe y poder hacer un trabajo detallado. Tras un raspado y alisado radicular, las encías necesitan un tiempo de curación; pueden quedar algo doloridas por uno o dos días y se pueden recetar colutorios especiales y analgésicos suaves si hace falta. Este procedimiento permite tratar la periodontitis evitando (o complementando) cirugías, y es fundamental para detener la destrucción ósea que causa la enfermedad periodontal.

En otras palabras, la profilaxis es una limpieza preventiva/mantenedora, mientras que la limpieza profunda o raspado es un tratamiento terapéutico para una enfermedad ya existente. Mucha gente llama coloquialmente «limpieza profunda» a una limpieza normal muy exhaustiva, pero técnicamente reservamos ese término para el raspado periodontal bajo las encías. Si tus encías están sanas o solo con gingivitis leve, con una profilaxis normal estarás atendido; si tienes periodontitis, necesitarás un raspado/alisado radicular.

Quiero enfatizar que una profilaxis a tiempo puede evitar que llegues a necesitar un curetaje. Por eso insistimos tanto en la prevención y las visitas regulares. Y ya que surgió antes: recordemos que una limpieza dental no es lo mismo que un blanqueamiento dental. La limpieza, como has visto, se orienta a la salud: quitar suciedad, bacterias y sarro para prevenir enfermedades, y de paso mejora un poco el aspecto al quitar manchas. En cambio, el blanqueamiento es un procedimiento estético cuyo fin es aclarar el color de los dientes mediante geles químicos. Es común que después de una limpieza tus dientes luzcan más bonitos, y algunas personas combinan ambos procedimientos (primero la limpieza, y otro día el blanqueamiento para partir de dientes limpios). Pero si tu duda era si con la limpieza vas a lograr el “blanco Hollywood” de los anuncios, la respuesta es no: para eso sería el blanqueamiento. Con la limpieza lograrás unos dientes más sanos, libres de sarro y algo más brillantes, que es la base esencial antes de considerar cualquier tratamiento estético.

Preguntas frecuentes sobre la limpieza dental

¿La limpieza dental profesional duele o puede molestar?

No, en general una limpieza dental no duele. Puede haber pequeñas molestias, pero nada que la mayoría de pacientes no puedan tolerar fácilmente. Notarás el ruido del aparato, la vibración y quizás un leve escozor en áreas sensibles, pero no es un dolor punzante ni intenso. En mi experiencia, la gran mayoría de las personas se sorprenden de lo llevadero que es el procedimiento. Además, si en algún momento sintieras dolor, el dentista puede detenerse y aplicar anestesia tópica o local en esa zona, aunque esto rara vez es necesario para una profilaxis común. Así que, puedes acudir tranquilo: te aseguro que la limpieza profesional está pensada para ser efectiva sin hacerte daño.

¿Cuánto tiempo dura una limpieza dental en la clínica?

Suele durar entre 30 minutos y 1 hora. En una boca con poca acumulación de sarro, en media hora podemos terminar. Si hay bastante sarro o manchas que limpiar, nos podemos extender hasta los 45-60 minutos para hacer un trabajo minucioso. Yo, por ejemplo, suelo reservar alrededor de 45 minutos por paciente para una limpieza estándar. Ten en cuenta que si se trata de una limpieza profunda por enfermedad periodontal, entonces se divide en varias sesiones de aproximadamente 1 hora cada una (por cuadrantes o sectores de la boca). Pero una limpieza normal, de una sola sesión, no te tomará más de una hora en el dentista.

¿Cada cuánto debo hacerme una limpieza dental profesional?

Como norma general, cada 6 meses es lo ideal. Dos limpiezas al año mantienen a raya la placa y el sarro en la mayoría de los pacientes. Al menos, hazte una limpieza al año como mínimo. Si dejas pasar más tiempo, es fácil que se acumule demasiado sarro o que alguna caries o problema gingival pase desapercibido. Ahora bien, la frecuencia exacta puede variar: si tu dentista te ha indicado limpiezas más frecuentes (por ejemplo, trimestrales en caso de periodontitis o si tienes mucha predisposición a sarro), sigue sus recomendaciones. Lo importante es la constancia: mejor hacer limpiezas regulares y preventivas que esperar a tener un problema.

¿Puedo hacerme una limpieza dental estando embarazada?

¡Por supuesto! Las limpiezas dentales son seguras durante el embarazo, y de hecho muy recomendables. Durante el embarazo, debido a los cambios hormonales, las encías pueden inflamarse con más facilidad (lo que llamamos gingivitis gestacional). Realizar una limpieza profesional ayuda a prevenir y controlar esa inflamación, evitando que derive en problemas mayores. El momento más aconsejable suele ser el segundo trimestre de embarazo, porque es cuando la madre se suele encontrar mejor (han pasado las náuseas del primero y aún no hay la incomodidad del tercero). Pero si la necesitas en otro momento, también se puede hacer; no hay contraindicación en realizar una profilaxis en cualquier etapa gestacional, siempre y cuando se tomen las precauciones normales (por ejemplo, evitar rayos X si no son urgentes, usar anestésicos seguros si hiciera falta, etc.). Recuerda siempre informar al dentista de que estás embarazada para que todo el equipo esté al tanto. En resumen, una limpieza dental durante el embarazo es una medida saludable tanto para la mamá como para el bebé, ya que una boca limpia reduce incluso el riesgo de parto prematuro asociado a infecciones bucales severas.

¿En qué se diferencia una limpieza dental de un blanqueamiento dental?

Son procedimientos totalmente distintos. La limpieza dental (profilaxis) tiene como objetivo eliminar placa bacteriana, sarro y manchas superficiales para mejorar la salud de la boca y la apariencia natural de los dientes. En cambio, el blanqueamiento dental es un tratamiento puramente estético cuyo objetivo es aclarar el color intrínseco del diente (ese tono amarillento o manchado que puede tener) mediante la aplicación de agentes químicos como el peróxido. Con la limpieza tus dientes recuperan su brillo natural y su superficie queda libre de impurezas, pero no cambia su color base. Con el blanqueamiento, tras aproximadamente 1-3 sesiones con geles blanqueadores, se puede lograr que el tono de tus dientes pase a ser varios grados más blanco que el original. Piensa que incluso para hacer un buen blanqueamiento primero recomendamos hacer una limpieza: así partimos de unos dientes limpios sobre los cuales el gel blanqueador actuará de manera uniforme. Resumiendo: limpieza = salud y brillo limpio; blanqueamiento = color más blanco. Ambos se complementan, pero no sustituyen el uno al otro.

¿La limpieza dental profesional daña el esmalte de los dientes?

No, en absoluto. Esta es una preocupación frecuente, pero puedes estar tranquilo: la limpieza dental no desgasta el esmalte cuando la realiza un profesional entrenado. Los instrumentos de ultrasonido y las curetas están diseñados para eliminar sarro y placa, que son más blandos o menos adheridos que el esmalte. El esmalte de tus dientes es el tejido más duro del cuerpo humano y no vamos a “rasparlo” hasta dañarlo; solo rascamos el sarro que está pegado sobre él. Piensa que lo que puede dañar tus dientes realmente es dejar el sarro mucho tiempo: el sarro favorece la caries y la enfermedad periodontal, esas sí que erosionan y afectan tus dientes y encías. El pulido con la pasta abrasiva tampoco es perjudicial; el abrasivo es muy suave (mucho menos agresivo que, por ejemplo, una pasta blanqueadora de las de uso diario que venden en supermercados). Lo único que hacemos es pulir la superficie para que quede lisa, pero no removemos capas significativas de esmalte ni alteramos la estructura del diente. Así que puedes confiar en que la limpieza profesional es segura. Saldrás con dientes igual de fuertes, solo que sin sarro y más limpios.

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Andrés Rubio cleardent
Odontólogo
Con una sólida formación en odontología general y especialización en estética dental y prótesis sobre implantes, el Dr. Andrés Rubio Palomino brinda un cuidado dental integral y estético en Clínicas Cleardent. Desde 2019, destaca por su enfoque en la mejora continua y su dedicación al aprendizaje, ofreciendo tratamientos que realzan la sonrisa de sus pacientes. Con un estilo de trabajo cercano y responsable, el Dr. Rubio acompaña a cada paciente desde la consulta inicial hasta el final de su tratamiento, asegurando una experiencia de calidad y confianza.

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