
Desde la medicina integrativa, cada diente forma parte de un sistema interconectado: una infección dental crónica puede afectar órganos distantes, y una disfunción en un órgano puede reflejarse en un diente concreto.

Descubre las vitaminas y minerales clave para fortalecer tus dientes y encías. Consejos de odontólogo sobre dieta y cuidados para mejorar tu salud dental.

A lo largo de mi carrera he visto cómo una buena alimentación puede transformar la salud bucodental de mis pacientes. Tal vez te preguntes si realmente las vitaminas y minerales pueden fortalecer los dientes. La respuesta es un rotundo sí. Nuestros dientes (y encías) son tejidos vivos que necesitan nutrientes para mantenerse fuertes y sanos. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud, las enfermedades dentales afectan a miles de millones de personas en el mundo, y muchas de ellas podrían prevenirse con hábitos adecuados, entre ellos llevar una alimentación rica en ciertos nutrientes.
Cuando hablamos de “vitaminas para fortalecer los dientes”, en realidad nos referimos a varios nutrientes esenciales para la salud dental, incluyendo vitaminas y también minerales. Estos componentes ayudan a fortalecer el esmalte dental, mantener las encías saludables y prevenir problemas comunes como las caries, la gingivitis o la sensibilidad dental. Por ejemplo, una dieta pobre (rica en azúcar y ultraprocesados) puede dejar tus dientes desprotegidos, mientras que una alimentación balanceada actúa como un escudo natural para tu boca.
En esta guía te explicaré cuáles son las vitaminas y minerales más importantes para unos dientes fuertes, en qué benefician a tu salud bucal y cómo puedes incorporarlos en tu dieta diaria. Te hablaré en primera persona, como si estuviéramos en mi consulta, para aconsejarte de forma cercana. Mi objetivo es que entiendas cómo nutrir tu sonrisa desde adentro, combinando información científica con consejos prácticos que puedas aplicar en tu día a día.
Antes de comenzar, recuerda que estos nutrientes son un complemento a (no un reemplazo de) los cuidados básicos: una buena higiene oral (ver artículo sobre higiene bucal), visitas regulares al odontólogo y evitar hábitos perjudiciales como el tabaco o el exceso de azúcar. Dicho esto, ¡vamos a ver esas vitaminas y minerales aliados de tus dientes!
Como dentista, siempre recalco a mis pacientes la importancia de ciertas vitaminas para la salud dental. Las siguientes vitaminas cumplen roles fundamentales en la fortaleza de los dientes y encías, y asegurarte de obtenerlas te ayudará a prevenir problemas a largo plazo. Veámoslas una por una:
La vitamina A es conocida por sus beneficios para la vista, pero también es esencial para la salud bucal. Esta vitamina favorece el mantenimiento de las mucosas sanas (por ejemplo, de las encías y el revestimiento interior de la boca) y contribuye a la formación del esmalte dental durante el desarrollo. Además, ayuda a mantener las glándulas salivales funcionando correctamente, lo cual es importante porque la saliva nos protege contra bacterias y equilibra el pH de la boca.
En mi experiencia clínica, he notado que pacientes con deficiencia de vitamina A suelen presentar boca seca o encías más frágiles. ¿Por qué? Porque sin suficiente vitamina A las mucosas se resecan, aumentando la predisposición a infecciones, caries y heridas que tardan en sanar. De hecho, la literatura médica destaca que la vitamina A ayuda en la formación y mantenimiento de dientes y tejidos óseos sanos.
Fuentes de vitamina A: Los alimentos anaranjados son típicamente ricos en vitamina A (en forma de betacaroteno). Por ejemplo, te recomiendo incluir en tu dieta:
Un consejo práctico: Si haces una ensalada, añade zanahoria rallada o espinacas frescas. Y como merienda, un trozo de mango o unas rodajas de melón. Tu boca lo notará porque estarás alimentando tus encías y esmalte con vitamina A de calidad.
Las vitaminas del grupo B (B1, B2, B3, B6, B9, B12, entre otras) son otro pilar de la salud oral. En conjunto, contribuyen a mantener tejidos bucales saludables y a la regeneración celular. ¿Has escuchado que la falta de ciertas vitaminas B produce llagas en la boca? Es verdad: una deficiencia de vitamina B2 (riboflavina), B3 (niacina) o B12, por ejemplo, puede manifestarse con lesiones en la mucosa oral, como labios agrietados, glositis (inflamación de la lengua) o aftas recurrentes. En clínica he visto mejorar a pacientes con estos síntomas simplemente al corregir deficiencias vitamínicas.
Además, las vitaminas B (especialmente la B9 o ácido fólico, y B12) juegan un rol en la salud de las encías. Un nivel adecuado de vitamina B ayuda a prevenir la inflamación gingival y a mantener las encías rosadas y firmes. Por el contrario, bajos niveles pueden favorecer la gingivitis y retardar la cicatrización de heridas en la boca.
Fuentes de vitaminas B: Estas vitaminas se encuentran en una gran variedad de alimentos, así que una dieta balanceada suele cubrirlas. Mis recomendaciones incluyen:
En general, si llevas una dieta variada que incluya proteínas animales y vegetales, estarás obteniendo vitaminas del grupo B. Para vegetarianos o veganos, atención especial a la vitamina B12 (que solo está en alimentos de origen animal); en esos casos podría ser necesario un suplemento bajo recomendación profesional.
La vitamina C es una de las estrellas para fortalecer dientes y encías. Es famosa por apoyar al sistema inmunológico, ¡pero sus beneficios van mucho más allá! En la boca, la vitamina C es clave para la producción de colágeno, que es la proteína que da estructura y firmeza a las encías y otros tejidos conectivos. Piensa que las encías son el “cemento” que mantiene tus dientes en su sitio; si el cemento está débil, los dientes pueden aflojarse. De hecho, una deficiencia grave de vitamina C puede causar escorbuto, cuya señal clásica son encías sangrantes y dientes flojos.
En mi consulta suelo poner un ejemplo sencillo: ¿Has visto qué pasa cuando te cortas y falta vitamina C? La herida tarda más en sanar. Pues en la boca ocurre igual: sin suficiente vitamina C las encías se inflaman con facilidad, sangran al cepillarte y cicatrizan lento. Por eso, para prevenir gingivitis y fortalecer la unión de las encías con el diente, recomiendo asegurar una buena dosis de esta vitamina a diario. Un artículo científico incluso señala que la vitamina C contribuye a disminuir el sangrado de encías y mejora la salud periodontal en general.
Además, la vitamina C es un poderoso antioxidante, lo que significa que combate los radicales libres y reduce la inflamación. Esto podría ayudar a prevenir el avance de la enfermedad periodontal (la forma grave de la gingivitis) y también a mantener sano el tejido óseo que soporta a los dientes.
Fuentes de vitamina C: Nuestro cuerpo no almacena vitamina C, así que necesitamos consumirla regularmente. Por suerte, está presente en muchas frutas y verduras frescas:
Un tip: consume la fruta cruda y las verduras ligeramente cocidas (al vapor por ejemplo) para no perder la vitamina C, ya que es sensible al calor. Notarás cómo con estos hábitos tus encías estarán más fuertes, rosadas y menos propensas al sangrado.
La vitamina D es quizás la más conocida aliada de los huesos, y por extensión, de los dientes (que básicamente son piezas óseas especializadas). Siempre les explico a mis pacientes: “El calcio fortalece los dientes, pero sin vitamina D el calcio no se absorbe correctamente”. Es así de importante. La vitamina D actúa como un facilitador para que el calcio de los alimentos pase al torrente sanguíneo y llegue a mineralizar huesos y dientes. Por lo tanto, sin suficiente vitamina D, tus dientes pueden debilitarse aunque consumas calcio.
¿Qué implica la deficiencia de vitamina D? Diversos estudios la han vinculado con mayor riesgo de caries y enfermedad periodonta. En otras palabras, bajos niveles de vitamina D pueden llevar a pérdida de densidad ósea en el hueso que soporta el diente y a encías más inflamadas. Yo suelo preguntar: ¿tomas suficiente sol? Porque nuestro cuerpo produce vitamina D al exponernos moderadamente al sol. Pacientes que casi no toman el sol o tienen dietas bajas en lácteos/pescado a veces presentan más caries de lo esperado, y al hacer análisis vemos que tenían vitamina D baja. Tras suplementarse o cambiar hábitos, mejoran notablemente.
Fuentes de vitamina D: Obtenemos esta vitamina de dos formas: por síntesis en la piel con la luz solar, y en menor medida a través de algunos alimentos.
Si sospechas que tienes baja la vitamina D (fatiga, defensas bajas, huesos frágiles), coméntalo con tu médico. En casos necesarios, se puede tomar un suplemento de vitamina D bajo supervisión. Pero atención: más no es mejor, esta vitamina se acumula en el cuerpo y un exceso puede ser dañino. Lo ideal es lograr niveles óptimos combinando dieta y un poco de sol. Tu sonrisa se beneficiará: con vitamina D suficiente, ayudas a que el calcio y el fósforo fortalezcan el esmalte de tus dientes y tus huesos mandibulares se mantengan densos y sanos.
La vitamina K suele ser la “olvidada”, pero merece tu atención. Esta vitamina está involucrada en la coagulación de la sangre y en el metabolismo del calcio. ¿Qué tiene que ver con los dientes? Mucho. Por un lado, una buena coagulación significa encías que sangran menos (útil si tienes sangrado gingival frecuente). Y por otro, la vitamina K activa proteínas que llevan el calcio hacia donde se necesita en huesos y dientes. Dicho de otro modo: ayuda a fijar el calcio en la estructura dental.
Aunque los estudios sobre vitamina K y salud dental en humanos son limitados, se sabe que contribuye a prevenir la caries al apoyar la remineralización ósea. En mi práctica profesional, cuando encuentro pacientes con osteoporosis o con dietas muy pobres en vegetales, me fijo también en sus niveles de vitamina K, ya que puede estar todo relacionado (huesos frágiles, problemas periodontales, etc.). Aumentar la vitamina K en la dieta suele formar parte del enfoque para mejorar su salud ósea y dental.
Fuentes de vitamina K: Principalmente proviene de vegetales de hoja verde y ciertas frutas, además de algunos alimentos de origen animal. Incluye en tu lista del supermercado:
Un buen hábito es agregar un puñado de hojas verdes en tus comidas: por ejemplo, echar espinaca picada en un guiso al final de la cocción, o acompañar tus platos con ensalada verde. Así incorporas vitamina K fácilmente. Recuerda también que esta vitamina es soluble en grasa, así que aprovechas más sus beneficios si consumes esas verduras con un chorrito de aceite de oliva (¡ensalada aderezada, nutritiva y lista para tus dientes!).
Nota: Si por alguna razón médica tomas anticoagulantes, habla con tu doctor sobre la vitamina K en tu dieta, ya que interviene en la coagulación. Fuera de ese caso, para la mayoría de personas es un nutriente seguro y beneficioso que no debe faltar en su alimentación.
Ya hemos cubierto las vitaminas, pasemos ahora a los minerales esenciales para la salud dental. Los dientes necesitan ciertos minerales para formarse correctamente y mantenerse duros como una roca (bueno, ¡más duros incluso que la roca en algunos casos!). Cuando no obtenemos suficientes minerales, el esmalte puede debilitarse y aparecer problemas. Estos son los más importantes:
Si hay un mineral que todos asocian con dientes fuertes, ese es el calcio. Y con razón: nuestros dientes (y huesos) están compuestos en buena parte por calcio. El esmalte dental, que es la capa externa del diente, es el tejido más duro del cuerpo gracias a cristales de calcio (hidroxiapatita). El calcio fortalece los dientes y la estructura ósea que los sostiene. Cuando falta calcio, aumenta el riesgo de caries, de pérdida de piezas dentales y incluso de enfermedad periodontal a largo plazo. En niños y adolescentes, una buena ingesta de calcio es vital para que desarrollen dientes y mandíbulas resistentes.
Como anécdota, recuerdo a una madre preocupada porque su hijo tenía varias caries pese a cepillarse bien. Revisando su dieta, casi no consumía lácteos ni otras fuentes de calcio. Le sugerí algunas mejoras alimentarias (y añadimos un suplemento de calcio temporalmente). Meses después, las nuevas piezas dentales del niño salieron más sanas y fuertes, y logramos frenar el avance de caries. Esto reafirma lo que también indica la Asociación Dental Americana (ADA): los niños deben consumir entre 700 y 1000 mg de calcio al día para una salud dental óptima, y en adultos la recomendación suele ser unos 1000 mg diarios.
Fuentes de calcio:
Consejo de odontólogo: Distribuye el calcio a lo largo del día. Por ejemplo, leche o yogur en el desayuno, unas almendras de snack, verdura verde en la comida, y queso como colación. Así tu cuerpo lo absorberá mejor que si tomas una mega dosis de golpe. Y no olvides la dupla vitamina D + calcio; sal un ratito al sol o incluye pescado/¡huevos para activar ese calcio!
El fósforo es otro mineral fundamental para la estructura de los dientes. De hecho, junto con el calcio, conforma la hidroxiapatita que da dureza al esmalte y a la dentina. El fósforo ayuda a proteger y reconstruir el esmalte dental de forma natural. Además, participa en multitud de procesos metabólicos. No suele hablarse mucho de él, porque la mayoría de personas obtiene suficiente fósforo sin darse cuenta (está presente en muchos alimentos). Sin embargo, en dietas muy desequilibradas podría faltar, y entonces el organismo no aprovecha bien el calcio.
En términos prácticos, mientras tengas una dieta rica en proteínas probablemente tengas fósforo suficiente. Pero no está de más conocer dónde encontrarlo, especialmente si por alguna razón no puedes consumir lácteos (que también son fuente de fósforo aparte de calcio).
Fuentes de fósforo:
Por lo general, no es necesario suplementar fósforo porque, al contrario que el calcio, está ampliamente disponible en la dieta. Solo asegúrate de llevar una alimentación variada con proteínas. Y recuerda: el equilibrio calcio-fósforo-vitamina D es importante. Si consumes mucho fósforo (por ejemplo, bebiendo muchos refrescos tipo cola que llevan fosfatos) y poco calcio, puedes generar un desbalance. Así que modera los refrescos y enfócate en las fuentes naturales mencionadas.
El flúor no es una vitamina ni un nutriente que necesitemos metabólicamente como tal, pero merece un lugar destacado cuando hablamos de fortalecer los dientes. El flúor es un mineral que se integra en el esmalte dental y lo vuelve más resistente a los ácidos que producen las bacterias. Es, digamos, un “refuerzo” para nuestro esmalte que previene las caries de forma muy efectiva. Seguramente has visto que las pastas de dientes contienen flúor, y muchos enjuagues bucales también. Incluso en algunos países se fluora el agua potable comunitaria (en cantidades seguras) para mejorar la salud dental de la población.
¿Cómo actúa el flúor? Tiene tres funciones principales en la protección de los dientes:
Aunque obtenemos flúor principalmente de forma tópica (a través de la pasta dental y enjuagues aplicados directamente sobre los dientes), también hay fuentes de flúor en la dieta que contribuyen. Ojo: no se trata de tomar grandes cantidades de flúor; de hecho, en exceso puede manchar los dientes (fluorosis). Se trata de un aporte pequeño pero constante.
Fuentes de flúor en alimentos:
Mi recomendación principal respecto al flúor es: usa pasta dental con flúor diariamente (es la forma más eficaz de fortalecer los dientes). Y como apoyo, una dieta equilibrada que incluya té y algo de mariscos te dará un extra natural. Por supuesto, si tu dentista lo considera, puede aplicar flúor profesional en la consulta, sobre todo en niños o personas con alta incidencia de caries.
El magnesio es un mineral a menudo subestimado, pero juega un papel crítico en el metabolismo del calcio y del fósforo. Piensa en magnesio como el “orquestador”: sin suficiente magnesio, el cuerpo no maneja bien al calcio ni al fósforo, lo que puede traducirse en esmalte más débil y huesos menos densos. Además, el magnesio contribuye a la formación de la matriz del esmalte y la dentina durante el desarrollo dental, y en adultos ayuda a mantener la dureza del diente.
Desde el punto de vista bucal, un nivel adecuado de magnesio contribuye a la resistencia del esmalte frente a la erosión y el desgaste diario. También puede influir en la salud de las encías indirectamente, ya que el magnesio es antiinflamatorio. He leído estudios que relacionan dietas bajas en magnesio con mayor inflamación sistémica, lo cual podría incluir encías más inflamadas (aunque aquí intervienen muchos factores).
Lo bueno es que el magnesio abunda en muchos alimentos saludables, así que si llevas una dieta rica en vegetales de hoja verde y frutos secos, probablemente estés bien. Sin embargo, dietas muy procesadas (tipo comida rápida y harinas blancas) suelen ser pobres en magnesio.
Fuentes de magnesio:
Personalmente, me gusta hacer batidos verdes con espinaca, leche o bebida vegetal enriquecida, banana y una cucharada de mantequilla de almendras. Este combo es una bomba de magnesio, calcio y potasio, ideal para dientes y huesos. Recuerda que el magnesio funciona en sinergia con el calcio: ambos deben estar presentes en proporción.
El zinc es otro mineral imprescindible para la salud bucal aunque menos mencionado. Sus funciones son variadas: forma parte de enzimas que reparan tejidos, apoya la inmunidad y tiene efecto antimicrobiano local. ¿Cómo beneficia esto a tus dientes? Por un lado, un buen estado inmunitario gracias al zinc ayuda a las encías a combatir bacterias. Y por otro, el zinc se usa en productos de higiene (como ciertas pastas o colutorios) para controlar la placa bacteriana y el mal aliento. También inhibe la formación de sarro, actuando de forma preventiva.
En la consulta, suelo recomendar enjuagues con zinc a pacientes con halitosis (mal aliento) o problemas de placa persistente. Pero desde dentro, asegúrate de no tener deficiencia de zinc, porque su carencia puede manifestarse en mala cicatrización de heridas (por ejemplo, tras una extracción dental) y mayor susceptibilidad a infecciones bucales.
Fuentes de zinc:
La mayoría de personas obtiene zinc suficiente con una dieta mixta. Los grupos de riesgo para deficiencia de zinc son los vegetarianos estrictos (por la menor biodisponibilidad del zinc vegetal) y quienes tienen dietas muy monótonas. Si es tu caso, pon un énfasis especial en las legumbres, frutos secos y considera alimentos fortificados o un suplemento si un profesional te lo sugiere. Con un buen nivel de zinc, tus encías estarán más protegidas y las heridas bucales (como llagas o cirugías) sanarán mejor.
El hierro es famoso por su papel en la sangre (transportando oxígeno), pero poca gente sabe que también influye en la salud bucodental. ¿En qué forma? Un nivel adecuado de hierro ayuda a mantener un sistema inmunológico fuerte; cuando el hierro falta (anemia), nuestras defensas bajan y pueden aparecer infecciones en la boca con más frecuencia. Las encías de personas anémicas a veces lucen más pálidas y pueden doler o ulcerarse con facilidad. Además, el cansancio típico de la anemia puede llevar a descuidar la higiene oral, empeorando el panorama.
En casos de anemia por deficiencia de hierro, he observado pacientes con lengua inflamada (glositis), comisuras de los labios agrietadas y mayor prevalencia de aftas. Todo esto puede mejorar al corregir la anemia. Por ello, aunque el hierro no “fortalece el esmalte” directamente, sí fortalece tu salud general y bucal previniendo condiciones que te hacen más vulnerable (gingivitis, periodontitis, hongos como la candidiasis oral, etc.).
Fuentes de hierro:
Si eres propenso a la anemia (mujeres en edad fértil, por ejemplo, o dietas veganas estrictas), presta atención a estos alimentos. Un truco casero: cocinar en sartén o olla de hierro puede añadir pequeñas cantidades de hierro a la comida. Y siempre que tomes hierro vegetal, combínalo con vitamina C para ayudar a su absorción. Con niveles óptimos de hierro tendrás encías rosadas, menos llagas y mejor resistencia a infecciones bucales.
Además de consumir estas vitaminas y minerales, hay otros hábitos y cuidados que recomiendo a todos mis pacientes para fortalecer sus dientes y preservar esa sonrisa hermosa:
En resumen, fortalecer los dientes es un trabajo de varios frentes: nutrición, higiene y buenos hábitos. Con las vitaminas y minerales adecuados, le das a tus dientes y encías la materia prima que necesitan para regenerarse y mantenerse fuertes. Con una higiene excelente, evitas la acumulación de placa que los debilita. Y con visitas regulares, te aseguras de ir un paso por delante de cualquier problema.
Puedo decir con confianza que, si pones en práctica estos consejos, tu sonrisa estará más sana, tus dientes más fuertes y tus encías más firmes. ¡Se nota por fuera cuando los cuidas desde dentro! Ahora, para terminar, responderé a algunas preguntas frecuentes que suelen surgir sobre este tema de vitaminas y salud dental.
Todas las mencionadas son importantes, pero si tuviera que destacar una, sería la vitamina D, ya que ayuda a absorber el calcio y fortalece tanto dientes como huesos. Sin vitamina D suficiente, el calcio de la dieta no se aprovecha bien en los dientes, aumentando el riesgo de caries y problemas periodontales. Dicho esto, la vitamina C es igualmente crucial para encías sanas, y la vitamina A para el esmalte. En realidad, es la combinación de todas lo que garantiza dientes fuertes: vitamina D + calcio + fósforo + vitamina C + vitamina A (y las demás) actúan en sinergia.
Principalmente aquellos ricos en calcio y vitamina D (lácteos, pescados, huevos), frutas y verduras frescas (por la vitamina C, vitamina A y magnesio), y proteínas magras como carnes y legumbres (por las vitaminas del grupo B, zinc y hierro). Por ejemplo, una dieta “amiga de tus dientes” podría incluir: leche o yogur en el desayuno, frutos secos como snack, una ensalada colorida con espinacas, zanahoria y naranja, un plato de lentejas con verduras, pescado azul a la plancha o al horno, brócoli salteado de acompañamiento, y de postre un kiwi. Estos alimentos aportan nutrientes para la salud dental y además estimulan la masticación y la saliva, lo cual también protege tus dientes. (Como plus, las verduras crujientes como la zanahoria o la manzana ayudan mecánicamente a limpiar los dientes mientras masticas.)
En general, si llevas una dieta equilibrada, no debería ser necesario tomar suplementos específicos para los dientes. Es preferible obtener las vitaminas y minerales de los alimentos, porque así vienen en la proporción adecuada y con otros compuestos beneficiosos. Sin embargo, hay situaciones en las que un suplemento puede ayudar: por ejemplo, si tienes déficit confirmado de vitamina D o B12, si eres vegano estricto (suplementar B12 es obligatorio en ese caso), o si por alguna condición médica no absorbes bien ciertos nutrientes. También en mujeres embarazadas, niños en crecimiento o personas mayores, a veces el odontólogo o médico recomiendan suplementos de calcio y vitamina D para asegurar la salud ósea y dental. Mi consejo: no te suplementes “a ciegas” por tu cuenta. Consulta con un profesional, hazte análisis si es necesario, y si te falta algo, entonces sí, un suplemento bajo supervisión te beneficiará. De lo contrario, céntrate en comer bien que es la mejor “multivitamina” natural.
Por sí solas, las vitaminas no son un escudo mágico, pero son un factor de protección muy importante. Piensa que las caries se producen por bacterias que erosionan el diente; si tu esmalte está fuerte (gracias al calcio, fósforo, vitamina D, flúor) resistirá mejor esos ataques y podrá remineralizarse. Igualmente, unas encías bien nutridas (con vitamina C, A, E, B9, zinc, hierro) serán más resistentes a la inflamación e infección, por lo que es menos probable que desarrolles gingivitis severa o periodontitis. Dicho esto, no podemos olvidar la otra cara de la moneda: si comes muy bien pero no te cepillas, sí puedes tener caries; y si tomas mucha vitamina C pero fumas y nunca te haces una limpieza dental, podrías tener enfermedad de las encías. En resumen, las vitaminas y minerales previenen problemas dentales en conjunto con una buena higiene bucal. Son parte de la estrategia integral de prevención, no un sustituto de los cuidados básicos. Desde mi experiencia, los pacientes que combinan dieta + higiene + controles, son los que prácticamente no tienen caries ni problemas gingivales, o logran revertirlos en fases tempranas.
¿Pueden las vitaminas fortalecer los dientes de los niños en desarrollo?
¡Por supuesto! En niños, una buena nutrición es fundamental porque sus dientes permanentes (y huesos maxilares) se están formando. El calcio y la vitamina D son esenciales para que formen esmalte y dentina fuertes. La vitamina A ayuda a que desarrollen tejidos orales sanos, y las vitaminas del complejo B evitan problemas como aftas o lengua inflamada en los peques. Lo ideal es que los niños obtengan estos nutrientes de la comida: leche o yogur diario, queso, pescado (o aceite de hígado de bacalao en su defecto), muchas frutas y verduras de colores, huevo, pollo, carnes magras, etc. Muchos padres preguntan si dar suplementos a sus hijos; mi respuesta general es: si el niño come balanceado, no hace falta suplemento específico. Solo en casos de niños muy quisquillosos con la comida, vegetarianos estrictos, o con alguna deficiencia diagnosticada, el pediatra podría recetarles un polivitamínico.
La sensibilidad dental (ese dolor breve al comer algo frío, caliente o dulce) suele indicar que el esmalte se ha adelgazado o que la dentina quedó expuesta. No existe “la pastilla de la sensibilidad”, pero ciertos nutrientes pueden ayudar indirectamente. El calcio y el fósforo, junto con la vitamina D, son fundamentales para remineralizar el esmalte. Si tienes desgaste, asegurarte de que en tu dieta no falten estos elementos puede ayudar a tu saliva a reparar microrroturas del esmalte. Asimismo, el flúor es clave: más que una vitamina es un tratamiento, usando pasta dental con flúor o aplicando geles en consulta, refuerzas la superficie del diente y a la larga disminuye la sensibilidad. Otros nutrientes como la vitamina K y el magnesio contribuyen a la salud general del diente, pero su efecto en sensibilidad no es directo, más bien forman parte del equipo que mantiene tus dientes fuertes. Mi recomendación si sufres sensibilidad es: visita a tu dentista para evaluar la causa (desgaste por bruxismo, caries incipiente, retracción de encías, etc.), utiliza pastas desensibilizantes especiales, y a nivel nutricional lleva una dieta rica en minerales (calcio, magnesio, potasio) y baja en ácidos. Por ejemplo, leche, queso, verduras, frutos secos y poca soda/cítricos. Con el tiempo y las medidas adecuadas, esa sensibilidad puede reducirse.
Espero que esta guía te haya sido útil. Integrar vitaminas y minerales en tu alimentación es invertir en tu salud dental a largo plazo. Si cuidas tu dieta, estás cuidando tu sonrisa desde dentro. Y recuerda: siempre puedes consultarme o consultar con tu odontólogo de confianza ante cualquier duda sobre tu caso particular. ¡Tu boca te lo agradecerá con dientes fuertes y encías sanas para toda la vida!



Desde la medicina integrativa, cada diente forma parte de un sistema interconectado: una infección dental crónica puede afectar órganos distantes, y una disfunción en un órgano puede reflejarse en un diente concreto.


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