12 junio 2025

Agujero en la encía con pus: causas, síntomas y tratamiento

Un agujero en la encía con pus indica una infección dental (fístula o absceso). Descubre sus causas, síntomas y cómo se trata para evitar complicaciones y aliviar el dolor.

Si has notado un agujero en la encía del que sale pus, es normal que te preocupes. Como odontóloga, he visto a muchos pacientes en esta situación y entiendo el temor que puede generar. Quiero ayudarte a comprender qué significa ese agujero con pus en la encía, por qué aparece, cómo aliviarlo y, sobre todo, cómo tratarlo de forma adecuada para que recuperes la salud de tu boca. Te hablaré con un tono cercano y profesional, explicando todo paso a paso, como si estuviéramos en la consulta y me hubieras contado tu problema.

¿Qué es un agujero en la encía con pus?

Un “agujero” en la encía con pus suele indicar la presencia de una infección dental que ha encontrado camino de salida. Generalmente corresponde a lo que llamamos una fístula dental o un absceso gingival. En palabras simples, es un pequeño conducto o abertura en la encía por donde el cuerpo drena el pus resultante de una infección.

Imagínate que dentro de la encía hay una acumulación de pus (un absceso). Cuando la presión interna sube, el organismo a veces crea un canal de alivio (fístula) para expulsar ese pus. Esto se manifiesta como un bultito o orificio en la encía que puede supurar líquido amarillo o blanquecino (pus) y deja un mal sabor en la boca. Muchas personas lo describen como un “grano” en la encía que al reventar deja un huequito.

Importante: un agujero con pus no es normal y siempre indica una infección activa. Puede estar asociado a un diente con caries profunda infectada, a una periodontitis avanzada (infección de las encías) u otras causas que veremos enseguida. Aunque a veces no duela mucho en el momento (porque el pus al salir alivia presión), no debes ignorarlo. Es la forma en que tu cuerpo te avisa de un problema que necesita atención.

Principales causas de un agujero en la encía con pus

Existen varias causas por las que puede aparecer una fístula o absceso en la encía. Las más comunes son:

Caries profunda e infección dental

La caries dental no tratada es la causa número uno de abscesos. Cuando una caries avanza hasta el nervio del diente, las bacterias infectan la pulpa dental (la parte viva del diente). Esta infección puede propagarse hasta la raíz y el hueso, formando un absceso periapical. El pus busca salida y crea un agujero en la encía cerca de ese diente afectado.

Por ejemplo, un molar con caries grande puede derivar en un “flemón” (infección con hinchazón de encía o cara) y luego en una fístula que supura. Si ves un puntito blanco o amarillo en la encía junto a un diente con caries, esa es probablemente la causa.

Enfermedad periodontal (encías enfermas)

Otra causa frecuente es la enfermedad de las encías. La gingivitis no tratada puede progresar a periodontitis, que ocasiona destrucción del soporte del diente. En una periodontitis avanzada se forman bolsas periodontales (espacios profundos entre el diente y la encía) donde se acumulan bacterias. Esto puede generar un absceso periodontal, es decir, una infección en la encía que también produce acumulación de pus.

En estos casos el agujero en la encía con pus aparece cerca de la bolsa infectada. Suele ocurrir en personas con encías inflamadas crónicamente, sangrado frecuente y quizás movilidad dental. Es un signo de alarma de que la periodontitis está activa y causando estragos.

Infección por muela del juicio retenida

Las muelas del juicio (terceros molares) parcialmente erupcionadas pueden dar problemas. Si una muela del juicio queda a medio salir y cubierta en parte por encía, es fácil que se acumulen restos de comida y bacterias bajo ese colgajo de encía. Esto provoca una infección llamada pericoronitis, que puede formar pus. A veces se ve como un absceso en la encía alrededor de la muela del juicio.

Además, las muelas del juicio inclinadas o retenidas pueden desarrollar caries en la muela de al lado y desencadenar igualmente un absceso. Por su posición tan atrás, es común no limpiarlas bien y favorecer la infección. Si tu agujero con pus está en la zona posterior de la boca, la muela del juicio podría ser la culpable.

Trauma o lesión en la encía

Aunque menos común, un golpe o herida en la encía puede llevar a una infección si las bacterias aprovechan esa puerta de entrada. Por ejemplo, clavarte una espina o cepillarte muy fuerte causando una herida. Esa lesión puede infectarse y generar un absceso localizado. En este caso el agujero con pus estaría en el sitio del traumatismo.

También puede ocurrir tras una extracción dental complicada: normalmente la encía cicatriza formando un coágulo en el alveolo (hueco) del diente extraído. Pero si ese coágulo se pierde o se infecta (una condición llamada alveolitis), puede haber supuración. No obstante, un agujero post-extracción sin infección no debería tener pus; si lo tiene, hay que tratar esa infección postquirúrgica.

Otras causas sistémicas

Factores generales de salud pueden agravar la situación. Por ejemplo, pacientes diabéticos o inmunodeprimidos son más propensos a infecciones bucales más severas. Aunque la diabetes por sí sola no “crea” un agujero, sí dificulta la curación y puede empeorar una infección periodontal o endodóntica, facilitando que aparezcan abscesos con drenaje de pus. El estrés y una mala alimentación también pueden influir en la salud de las encías, aunque sean factores secundarios.

Síntomas y señales de alarma

Reconocer los síntomas de un absceso o fístula en la encía es importante para actuar pronto. Estos son los signos más comunes a los que debes prestar atención:

  • Supuración de pus: es el signo más evidente. Puedes ver salir un líquido amarillento, blanco o verdoso con mal sabor desde el agujero en la encía. A veces lo notas al presionar la encía o espontáneamente al cepillarte. El pus en la encía es señal clara de infección activa.
  • Bulto en la encía: muchas veces se forma una pequeña protuberancia como un granito o flemón sobre la encía. Puede ser blanco, amarillento o rojizo. Ese bultito suele ser la fístula; cuando drena y revienta, deja el agujerito.
  • Dolor o sensibilidad: un absceso dental suele causar dolor de muela intenso, punzante y constante. Sin embargo, a veces el dolor disminuye en cuanto el pus logra drenarse por la fístula (lo cual no significa que esté curado, ojo). También puedes tener sensibilidad al masticar o al tomar bebidas frías/calientes en ese lado.
  • Enrojecimiento e hinchazón: la encía alrededor estará inflamada, enrojecida y puede sangrar con facilidad. Si el absceso es grande, incluso puede haber hinchazón en la cara a la altura de la zona afectada (mejilla inflamada).
  • Mal aliento y mal sabor: la presencia de pus e infección suele provocar halitosis (mal aliento) y un sabor desagradable en boca. Si notas que a pesar de cepillarte persiste un sabor amargo o metálico, puede ser por el drenaje del absceso.
  • Fiebre o malestar general: en infecciones más avanzadas, el cuerpo puede responder con fiebre, ganglios inflamados en el cuello y sensación de decaimiento. Una infección dental seria puede afectar a todo el organismo. Si tienes fiebre y un absceso en la encía, es un signo de alarma que requiere atención urgente.

¿Y si no hay dolor? A veces la fístula aparece sin mucho dolor porque el pus al salir reduce la presión que causaba el dolor. Puedes simplemente notar el agujerito o un bulto indoloro. Esto no es motivo para ignorarlo; aunque no duela, la infección sigue ahí. De hecho, una fístula indolora a menudo indica que el problema lleva tiempo y el cuerpo se acostumbró, pero necesita tratamiento igual (no esperes a que “duela más” para actuar).

¿Es grave tener una fístula o absceso en la encía?

Tener un agujero en la encía que supura pus siempre debe tomarse en serio. Implica que hay una infección bacteriana activa en tu boca. Si no se trata correctamente, esa infección puede expandirse o agravarse. Algunos posibles riesgos de no tratar un absceso dental a tiempo:

  • Propagación de la infección: Las bacterias pueden extenderse al diente adyacente, a otras partes de la encía e incluso a hueso maxilar. En casos severos, pueden propagarse por vía sanguínea y provocar problemas más graves (como una celulitis facial o infección sistémica).
  • Daño al hueso y pérdida dental: Un absceso crónico puede ir destruyendo el hueso que rodea al diente infectado. Con el tiempo, esto puede hacer que el diente quede suelto. Además, si la infección viene de una caries muy profunda, es posible que el diente ya no se pueda salvar y haya que extraerlo. No tratar equivale a aumentar riesgo de perder el diente.
  • Quiste dental: En abscesos de larga evolución, el cuerpo a veces encapsula la infección formando un quiste en el hueso maxilar. Este quiste puede crecer y dañar estructura ósea. Para eliminarlo, suele requerirse cirugía.
  • Dolor y molestias constantes: Aunque momentáneamente el dolor ceda al drenar, la infección persiste y puede volver a formar absceso, con episodios repetitivos de dolor agudo. Vivir con una fuente de infección en la boca afecta tu calidad de vida: molesta al comer, da mal aliento, duele por temporadas… en fin, una pesadilla evitable con tratamiento.
  • Complicaciones serias (raras pero posibles): En casos extremos, un absceso sin tratar podría derivar en un flemón difuso en cara/cuello, dificultando tragar o respirar, o incluso en una septicemia (infección generalizada). No queremos asustarte, pero es nuestro deber decirte que sí pueden ocurrir complicaciones graves si se deja pasar el tiempo. Afortunadamente, hoy en día es raro llegar a esos extremos porque solemos tratar antes al paciente.

No, no es algo que “se curará solo” ni que convenga dejar pasar. Debes acudir al dentista lo antes posible para atajar la infección y evitar todas estas consecuencias. La buena noticia es que los abscesos dentales tienen tratamiento y podrás solucionar el problema; veámoslo a continuación.

Tratamiento: ¿qué hacer si tengo un agujero en la encía con pus?

Ante un absceso o fístula en la encía, el manejo incluye aliviar los síntomas en casa temporalmente y, sobre todo, tratamiento profesional por el odontólogo. Te detallo los pasos:

Enjuagues caseros de emergencia

Mientras esperas tu cita con el dentista (¡que debe ser pronto!), hay un par de medidas caseras que pueden ayudar a aliviar molestias y mantener la zona limpia:

  • Enjuague con agua tibia y sal: Es el remedio casero por excelencia. Mezcla media cucharadita de sal en un vaso de agua tibia y enjuaga suavemente la boca, haciendo énfasis en la zona afectada, durante 30 segundos. Repite esto unas 2–3 veces al día. La solución salina ayuda a “tirar” de la infección, promueve el drenaje del pus y reduce la inflamación. No va a curar la causa, pero puede darte alivio temporal y mantener la encía más limpia.
  • Infusión de manzanilla o tomillo: Preparar una infusión (té) de manzanilla y usarla fría o tibia como colutorio también puede calmar la encía. Estas hierbas tienen propiedades ligeramente antiinflamatorias y antisépticas suaves. Úsalo igual que el agua con sal, en enjuagues bucales.
  • No pinches ni exprimas la fístula: Aunque ver ese punto de pus puede ser tentador para “reventarlo”, no te recomiendo andar pinchando la encía por tu cuenta. Si el absceso ya drena solo, déjalo drenar con los enjuagues. Si no drena, será tu dentista quien lo haga de forma segura. Manipularlo sin las condiciones adecuadas puede empeorar la infección o lastimar más el tejido.
  • Analgésicos de venta libre: Si tienes dolor, puedes tomar un analgésico como ibuprofeno o paracetamol siguiendo las dosis indicadas. Estos medicamentos ayudan a controlar el dolor y bajan algo la inflamación, haciéndote más llevadero el tiempo hasta el tratamiento definitivo. Ojo: no sustituyen el tratamiento dental; solo compran tiempo.
  • Higiene suave: Continúa cepillándote los dientes, pero con mucha suavidad en el área dolorida. Es importante que la placa bacteriana no siga acumulándose. Usa un cepillo de cerdas suaves; si duele mucho el contacto directo, intenta cepillar alrededor y complementa con los enjuagues mencionados.

Estas medidas no eliminan la infección, solo ayudan a controlarla momentáneamente. Por eso, incluso si sientes algo de mejoría, no canceles tu visita al dentista. Es crucial el siguiente paso.

Tratamiento profesional en el consultorio dental

Tu dentista evaluará la situación y tomará medidas activas para eliminar la infección y sanar la zona:

  • Examen y radiografía: Primero identificaremos cuál es el diente o área infectada. Muchas veces la fístula nos indica el punto, pero con una radiografía confirmamos el origen del absceso (por ejemplo, se ve un ápice dental oscuro indicando infección en la raíz). También revisaremos tu boca para ver si hay caries profundas, bolsas periodontales u otros signos.
  • Drenaje del absceso: La prioridad será drenar el pus acumulado. Si la fístula ya está abierta y supurando, muchas veces basta con aplicar presión suave o ampliar un poquito el conducto para que salga todo el pus. Si el absceso no ha drenado espontáneamente, el dentista realizará una pequeña incisión en la encía bajo anestesia local para abrirlo. Esto alivia rápidamente el dolor al liberar la presión. En algunos casos se inserta una pequeña tira o drenaje temporal para mantener abierta la salida y que siga drenando las próximas horas.
  • Limpieza de la zona infectada: Además del drenaje, hay que limpiar bien el foco. Si el origen es periodontal (encía), se hará una limpieza profunda de la bolsa periodontal afectada: se retira sarro y tejido infectado bajo la encía (curetaje o raspado). Si el origen es endodóntico (dentro del diente), se deberá acceder al interior del diente.
  • Tratamiento del diente causante: Cuando el problema viene de un diente con el nervio infectado, la solución suele ser una terapia de conducto radicular (endodoncia). Consiste en abrir un acceso en el diente, limpiar y eliminar la pulpa infectada, desinfectar bien los conductos y luego sellarlos. Esto elimina la fuente de infección dentro del diente y evita que se vuelva a formar pus. Tras la endodoncia, el diente normalmente se reconstruye con un empaste o corona. Si el diente estuviera destruido sin posibilidad de salvarse, habría que extraerlo. La extracción también elimina la infección, pero se procura salvar el diente con endodoncia siempre que sea viable.
  • Antibióticos prescritos: Dependiendo de la gravedad de la infección, el dentista probablemente recetará un antibiótico. Por ejemplo, amoxicilina con ácido clavulánico, o clindamicina en alérgicos, son antibióticos comunes para abscesos dentales. ¡Ojo! Debes tomar el antibiótico exactamente como indique tu dentista y completar el tratamiento todos los días pautados, aunque a los dos días te sientas bien. Esto es vital para asegurarse de eliminar por completo las bacterias y evitar recaídas o resistencias. Nunca te automediques antibióticos sin consultar, ya que podrías tomar uno inadecuado o en dosis incorrecta.
  • Tratamiento de soporte: Si tenías mucho dolor o inflamación, pueden indicarte además algún antiinflamatorio de farmacia durante unos días. En casos más avanzados (fiebre alta, afectación general) incluso se puede requerir administrar antibióticos vía intramuscular o endovenosa, pero eso solo en situaciones de emergencia hospitalaria. La mayoría de los abscesos dentales se manejan de forma ambulatoria con los pasos anteriores.

El tratamiento profesional busca eliminar la infección de raíz: limpiando la zona, drenando el pus y corrigiendo la causa (ya sea con una endodoncia, limpieza periodontal u otro procedimiento). Una vez hecho esto, el agujero en la encía irá cerrando solo en los días o semanas siguientes, al desaparecer la infección que lo mantenía abierto. Tu cuerpo se encargará de regenerar el tejido de la encía desde dentro hacia afuera.

Cuidados posteriores y seguimiento

Tras el tratamiento dental, es importante que sigas algunas indicaciones para sanar bien:

  • Mantén una excelente higiene oral: cepilla suavemente el área tratada según las recomendaciones de tu dentista. Puede que te indiquen usar un colutorio antiséptico (por ejemplo, con clorhexidina al 0,12%) durante una o dos semanas para mantener la zona desinfectada mientras cicatriza. Esto ayuda a evitar reinfecciones y a que la encía cure más rápido.
  • Alimentación adecuada: los primeros días, opta por alimentos blandos y fáciles de masticar del lado contrario si aún está sensible. Evita comidas muy calientes, muy frías, picantes o duras que puedan lastimar la encía en proceso de curación. Hidratación abundante y una dieta nutritiva rica en vitaminas ayudará a tu cuerpo a recuperarse.
  • No fumar ni beber alcohol: el tabaco y el alcohol dificultan la cicatrización de los tejidos y pueden empeorar la inflamación. Lo ideal es que te abstengas al menos mientras dure la curación activa (y ojalá más, ¡tu salud bucal te lo agradecerá!). Fumar, en particular, está asociado a mala cicatrización de infecciones bucales y puede favorecer que la infección persista.
  • Tomar los medicamentos completos: reitero la importancia de seguir tomando el antibiótico todos los días indicados, aunque ya no tengas síntomas, hasta terminarlo. Igualmente, los analgésicos o antiinflamatorios recetados, tomarlos según pauta aunque te sientas mejor, al menos los primeros días, para mantener controlado el proceso inflamatorio.
  • Acudir a revisión: tu dentista seguramente programará una visita de control. Ahí verificaremos que la infección ha desaparecido, la fístula esté cerrando y que el diente causante esté evolucionando bien (en caso de endodoncia, por ejemplo, se puede tomar otra radiografía de control más adelante). No faltes a tus revisiones, así nos aseguramos de que todo quedó bien.

Si notaras en días posteriores que vuelve el dolor fuerte, la hinchazón o que el pus no cesa, contacta de inmediato con tu odontólogo. A veces puede requerir un drenaje adicional o un ajuste en el antibiótico, pero esto no es común si se siguió bien el tratamiento.

Cómo prevenir futuros abscesos o infecciones en las encías

Una vez superado el susto, querrás evitar que esto te vuelva a pasar. La prevención de abscesos y fístulas se basa principalmente en mantener una buena salud bucodental:

  • Higiene oral rigurosa: cepíllate los dientes al menos dos veces al día con un cepillo de cerdas suaves y pasta dentífrica con flúor. Usa hilo dental o cepillos interdentales diariamente para limpiar bien entre los dientes y la línea de la encía, donde se acumula la placa. Un buen cepillado elimina las bacterias antes de que causen caries o infecciones. No olvides cepillar también la lengua suavemente (muchas bacterias se alojan ahí y causan mal aliento).
  • Visitas periódicas al dentista: acude a tus revisiones odontológicas, idealmente cada 6 meses. En ellas podemos detectar a tiempo una caries incipiente (antes de que llegue a absceso) o una gingivitis antes de que sea periodontitis. Además, te realizaremos limpiezas profesionales para eliminar el sarro que no sale con el cepillado normal. Estas limpiezas previenen las enfermedades de encías. Piensa que ir al dentista regularmente es como llevar el coche al taller para prevenir averías mayores.
  • Tratar a tiempo las caries y problemas gingivales: si notas un pequeño picor o molestia en un diente, o sangrado de encías frecuente, no lo dejes estar. Las caries pequeñas se arreglan con empastes simples; si esperas a que duela mucho, quizás ya esté infectado el nervio. Igual con las encías: si tienes gingivitis, un tratamiento a tiempo evita que evolucione a periodontitis. ¡No esperes a tener un flemón para actuar!
  • Alimentación y hábitos saludables: reduce el consumo de azúcares y harinas refinadas, sobre todo entre comidas, ya que alimentan a las bacterias que causan caries. Llevar una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, proteínas y calcio, fortalece dientes y encías. Mantente bien hidratado. No fumes (el tabaco es enemigo número uno de las encías sanas) y limita el alcohol. Estos hábitos saludables no solo previenen abscesos, también mejoran tu salud en general.
  • Protección contra traumatismos: si practicas deportes de contacto, utiliza protector bucal para evitar golpes que puedan lesionar dientes y encías. Un momento desafortunado puede terminar en diente fracturado e infección, así que más vale prevenir.

Siguiendo estos consejos, disminuyes muchísimo las probabilidades de volver a experimentar un absceso dental. Al final, una boca bien cuidada es la mejor defensa contra el temido agujero con pus.

Preguntas frecuentes

¿Un agujero en la encía con pus es una emergencia dental?

Si bien quizá no sea una emergencia de salir corriendo al hospital (salvo que tengas fiebre alta o mucha inflamación en cara/cuello), sí requiere atención rápida por parte del dentista. Debes pedir cita lo antes posible, idealmente dentro de las primeras 24–48 horas de notar el problema. No esperes semanas. La infección puede expandirse o empeorar en poco tiempo. Ante síntomas como dolor intenso, presencia de pus, fiebre o inflamación notable, es recomendable ser visto de inmediato. Siempre es mejor prevenir complicaciones que lamentarlas, así que considera esta situación urgente en el contexto odontológico.

¿Puedo tratar un absceso en la encía por mi cuenta en casa?

No, al menos no de forma definitiva. En casa solo puedes realizar medidas paliativas (enjuagues con agua salada, tomar analgésicos) que comentamos antes, las cuales ayudan a aliviar temporalmente los síntomas. Sin embargo, ningún remedio casero eliminará la causa de la infección ni sustituye el tratamiento profesional. Por ejemplo, los enjuagues caseros pueden drenar un poco el pus y darte alivio, pero la infección seguirá dentro del diente o encía. Los antibióticos también deben ser indicados por un dentista y acompañados del tratamiento local adecuado (drenaje, limpieza, etc.). Intentar reventar la fístula en casa o tomar antibióticos sin receta puede ser peligroso. La única forma de curar un absceso es acudiendo al odontólogo para que haga el procedimiento necesario.

¿Cuánto tiempo tarda en sanar un agujero en la encía después del tratamiento?

Una vez tratado correctamente (diente reparado o extraído, absceso drenado y con antibiótico), la curación inicial es bastante rápida. En unos pocos días deberías notar gran mejoría: el dolor desaparece, la inflamación baja y deja de supurar pus. El agujerito de la fístula generalmente empieza a cerrarse en 1 a 2 semanas conforme la encía se regenera. Cada caso varía: si la infección fue muy grande, puede tardar un poco más en cerrarse por completo. Lo importante es que te sientas mejor cada día. Tu dentista probablemente programe una revisión en una o dos semanas para verificar que todo va bien. Con la atención adecuada, la mayoría de las personas se recuperan totalmente en un par de semanas o antes.

¿Puede desaparecer un absceso o fístula sin tratamiento dental?

Es muy poco probable que se cure solo. Si bien en ocasiones el bulto drena espontáneamente y uno piensa “ya se me reventó, qué alivio”, la fuente de la infección sigue presente (en el diente o encía) y lo usual es que se vuelva a acumular pus más adelante. Es posible que la fístula permanezca abierta drenando crónicamente pequeñas cantidades de pus; esto podría durar meses sin un dolor agudo constante, pero mientras tanto la infección sigue destruyendo tejido subyacente. En resumen, sin tratamiento, un absceso puede volverse crónico y generar daños mayores. No esperes a que “se cure solo” porque eso casi nunca ocurre en infecciones dentales. Siempre hay que eliminar la causa y eso requiere intervención profesional.

Tengo mucho miedo de ir al dentista, ¿qué puedo hacer?

Entiendo tu inquietud; muchas personas sienten ansiedad, especialmente ante la idea de procedimientos como drenajes o endodoncias. Lo primero es comunicarle tu temor al dentista; te aseguro que estamos acostumbrados y sabemos cómo ayudarte a manejarlo. Podemos explicarte cada paso, usar anestesia adecuada para que no sientas dolor durante el procedimiento, e ir a tu ritmo. Piensa que posponer la visita solo prolongará tu malestar (y podría empeorar la infección, haciendo luego el tratamiento más complejo). Hoy en día los tratamientos para abscesos se hacen con técnicas casi indoloras. Puedes pedir cita a primera hora de la mañana para no anticipar nervios todo el día, practicar respiraciones relajantes antes y después, e incluso preguntar si es posible alguna técnica de sedación consciente si tu caso lo amerita. No dejes que el miedo te impida sanar, tu salud es lo primero. Un buen equipo dental te apoyará para que la experiencia sea lo más llevadera posible.

Espero haber resuelto tus dudas sobre el agujero en la encía con pus y haberte transmitido calma y confianza. Recuerda que aunque asuste ver pus en la boca, con el tratamiento adecuado tiene solución y en poco tiempo estarás bien.

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Alicia Blog 300px
Odontóloga General y Estética en Clínicas Cleardent
Con una sólida formación en odontología general, endodoncia y técnicas estéticas como el uso de ácido hialurónico, la Dra. Alicia Martín brinda atención completa y especializada en Clínicas Cleardent. Su pasión por la salud bucodental y su compromiso con el bienestar de sus pacientes se refleja en su participación en campañas educativas para promover hábitos de higiene oral. La Dra. Martín se asegura de que cada tratamiento esté adaptado a las necesidades de sus pacientes, ofreciendo siempre un enfoque profesional y actualizado.

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Dr. José Bartolomé Lechuga
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