
Desde la medicina integrativa, cada diente forma parte de un sistema interconectado: una infección dental crónica puede afectar órganos distantes, y una disfunción en un órgano puede reflejarse en un diente concreto.

Te cuento mi experiencia sobre esta cirugía y todo lo que debes saber: ventajas, desventajas, riesgos, recuperación, resultados antes y después y consejos.

Hola, soy Luis Leiva Cirujano en Cleardent y que además ha vivido de cerca una cirugía ortognática. Sé muy bien las dudas que tienes ahora mismo. ¿Realmente vale la pena someterse a una operación de mandíbula tan compleja? Yo misma me lo pregunté innumerables veces antes de dar el paso. En este artículo, te explicaré para ayudarte a decidir si la cirugía ortognática es la mejor opción en tu caso. Compartiré ventajas, desventajas, riesgos, proceso de recuperación, cambios estéticos y funcionales e incluso mi propia experiencia personal y clínica. Mi objetivo es que, al terminar de leer, tengas claridad total para tomar una decisión informada y segura.
La cirugía ortognática (o cirugía de los maxilares) es un procedimiento realizado por cirujanos maxilofaciales para corregir la posición de los huesos de la mandíbula y el maxilar. Suele indicarse cuando existe una maloclusión severa (mordida incorrecta) de origen esquelético que no puede corregirse solo con ortodoncia convencional. En otras palabras, si tus dientes no encajan bien debido a que los huesos de tu cara (mandíbula superior o inferior) están desalineados o son desproporcionados, podrías ser candidato/a a esta operación.
Algunos problemas comunes que requieren cirugía ortognática incluyen:
En mi práctica he visto casos en los que pacientes jóvenes y adultos sufrían estas condiciones. Por ejemplo, recuerdo una paciente con mordida abierta que no podía cortar alimentos con los dientes delanteros, y un chico con mandíbula retraída que tenía apnea del sueño y baja autoestima por su perfil facial. Ambos casos fueron más allá de lo estético: afectaban su salud y calidad de vida.
Básicamente, el cirujano realiza cortes controlados en los huesos de la mandíbula (inferior, superior, o ambas) para reposicionarlos correctamente. Todo se hace por dentro de la boca, por lo que no queda ninguna cicatriz visible en el rostro. Luego se fijan los huesos en su nueva posición con placas de titanio y tornillos internos. El resultado es que los dientes encajan correctamente y el perfil facial se vuelve más armónico.
La cirugía ortognática recoloca tus huesos maxilares para lograr una mordida funcional y un rostro equilibrado. Se indica cuando la ortodoncia por sí sola no puede arreglar una discrepancia ósea importante. Si un especialista te la ha recomendado, es porque considera que es la única (o la mejor) manera de solucionar tu problema de forma estable y duradera.
La gran pregunta es si todo el proceso y esfuerzo tendrán resultados que lo compensen. Desde mi experiencia personal y profesional, los beneficios pueden ser enormes. Te resumo las principales ventajas y mejoras que se logran con una cirugía ortognática bien planificada:
En mi experiencia clínica, la gran mayoría de pacientes queda muy satisfecha con la cirugía. De hecho, en centros especializados se observa que más del 90% volvería a operarse porque consideran que valió la pena. Personalmente puedo decirte que no me he arrepentido en absoluto: cada beneficio obtenido hace que el esfuerzo haya merecido la pena.
No sería honesto si no te hablo de los aspectos duros o incómodos de la cirugía ortognática. Tomar la decisión implica conocer también los contras, los riesgos y los sacrificios que conlleva, para que vayas preparado/a. Aquí te los explico con franqueza, basándome en mi vivencia y en lo que les explico a mis pacientes:
A pesar de esta larga lista de incomodidades, te animo a verlas como obstáculos temporales y manejables. Yo enfrenté todos y aquí estoy: sana, feliz con mi nueva mordida y convencida de que lo difícil quedó atrás. La cirugía ortognática, hoy en día, tiene un postoperatorio mucho más llevadero de lo que la gente imagina. Las técnicas modernas permiten que estés solo 1-2 días en el hospital y en pocas semanas haciendo vida casi normal. Si cuentas con buen apoyo de tu familia y sigues las indicaciones médicas, podrás superar esta etapa sin mayores problemas. ¡Ánimo, que el cuerpo humano es sabio y se recupera antes de lo que crees!
Quiero contarte brevemente cómo es todo el proceso de tratamiento, porque entenderlo de principio a fin ayuda a mentalizarse y quitar miedos. Así fue mi recorrido y así suele ser para cualquier paciente:
Algo importante: las placas de titanio suelen quedarse de por vida y no molestan ni pitan en los aeropuertos. Solo se retiran si dieran problemas (raro). Yo ni me acuerdo de que las tengo dentro.
Quiero dedicar un momento a hablar del antes y después, no solo en lo visible, sino en cómo se siente uno. Si pudiera mostrarte mis fotos de antes, verías una persona que no podía mantener la boca cerrada cómodamente (por la mala mordida) y con el mentón retraído. Después de la cirugía, mi perfil cambió de tal forma que por primera vez mis labios cerraban naturalmente y mi mentón estaba alineado con el resto de la cara. ¡Parecía otra persona al mirarme de perfil! Mis familiares y amigos notaron el cambio: “Te ves diferente, pero no sabría decir exactamente qué es… te ves muy bien” me decían. Eso es algo curioso: para uno mismo el cambio es gigante (te costará reconocerte los primeros días), pero para los demás suele ser una mejoría sutil y natural de tu apariencia. En mi caso, todos coincidieron en que seguía siendo yo, solo que con una versión mejorada y más equilibrada de mi rostro.
En definitiva, tu cara sigue siendo tu cara, pero en su mejor versión. Eso sí, hay que adaptarse mentalmente. Te miras al espejo y al principio sientes extrañeza: “¿Esa barbilla es mía? ¿Me reconocerán?”. Es normal un pequeño shock los primeros días o semanas cuando aún estás hinchado/a. En mi experiencia, a las dos semanas empecé a reconocerme más y a los pocos meses ya sentía esa cara como mía al 100%.
La mayoría de mis pacientes me cuentan lo mismo: un breve periodo de adaptación a la nueva imagen, seguido de una enorme satisfacción. Es importante tener apoyo emocional. Hablar con otros operados (hay grupos en redes sociales), con tu familia o incluso con un psicólogo puede ayudar si te sientes abrumado en algún momento. Recuerda que el cambio es para bien y te acostumbrarás gradualmente. Al final, terminarás amando los resultados y preguntándote por qué no lo hiciste antes – ¡te lo digo por experiencia!
Aquí es donde se confirma si mereció la pena: cuando pruebes las mejoras en tu vida diaria. Algunos cambios que noté yo y notan mis pacientes en el “después”:
Podría seguir, pero el mensaje es claro: la cirugía ortognática transforma vidas para mejor, en muchos aspectos. No solo cambia caras, cambia vidas. He visto pacientes tímidos florecer en seguridad tras ver sus resultados, gente que evitaba reuniones ahora disfrutarlas plenamente, o jóvenes que por fin comen y duermen bien y eso les mejora el humor y el rendimiento. En mi caso, pasar por todo esto me ha hecho valorar muchísimo cosas que antes daba por sentadas y apreciar el trabajo de los profesionales que lo hicieron posible.
Después de todo lo expuesto, llega la respuesta definitiva. ¿Mereció la pena para mí y merece la pena para la mayoría de pacientes? Rotundamente sí, merece la pena. Por supuesto, es una decisión muy personal y depende de cuánto te afecte tu problema mandibular. Pero si tu mordida te genera malestar físico o emocional significativo, esta cirugía puede cambiar tu vida de forma radical y positiva.
Hablo desde la doble perspectiva de paciente y profesional: no es un camino fácil ni corto, pero las recompensas al final son enormes. Cada incomodidad temporal se ve compensada con creces por los beneficios permanentes que obtienes en salud, función y autoestima. Como dijo un paciente a los 6 meses de operado: «volvería a hacerlo las veces que hiciera falta, la diferencia es abismal«. De hecho, estudios clínicos reportan que más del 90% de quienes se someten a cirugía ortognática están muy satisfechos y la volverían a hacer, lo que la convierte en una de las intervenciones con mayores índices de satisfacción en medicina.
Por supuesto, debes informarte bien (espero que este artículo te haya aclarado mucho) y contar con un buen equipo médico. Si aún tienes dudas, te aconsejo acudir a una consulta con un cirujano maxilofacial de confianza. Escucha una segunda opinión si lo necesitas. Analiza tu caso concreto: ¿Qué ganas con la cirugía? ¿Qué pasaría si no la haces? En mi caso, entendí que sin cirugía nunca tendría una mordida normal ni la estética deseada, y que con aparatos solo no lo lograría. Esa reflexión me empujó a decidirme.
Al final del día, la decisión es tuya. Tómala con calma pero con conocimiento. Yo estoy aquí para decirte que, si optas por dar el paso, no estás solo/a: muchos hemos pasado por ello y hoy sonreímos felices con el resultado. Si me necesitas, puedes dejar tus preguntas en los comentarios (estaré encantada de orientarte más) o consulta en persona con tu especialista de confianza.
¡Te deseo mucho ánimo y sabiduría para decidir lo mejor para tu salud y tu felicidad! Recuerda: tu nueva sonrisa y una vida sin complejos pueden estar a solo una decisión de distancia.
La recuperación inicial toma unas 2 a 4 semanas para retomar actividades cotidianas ligeras. Sin embargo, la recuperación completa (desinflamación total, fuerza de mordida normal, sensibilidad al 100%) puede tardar de 6 meses a 1 año. A los 3 meses la mayoría de pacientes ya se sienten muy bien, con sólo una ligera inflamación residual. Es importante seguir las indicaciones postoperatorias (dieta blanda, higiene, ejercicios mandibulares suaves si se pautan) para garantizar una buena recuperación. Cada persona cura a su ritmo, pero pasado el año los resultados ya se consideran definitivos.
Curiosamente, no es tan dolorosa como parece. Durante la operación estarás bajo anestesia general, así que no sentirás nada. En el postoperatorio inmediato, los analgésicos controlan el dolor. La mayoría de pacientes (y yo en mi experiencia) reportan más molestias por la inflamación y la incomodidad al no poder masticar que dolor agudo. Sentirás la cara adolorida, como si hubieras recibido un golpe fuerte, pero no un dolor insoportable. Los primeros días hay inflamación máxima, presión interna y quizá algo de dificultad para respirar por la nariz (por la anestesia y la hinchazón). Todo esto se alivia con medicación y va mejorando día a día. En resumen: duele menos de lo que uno se imagina, y es más la molestia y el engorro de la situación que dolor intenso. A la semana, muchos ya solo toman analgesia suave tipo ibuprofeno ocasionalmente.
Como vimos, los riesgos existen pero son poco frecuentes en manos expertas. Los principales son:
Elegir un buen cirujano maxilofacial disminuye muchísimo todos estos riesgos. Antes de la cirugía, te harán estudios preoperatorios para minimizar cualquier sorpresa (evaluación cardíaca, coagulación, etc.). En general, la cirugía ortognática tiene un perfil de seguridad alto y las complicaciones serias son muy poco probables.
No. La cirugía ortognática se realiza totalmente por dentro de la boca, por lo que no habrá cicatrices en tu cara ni por fuera de la boca. Te quedarán cicatrices internas en las encías, ocultas dentro del labio superior o inferior, que con el tiempo se aclaran y casi no se notan ni siquiera por dentro. En algunos casos, si se hace una mentoplastia (cirugía de mentón) adicional, podrían haber incisiones por dentro de la barbilla o debajo del mentón, pero suelen ser pequeñas y muy discretas. En la cirugía ortognática convencional, nadie notará señal alguna de que te operaste al mirarte, aparte de la mejora en la alineación de tu mandíbula. Yo no tengo ninguna marca externa; puedo decir con confianza que la operación no deja rastro visible, más allá de la preciosa sonrisa nueva que luzcas.
En la sanidad pública española, sí se realiza cirugía ortognática, pero generalmente solo en casos médicamente necesarios y severos. Por ejemplo, maloclusiones esqueléticas muy marcadas que afecten la salud (problemas serios de masticación, apnea del sueño, deformidades faciales importantes, etc.). Cada comunidad autónoma y hospital tiene sus criterios. Si es por un motivo principalmente estético o leve, es difícil que la aprueben. En caso de ser aceptado, la lista de espera puede ser de 1 a 2 años en muchos hospitales públicos, ya que es una cirugía electiva (no urgente). Por otro lado, las aseguradoras de salud privadas a veces cubren parcialmente esta cirugía, pero muchas la excluyen por considerarla estética. Vale la pena revisar la póliza: algunos seguros amplios sí incluyen cirugía maxilofacial correctiva. Mi consejo es que consultes con tu cirujano maxilofacial: él/ella puede orientar tu caso para solicitarlo por la Seguridad Social si cumples criterios, o ayudarte con informes para el seguro privado. Y si no, siempre queda la opción privada asumiendo el coste. En mi caso, no calificaba para la pública porque mi caso se consideró “moderado” y opté por la privada.
Los resultados estéticos finales se aprecian una vez ha bajado toda la inflamación y has terminado la ortodoncia postquirúrgica, es decir, aproximadamente al año de la cirugía. Sin embargo, vas notando las mejoras gradualmente:
La espera merece la pena. Es increíble comparar una foto de antes de la cirugía con otra de un año después: el cambio es radical en muchos casos. Lo bueno es que día a día te vas viendo mejor, así que la emoción va en aumento. Solo hay que ser paciente ese primer par de meses donde aún hay hinchazón significativa. Después, cada vez que te mires al espejo, sonreirás más satisfecho/a.
Lo ideal es realizarla cuando ya has completado el crecimiento óseo, para que el resultado sea estable. En mujeres suele ser a partir de los ~16-18 años y en hombres desde ~18-21 años (depende del caso, se comprueba que no sigan creciendo los huesos). No hay un límite fijo de edad adulta: se han operado pacientes de 30, 40 y más años con éxito. Mientras goces de buena salud general, la edad adulta no es impedimento, aunque la recuperación puede ser un poco más lenta en personas de mayor edad. En mi consulta, he visto operarse a pacientes de 50 años que llevaban décadas deseándolo. Eso sí, en edades muy avanzadas hay que evaluar riesgos anestésicos u óseos (p. ej., densidad ósea). En general, la mayoría se opera entre los 18 y 40 años. Si tienes 30 y piensas que “ya es tarde”, para nada: aún puedes obtener todos los beneficios. Lo importante es evaluar tu caso con un especialista. En menores de edad, se intenta solucionar problemas con ortopedia u ortodoncia temprana, pero si la discrepancia es muy grande y ya afecta seriamente, a veces se opera cerca de los 16-17 años (bajo criterio médico estricto) cuando el crecimiento está casi completo.
Esta pregunta es común. Mucha gente dice «si solo es estética, ¿para qué meterse en quirófano?«. La realidad es que estética y función van de la mano. En casi todos los casos “estéticos” hay también una mejora funcional al operar, aunque sea menor. Si tu única motivación es estética (por ejemplo, mejorar tu perfil, tu sonrisa gingival, etc.) pero tu mordida funciona relativamente bien, es una decisión más personal. Vale la pena si ese aspecto estético te acompleja mucho y afecta tu autoestima día a día. La cirugía ortognática sí puede lograr cambios estéticos importantes que ningún otro tratamiento lograría (no existe una “alternativa” cosmética que reemplace reposicionar los huesos). Dicho esto, siempre se debe hacer una evaluación costo-beneficio. El procedimiento conlleva lo ya descrito (ortodoncia, cirugía, recuperación), así que debes desear realmente ese cambio. He tenido pacientes con clase III leve que sobrellevaban bien su función pero querían un perfil más estético; tras la cirugía, su felicidad con la imagen nueva confirmó que para ellos sí valió la pena por estética.
¿Tienes alguna otra duda sobre la cirugía ortognática? ¡Déjala en comentarios! Como profesional y paciente, estaré encantada de responder desde la experiencia real. Recuerda que cada caso es único, y nada sustituye una valoración personalizada. Infórmate, reflexiona y decide lo mejor para ti – ¡tu futura sonrisa te lo agradecerá!



Desde la medicina integrativa, cada diente forma parte de un sistema interconectado: una infección dental crónica puede afectar órganos distantes, y una disfunción en un órgano puede reflejarse en un diente concreto.


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