
Desde la medicina integrativa, cada diente forma parte de un sistema interconectado: una infección dental crónica puede afectar órganos distantes, y una disfunción en un órgano puede reflejarse en un diente concreto.

La alveolitis dental (alveolo seco) es una complicación dolorosa tras una extracción. Te explico si se cura sola, sus síntomas, tratamiento y cómo prevenirla.

He visto a muchos pacientes preocupados tras una extracción dental por un dolor intenso que aparece días después. Si te estás preguntando si la alveolitis seca se cura sola o necesitas tratamiento, entiendo tu inquietud. La alveolitis dental (también conocida como alveolo seco u osteítis alveolar) es una de las complicaciones postextracción más dolorosas, pero afortunadamente tiene solución. En este artículo te hablaré en primera persona, de manera profesional pero cercana, para aclarar todas tus dudas: qué es la alveolitis, por qué ocurre, si puede curarse por sí misma, cuáles son sus síntomas, qué hacer en casa, cómo la tratamos los dentistas y cómo prevenirla. Mi objetivo es que, al terminar de leer, tengas información clara, útil y tranquilizadora para afrontar esta situación. ¡Vamos a ello!
La alveolitis dental es una inflamación dolorosa del alvéolo (el hueco óseo que queda tras la extracción de un diente) porque el coágulo de sangre que debería proteger y ayudar a cicatrizar ese espacio no se forma o se desprende prematuramente.
En otras palabras, tras la extracción, lo normal es que se forme un coágulo que cubra el hueso y permita la curación; si ese coágulo falta, el hueso y los nervios del alvéolo quedan expuestos al aire, la comida y las bacterias, causando dolor intenso y retrasando la cicatrización. A esta complicación postoperatoria se la conoce comúnmente como alveolitis seca o dry socket. En algunos casos, además, puede haber una infección en el alvéolo: hablamos entonces de alveolitis húmeda (o alveolitis supurada), donde además del dolor hay supuración de pus, encía inflamada y mal olor.
¿Por qué ocurre la alveolitis? Hay varios factores que pueden predisponer a que el coágulo no se forme o se pierda:
La alveolitis es una complicación local postextracción en la que la falta del coágulo protector provoca dolor intenso y posible infección en el alvéolo. No es muy frecuente (ocurre en un porcentaje pequeño de extracciones, especialmente en molares inferiores), pero cuando sucede se manifiesta de forma muy notoria. A continuación, abordaremos la gran pregunta.
Esta es la duda principal de muchos pacientes con alveolo seco: “¿Se me curará solo o tengo que hacer algo?”. La realidad es que la alveolitis sí acaba curando por sí sola en último término, porque eventualmente el tejido de tu encía terminará creciendo y cubriendo el hueso expuesto. El proceso natural de cicatrización del alvéolo, incluso cuando hay alveolitis, suele tomar alrededor de 10 a 15 días hasta completar la recuperación, decir, el organismo finalmente reparará la zona por sí mismo.
Pero ojo: que “se cure sola” no significa que debamos quedarnos de brazos cruzados. No es recomendable esperar pasivamente a que la alveolitis sane sin más. ¿Por qué? Porque durante esos días de curación natural vas a sufrir un dolor intenso innecesariamente y además aumenta el riesgo de complicaciones. De hecho, en la mayoría de los casos la alveolitis no desaparece por sí misma rápidamente ni de forma sencilla. Sin el tratamiento adecuado, el dolor puede prolongarse e incluso agravarse, y la herida abierta podría infectarse más.
En mi experiencia, lo más sensato es tratar la alveolitis activamente. Con la intervención de un dentista, el alivio del dolor suele ser rápido (en 1-2 días) y favorecemos una curación correcta. En cambio, si no hacemos nada, el organismo tardará cerca de dos semanas en cerrar el alvéolo y ese periodo puede ser muy molesto. Piensa que el tratamiento de la alveolitis seca se enfoca en reducir síntomas, especialmente el dolor, mientras el cuerpo realiza la curación.
La alveolitis eventualmente se cura sola en muchos casos, pero no conviene dejarla sin atender. Es preferible acudir al dentista para recibir las medidas paliativas y preventivas necesarias. De ese modo, te evitarás días de dolor incapacitante y reducirás la posibilidad de infección u otras complicaciones. Como dentista, te aseguro que tratar una alveolitis a tiempo marca una gran diferencia en la comodidad y en la recuperación.
¿Cómo saber si lo que tienes es una alveolitis seca y no simplemente las molestias normales tras una extracción? Los síntomas típicos de la alveolitis son bastante característicos:
Señales de alarma: Si tras una extracción notas que el dolor se intensifica pasados 2-3 días en lugar de mejorar, sospecha alveolitis. También si el dolor no cede con analgésicos normales, o percibes mal olor/sabor persistente. La presencia de pus, inflamación importante, o fiebre son señales claras de que hay infección activa – en ese caso es urgente acudir al dentista. En general, cualquier dolor muy fuerte o anormal después de una extracción dental es motivo de consulta; no esperes a que “se pase solo” cuando los síntomas apuntan a alveolitis u otra complicación.
Si crees que estás sufriendo una alveolitis, lo primero es mantener la calma pero actuar con diligencia. Te recomiendo tomar estos pasos:
Todas estas medidas son paliativas mientras llegas al consultorio dental. El paso más importante es el primero: acudir al dentista. En la siguiente sección te cuento en detalle cómo tratamos profesionalmente la alveolitis y qué remedios caseros adicionales pueden apoyar la recuperación.
Tratamiento profesional (en el consultorio dental): Como dentista, cuando recibo un paciente con alveolitis lo primero que hago es confirmar el diagnóstico examinando la zona. Una vez seguro, procedemos a aliviar el dolor y limpiar el alveolo:
Con este tratamiento profesional, el dolor de la alveolitis suele empezar a ceder en cuanto limpiamos y colocamos la medicación local. En los días siguientes, el alivio mejora progresivamente hasta desaparecer en aproximadamente una semana. La herida terminará de cicatrizar por completo en unos 10-14 días en total. En casos atendidos a tiempo, la alveolitis se resuelve sin secuelas relevantes, más allá del recuerdo desagradable.
Tratamientos caseros (remedios para aliviar en casa): Además de las medidas profesionales, existen algunos remedios caseros o cuidados domiciliarios que recomiendo a mis pacientes para complementar la recuperación o sobrellevar mejor las molestias. Ya mencionamos algunos, pero los resumo y amplío:
Insisto: estos remedios caseros son complementarios, no reemplazan la visita al dentista. Son útiles para aliviar síntomas y contribuir a la curación, pero la limpieza profesional y el apósito medicado suelen ser necesarios para resolver la alveolitis. Combinar ambas cosas (tratamiento odontológico + cuidados caseros) dará el mejor resultado.
Ante la sospecha de alveolitis, debes acudir al dentista cuanto antes, idealmente en cuanto notes los síntomas característicos. No esperes “a ver si mejora mañana” cuando el dolor va en aumento al segundo o tercer día post-extracción; lo más probable es que sin tratamiento empeore.
En concreto, acude de inmediato si:
En definitiva, ante cualquier signo de alveolitis o complicación postoperatoria, busca atención dental profesional sin demora. Las alveolitis se resuelven de forma relativamente sencilla en la clínica, pero pueden volverse un problema mayor si se dejan estar. Recuerda que el dentista no solo aliviará tu dolor, sino que limpiará la herida para prevenir infecciones. Además, puede recetarte medicamentos adecuados que tú no obtendrías por tu cuenta.
Si por alguna razón no puedes contactar con tu dentista (por ejemplo, sucede en fin de semana o estás de viaje), valora acudir a un servicio de urgencias odontológicas. La mayoría de ciudades cuentan con clínicas de guardia. El dolor de alveolitis merece ser atendido pronto; no es algo por lo que debas avergonzarte de “molestar” a un profesional fuera de hora. Créeme, aliviar una alveolitis puede cambiar radicalmente cómo te sientes y evitar complicaciones serias.
Por último, incluso después de recibir tratamiento para la alveolitis, vuelve a la consulta para los controles pautados o antes si el dolor reaparece tras haber cedido. Aunque es raro, en ocasiones hace falta aplicar el apósito medicado más de una vez o hacer un ajuste del tratamiento. No dudes en volver si no estás mejorando según lo esperado.
La buena noticia es que la alveolitis se puede prevenir en la mayoría de casos con medidas muy sencillas. Como siempre digo, es mejor prevenir que curar (¡y mucho mejor que sufrir!). Aquí van mis recomendaciones para evitar la alveolitis después de una extracción dental:
La prevención de la alveolitis se basa en favorecer la formación y mantenimiento del coágulo en los primeros días y en evitar hábitos que interfieran en la curación. Si sigues estos consejos y los de tu dentista, es muy probable que nunca tengas que pasar por la experiencia de una alveolitis seca. Y si a pesar de todo ocurre (a veces pasa incluso haciendo todo bien, por mala suerte biológica), al menos sabrás reconocerla pronto y actuar en consecuencia.
La curación completa de una alveolitis suele tomar alrededor de 10 a 15 días en la mayoría de los casos. Esto es el tiempo que tarda el tejido de la encía en rellenar y cicatrizar el alveolo que quedó abierto. Sin embargo, el dolor debería empezar a mejorar mucho antes. Con el tratamiento adecuado del dentista (limpieza y apósito), el dolor agudo normalmente desaparece en unos pocos días, a veces incluso en 24-48 horas se nota un gran alivio. Si no se realiza tratamiento y se deja “a su aire”, el dolor puede persistir varios días (5-7 días fuertes) e ir cediendo gradualmente hasta las dos semanas aproximadamente, pero es un camino más largo y molesto. Por eso siempre aconsejo tratarla: acorta significativamente el periodo sintomático. En alveolitis complicadas o infectadas, la recuperación completa puede alargarse a 2 o 3 semanas, pero no es lo habitual. En todos los casos, es importante hacer seguimiento con el odontólogo hasta confirmar que la zona ha cicatrizado correctamente.
El momento y la intensidad del dolor son la clave. En un postoperatorio normal de extracción, el dolor es máximo las primeras 24-48h y luego mejora cada día. En la alveolitis seca, en cambio, el dolor aparece o se intensifica al cabo de 2-3 días de la extracción, cuando justamente ya deberías estar mejor. Es un dolor mucho más fuerte de lo esperado, a veces insoportable, que no calma con analgésicos habituales. Además, en la alveolitis suele haber ausencia del coágulo (si miras, ves el hueco vacío o con hueso expuesto) y mal sabor/olor en la boca, cosas que no suceden en una extracción que cicatriza bien. Otro signo: el dolor de alveolitis irradia a oído, cabeza u otras zonas, mientras que el dolor normal se localiza más en la encía de la extracción. Si notas estos síntomas fuera de lo común, probablemente estés ante una alveolitis. Ante la duda, siempre es mejor que te revise el dentista; él podrá ver claramente el alveolo seco y confirmar el diagnóstico. Recuerda que un ligero dolorcito controlable es normal tras extraer una muela, pero un dolor intenso que va en aumento pasados días no lo es.
La diferencia está en la presencia de infección y supuración. Hablamos de alveolitis seca cuando el alveolo está seco, sin coágulo y duele mucho, pero no hay infección activa evidente (no hay pus). En cambio, la alveolitis húmeda (a veces llamada alveolitis supurada) ocurre cuando, además de la pérdida del coágulo, se ha producido una infección en el alveolo. En la alveolitis húmeda veremos pus en el sitio de la extracción o un exudado de aspecto amarillento, la zona estará más inflamada y enrojecida, el dolor suele ser persistente y puede venir acompañado de mal sabor si el pus drena, fiebre o malestar general. Es básicamente una alveolitis con infección añadida. En la práctica, ambas se tratan de forma similar en el consultorio (limpieza, apósito, etc.), pero en la alveolitis húmeda siempre recetaremos un antibiótico para controlar la infección, cosa que en la seca no siempre hace falta. La alveolitis seca es más común que la húmeda. Piensa que toda alveolitis empieza siendo seca; si se deja evolucionar y se contamina, entonces pasa a húmeda. Por eso insistimos en tratarla pronto, para que no llegue a la fase infectada.
Aliviar sí; tratar definitivamente, no del todo. En casa puedes hacer algunas cosas para sentirte mejor temporalmente, pero la curación real necesita intervención profesional. Como remedios caseros para aliviar el dolor, puedes: enjuagarte suavemente con agua tibia y sal, aplicar aceite de clavo en el alveolo con cuidado, usar una bolsa de té húmeda sobre la herida, tomar analgésicos de venta libre, y mantener la zona limpia (como detallamos en secciones anteriores). Estas medidas ayudan a disminuir los síntomas y a mantener a raya la infección mientras llegas al dentista. Pero en casa no puedes limpiar profundamente el alveolo ni colocar un apósito medicinal interno, que es lo que realmente acelera la resolución. Tampoco es recomendable que intentes ningún procedimiento invasivo (raspar, cortar) por tu cuenta – podrías hacerte daño. Así que, en resumen: puedes manejar el dolor en casa provisionalmente, pero debes acudir al dentista para un tratamiento completo. Considera estos remedios como un “primeros auxilios” para la alveolitis, nunca como la solución definitiva. Si por alguna razón extrema no pudieras ver a un dentista en unos días (por ejemplo, si estás en un lugar muy remoto), entonces los cuidados caseros e higiene rigurosa serían lo único, pero tendrías que armarte de paciencia porque la curación será lenta y siempre con riesgo de complicarse.
Si no se trata, la alveolitis prolongará innecesariamente tu malestar y puede empeorar. En muchos casos, el organismo eventualmente cerrará la herida solo, sí, pero en el camino puede haber complicaciones. La más común es que la infección se extienda: una alveolitis no atendida puede evolucionar a una infección del hueso (osteomielitis) o de los tejidos vecinos. Por ejemplo, bacterias del alveolo podrían afectar el hueso mandibular adyacente o propagarse a la encía y provocar un absceso. En situaciones avanzadas, podría requerir procedimientos más invasivos para limpiar la infección extendida e incluso pérdida de hueso en la zona.



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