
Desde la medicina integrativa, cada diente forma parte de un sistema interconectado: una infección dental crónica puede afectar órganos distantes, y una disfunción en un órgano puede reflejarse en un diente concreto.

¿Qué es la resina dental y para qué sirve? Te lo cuento en primera persona: usos en caries y estética, tipos, duración, precio, procedimiento, cuidados y más.

Hola, soy Andrés Rubio dentista en Cleardent y a lo largo de mis años de práctica he utilizado la resina dental en infinidad de tratamientos. He notado que muchos artículos en internet se quedan cortos al explicar este tema, dejando dudas en mis pacientes. Por eso, aquí quiero contarte todo sobre la resina dental de forma clara y cercana, como si estuviéramos conversando en mi consulta. Te explicaré qué es la resina dental, para qué sirve, sus ventajas, posibles riesgos, cuánto dura, cómo es el procedimiento, qué cuidados posteriores necesita, su precio aproximado y cómo se compara con otras opciones. ¡Vamos allá!
La resina dental, también conocida como resina compuesta o composite dental, es un material sintético utilizado para restaurar dientes dañados y mejorar su apariencia. Básicamente, es el “empaste blanco” del que habrás oído hablar, ese que imita el color del diente para que la restauración pase desapercibida.
Como dentista, me gusta explicarlo así a mis pacientes: la resina es una especie de plastilina dental especial. Está formada por una matriz de resina plástica mezclada con partículas inorgánicas de vidrio o cuarzo. Al combinar estos componentes logramos un material lo suficientemente duro y resistente como para masticar con normalidad, y con una apariencia muy similar al diente natural. Además, se endurece con una luz especial (luz ultravioleta), mediante un proceso llamado fotopolimerización, convirtiéndose de una masa moldeable a una estructura sólida unida al diente.
La resina dental es un material de relleno del color del diente, versátil y adhesivo, que usamos los odontólogos para reparar dientes con caries, fracturas o para hacer arreglos estéticos de manera prácticamente invisible.
La resina dental tiene múltiples usos en odontología restauradora y estética gracias a su capacidad de adherirse al diente y mimetizarse con él. ¿En qué casos la utilizo en consulta? Principalmente en estos:
Como ves, la resina dental sirve tanto para restaurar la salud de un diente (curando caries, devolviendo estructura perdida) como para mejorar la estética de tu sonrisa (cambiar forma o color de dientes). Es muy probable que tú mismo ya tengas alguna resina en tu boca, pues es uno de los materiales más utilizados hoy en día en cualquier clínica dental.
No todas las resinas son iguales; existen diferentes tipos de resina compuesta que el odontólogo elige según el caso. Te hablaré de los principales, para que sepas que hasta en esto podemos personalizar el tratamiento:
Como profesional, suelo explicarle al paciente que no tiene que preocuparse de elegir el tipo de resina: esa es nuestra labor técnica. Yo evaluaré el tamaño de tu cavidad, la diente que vamos a tratar y el objetivo (si es más estético o más funcional) y con eso seleccionaré la resina compuesta adecuada para que el resultado sea óptimo. En pocas palabras, todas son resinas, pero las hay más refinadas para estética, más resistentes para muelas, etc. Lo importante es que en buenas manos, cualquiera de ellas dará un excelente resultado.
Personalmente, me encanta trabajar con resina dental porque ofrece muchos beneficios para el paciente y para nosotros los dentistas. Te resumo las principales ventajas de la resina compuesta frente a otros materiales de restauración.
Podría seguir alabando las ventajas (porque realmente revolucionaron la odontología restauradora), pero con estas ya te das una idea de por qué hoy en día las resinas compuestas son el material de elección para la gran mayoría de tratamientos: combinan estética, adhesión, conservación dental y comodidad. Como dentista, me dan la tranquilidad de que puedo arreglar tu diente dejándolo bonito, funcional y sin afectar partes sanas.
Ningún material es perfecto. Si bien la resina tiene muchísimos pros, también es justo que conozcas sus limitaciones o inconvenientes en comparación a otras opciones. Te comparto las desventajas o riesgos de la resina dental que explico a mis pacientes:
A pesar de esta lista de “contras”, quiero aclarar algo: las ventajas de la resina normalmente superan a sus desventajas en la mayoría de situaciones clínicas. Cuando un caso presenta alguna de estas limitaciones (por ejemplo, un diente muy destruido, o dificultad para aislamiento), como profesional te lo haré saber y buscaremos la alternativa adecuada. Pero para una caries promedio o una reparación estética sencilla, las resinas funcionan de maravilla. Con buen mantenimiento, sus inconvenientes se minimizan muchísimo.
Mucha gente le teme a la palabra empaste pensando en el torno y el dolor. Quiero tranquilizarte: colocar una resina dental suele ser rápido y prácticamente indoloro. Te describo de forma sencilla cómo es el procedimiento paso a paso, tal como lo hago en la clínica:
Tiempo total: un empaste simple puede tomar apenas 20 minutos; uno grande quizá 40 minutos o algo más. Pero en una sola sesión sales con el diente arreglado. Además, desde que se termina, la resina ya está endurecida al 100%, así que puedes comer con ese diente inmediatamente (aunque por seguridad recomendamos esperar a que pase bien el efecto de anestesia para no morderte la lengua sin querer). No requiere “secarse” con el tiempo ni nada por el estilo, el proceso es instantáneo con la luz.
El procedimiento es mínimamente invasivo y rápido. Suelo bromear que “lo más molesto suele ser el ruidito de la fresa al inicio”, pero con música de fondo y anestesia ni te enteras. Muchos pacientes se sorprenden de lo sencillo que fue todo cuando les muestro el resultado en el espejo.
(Tip: Si alguna vez te hacen un empaste y al irte notas que al morder choca primero ese diente, vuelve y díselo a tu dentista. Un simple ajuste de 2 minutos lijando un poco la resina solucionará esa altura y evitará que el diente quede sensible).
Esta es una de las preguntas del millón cuando explico tratamientos. Y, como en muchas cosas, la respuesta es “depende”. Depende de tus hábitos, del tamaño de la restauración, de la calidad del material y colocación… Pero te daré promedios:
En mi experiencia y según literatura, una resina dental bien cuidada puede durar entre 5 y 10 años en buen estado. ¿Por qué ese rango tan amplio? Porque he visto resinas chiquitas en dientes frontales durar más de 10 años impecables (sin cambios de color ni filtraciones), y también he visto empastes grandes en muelas necesitar cambio a los 4-5 años por desgaste en los bordes.
Los estudios muestran una vida media ~7 años para empastes de composite en molares medianos, pero esto no significa que a los 7 años se caigan: muchos siguen ahí a los 10 años, solo que quizá con pequeños retoques o cierto oscurecimiento.
Lo importante: una resina no es para toda la vida. Conviene revisarla en cada visita de control. Si vemos en consulta que los márgenes no sellan bien o hay caries debajo, te recomendaré reemplazarla aunque no hayan pasado muchos años. En cambio, si a los 10 años sigue sellada y funcional, ¡no hay motivo para cambiarla!
También influyen tus hábitos: un paciente con bruxismo intenso que aprieta los dientes puede fracturar o desgastar su resina más pronto, mientras que otro con cuidado normal la tendrá intacta muchos años. Más abajo te hablo de cuidados para que alcance la mejor longevidad posible.
En cualquier caso, la ventaja es que reemplazar una resina es simple: se retira la antigua y se pone nueva, sin mayor complejidad. No es como un implante o algo muy caro de mantener. Piensa en la resina como en los neumáticos de un coche: vienen a cumplir su función por varios años, y cuando ya están gastados, se cambian por otros nuevos y el coche sigue funcionando. Con buenos hábitos, tardarás bastante en “gastar” tu empaste.
Aunque la resina es resistente, tus hábitos marcarán la diferencia en cuánto se mantendrá en perfecto estado. Siempre le doy estos consejos a mis pacientes después de un empaste o reconstrucción con composite:
Siguiendo estos cuidados, te aseguro que tus resinas se mantendrán en excelente estado por muchos años. Tengo pacientes con empastes míos de hace 8-10 años que aún están perfectos gracias a su constancia con la higiene y controles. ¡El mantenimiento es la clave! Y recuerda, la resina no requiere cuidados complicados, básicamente es lo mismo que cuidar tus dientes naturales: higiene, no abusar de hábitos dañinos, y chequeos regulares.
A menudo me preguntan: “Doctor, ¿la resina es lo mejor? ¿No sería mejor X opción?”. La realidad es que cada material tiene sus indicaciones. Comparemos la resina con otras alternativas comunes, para que entiendas cuándo conviene cada cual:
La amalgama de plata fue durante décadas el material estándar para empastes. Seguro ubicas cuáles son: esas reconstrucciones metálicas color plata-gris que se ven en muelas de gente mayor. Hoy en día las usamos mucho menos, pero todavía tienen alguna indicación.
¿Diferencias clave? En estética gana por goleada la resina, ya que imita el color del diente y nadie nota que está ahí. La amalgama en cambio es muy visible por su color oscuro, por eso a muchos pacientes ya no les gusta tener “tapones de metal” en la boca cuando pueden tenerlos blancos.
En adhesión: la resina se adhiere al diente, mientras que la amalgama no es adhesiva, se mantiene encajada mecánicamente. Esto significa que con amalgama hay que tallar cavidades más grandes y con retenciones (a veces quitando tejido sano) para que no se caiga. Con resina, como expliqué, somos más conservadores.
En durabilidad: aquí la amalgama suele ganar; es un material de metal que resiste muy bien el desgaste y la masticación a largo plazo. Muchas amalgamas duran 15-20 años sin problemas, mientras que la resina promedia menos. Además, la amalgama tolera mejor ambientes húmedos al colocarse (no le afecta tanto un poco de saliva durante el procedimiento), por lo que el riesgo de filtración inicial es menor.
En biocompatibilidad: la amalgama está compuesta de una mezcla de metales (aprox. 50% mercurio, combinado con plata, estaño, cobre…). Aunque las autoridades dentales avalan su seguridad, existe polémica sobre la exposición al mercurio. Algunos pacientes no quieren nada de mercurio en su boca. La resina no contiene mercurio ni metales pesados, por lo que para aquellos preocupados por este tema es claramente preferible. Además, al ser adhesiva, sella mejor y produce menos microfiltraciones que puedan generar sensibilidad postoperatoria (muchos recuerdan que con amalgamas a veces había sensibilidad a frío/calor por un tiempo, con resina eso es menos frecuente).
Entonces, ¿cuál es mejor? En la actualidad, yo uso resina dental en el 95% de los casos de caries. Solo consideraría amalgama quizá en una cavidad muy grande en una muela muy posterior en un paciente con higiene perfecta y ninguna preocupación estética. Y aun así, muchas veces prefiero otras soluciones antes que la amalgama. La resina ha avanzado tanto que es el reemplazo ideal de las amalgamas para la mayoría de pacientes.
De hecho, en mi consulta he reemplazado muchas amalgamas antiguas por resinas a pedido de pacientes que desean verse mejor la sonrisa o evitar el mercurio. Quedan encantados al ver sus muelas “nuevas” del color del diente. Técnicamente, al quitar una amalgama grande y poner resina, la duración puede que no sea la misma, pero ganan en estética y tranquilidad. Con buenos controles, esas resinas van muy bien.
En resumen: Resina = estética, adhesión y biocompatibilidad; Amalgama = máxima durabilidad pero estética nula. Hoy priorizamos la estética y seguridad, así que la resina suele ser la opción preferida para empastes. Incluso organizaciones dentales promueven ir reemplazando amalgamas en lo posible. Yo solo echo mano de una amalgama en casos muy puntuales.
Cuando hablamos de mejorar la sonrisa, la resina compite con otras técnicas de estética dental, principalmente las carillas cerámicas (porcelana). Tanto la resina como la porcelana pueden cambiar forma y color de dientes frontales, pero hay diferencias importantes:
¿Cuál elegir entonces? Como dentista, ofrezco ambas opciones según el caso y las expectativas. Si buscas “perfección” en color y durabilidad y no te importa invertir más y tallar un poco el diente, unas carillas de porcelana bien hechas son el gold standard. Pero en muchos casos, la resina compuesta logra resultados excelentes de forma más conservadora y económica. Por ejemplo, en un paciente joven con diastemas (separaciones) yo prefiero cerrar los espacios con resina, porque quizás en 10 años quiera otro tipo de tratamiento y mientras tanto no dañé sus dientes. Si a ese mismo paciente le hiciera carillas cerámicas, conseguiría una sonrisa de revista, sí, pero ya implica un compromiso permanente.
En mi práctica, suelo decir: “La porcelana es un material fantástico, pero la resina bien manejada puede dar un resultado muy cercano por mucho menos coste biológico y económico”. Además, siempre podemos empezar con resina, ver cómo te sientes, y más adelante si quieres algo definitivo de mayor duración, pasarte a porcelana. Muchos pacientes quedan tan contentos con las resinas que ya ni ven necesario el cambio.
En conclusión, la resina dental es generalmente la primera opción para restauraciones pequeñas y medianas y para mejoras estéticas moderadas, dada su combinación de estética, adhesión y sencillez. Materiales como porcelana o metal se reservan para casos donde la resina no alcanza (por tamaño, por exigencia estética máxima, o por preferencia del paciente). Como profesional, te orientaré hacia la opción que te brinde el mejor equilibrio entre conservar tu diente, que luzca bien, que funcione duradero y que se ajuste a tu presupuesto. Muchas veces la respuesta será “resina compuesta”, y otras veces será “mejor una incrustación” o “mejor una carilla de porcelana”, dependiendo de tu situación particular.
Lo importante es que ahora conoces las diferencias y sabes que la resina es una herramienta extraordinaria, pero no la única. Cada técnica tiene su momento adecuado, y la clave está en individualizar la decisión para cada paciente.
Como has podido leer, la resina dental es un material muy versátil que puede solucionar desde una pequeña caries hasta una reconstrucción estética compleja. En primera persona te he compartido mis conocimientos y experiencia, porque quiero que tomes decisiones informadas sobre tu salud bucal.
A modo de cierre te digo: la resina compuesta, bien indicada y bien realizada, te dará grandes satisfacciones. Es económica, práctica y deja tu diente como nuevo y de aspecto natural. Espero que ahora sí conozcas todo sobre la resina dental y que esta guía te haya sido útil para aclarar tus dudas. Si aún te queda alguna pregunta, aquí abajo respondo las preguntas frecuentes que suelen hacerme mis pacientes sobre este tema.
Con buenos cuidados, entre 5 y 10 años suele durar un empaste de resina dental en perfecto estado. Algunos pueden durar más, y otros menos si las condiciones no son ideales. Factores como tu higiene, hábitos (dieta, bruxismo, fumar) y el tamaño del empaste influirán. Lo importante es hacerse revisiones periódicas: el dentista detectará cuándo hay que reemplazarla. No esperes a que se caiga sola (no siempre ocurre); generalmente se cambia cuando se ve filtración o desgaste excesivo, aunque tú no notes nada.
Durante el procedimiento no deberías sentir dolor, ya que se usa anestesia local si la cavidad es profunda. Notarás vibración y ruido de la fresa al limpiar la caries, pero sin dolor. Tras colocar la resina, el diente puede quedar algo sensible al frío o la mordida por unos días, especialmente si la caries era grande. Esto es normal y suele resolverse solo. Si el dolor persiste o aumenta tras una semana, debes volver al dentista, pues podría indicar que el empaste quedó alto o cercano al nervio y necesite ajuste o tratamiento adicional. En general, es un tratamiento rápido e indoloro; muchos pacientes se sorprenden de lo poco que molesta.
Sí, puede teñirse ligeramente con ciertas sustancias a lo largo de los años. El café, té, vino tinto, tabaco y otros agentes pueden oscurecer la superficie de la resina (al igual que manchan tus dientes naturales). La buena noticia es que estas manchas suelen ser superficiales: tu dentista puede pulir la resina periódicamente para devolverle su color original. Además, las resinas modernas son cada vez más resistentes a la pigmentación. Si cuidas tu alimentación y evitas fumar, la resina mantendrá su color muchos años. Y si notas que perdió algo de brillo o color, coméntalo en tu limpieza dental para que la pulan y quede como nueva.
Si una resina se fractura, se despega o se cae, lo primero es acudir al dentista lo antes posible. Al faltar el relleno, queda expuesta la cavidad en el diente y pueden entrar restos de comida y bacterias, provocando sensibilidad o caries nuevamente. Antes de ir al odontólogo, mantén muy limpia la zona: cepilla suave y enjuaga; si algún fragmento de resina quedó suelto en el diente, puedes retirarlo con cuidado. No intentes pegarlo por tu cuenta, espera a la revisión profesional. En consulta, evaluaremos si se puede simplemente reponer la resina faltante (muchas veces sí) o si hay que colocar una nueva restauración completa. No dejes pasar tiempo con un empaste roto, porque el diente está desprotegido y podrían aparecer molestias o infecciones.
Sí, es un procedimiento bastante común. Muchos pacientes optan por cambiar sus empastes de amalgama de plata por resinas del color del diente por estética o tranquilidad (adiós mercurio). Técnicamente se realiza retirando cuidadosamente la amalgama antigua y colocando composite en la cavidad, todo en la misma cita. Es importante que lo haga un profesional con aislamiento adecuado, para retirar la amalgama de forma segura. Tras el cambio, notarás inmediatamente la diferencia estética: la muela queda del color natural, como si nunca hubiese tenido caries. Ten en cuenta que la resina quizá tenga que reemplazarse a los años como explicamos, mientras que una amalgama podía durar más. Pero la mayoría considera que vale la pena por estética y salud.
Totalmente. En odontopediatría usamos resinas compuestas para tratar caries en dientes de leche y definitivos en niños. Ofrece la ventaja de ser rápida de colocar (importante con los peques) y estética, para que no se vean empastes metálicos. Incluso existen resinas de colores especiales para niños, pero yo prefiero las del color diente para que se acostumbren a ver su sonrisa normal. Eso sí, en niños muy pequeños o en ciertas caries extensas se puede optar por materiales alternativos (como coronitas de acero inoxidable o ionómeros de vidrio) según el caso. Pero, en general, la resina es segura y efectiva en pacientes infantiles. De hecho, los selladores preventivos que aplicamos en molares para evitar caries están hechos de resina fluida. Así que sí, tus hijos pueden beneficiarse de las resinas para mantener sus dientecitos sanos hasta la adultez.



Desde la medicina integrativa, cada diente forma parte de un sistema interconectado: una infección dental crónica puede afectar órganos distantes, y una disfunción en un órgano puede reflejarse en un diente concreto.


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