
Desde la medicina integrativa, cada diente forma parte de un sistema interconectado: una infección dental crónica puede afectar órganos distantes, y una disfunción en un órgano puede reflejarse en un diente concreto.

Cuando los dientes definitivos erupcionan en posiciones incorrectas, es natural que los padres se preocupen por las implicaciones estéticas y funcionales futuras. Las causas de esta malposición dental son variadas y pueden incluir factores genéticos hereditarios, falta de espacio por pérdida prematura de dientes de leche, hábitos inadecuados como succión del pulgar, o simplemente el crecimiento natural de los maxilares. La detección temprana y la intervención oportuna son clave para corregir estos problemas de manera eficaz y menos invasiva, evitando complicaciones mayores en la edad adulta.

Los dientes definitivos pueden salir mal alineados, superpuestos, con rotación, color alterado o forma irregular debido a factores genéticos, falta de espacio, hábitos orales o traumatismos. Lo ideal es acudir al dentista antes de los 7 años para valorar ortodoncia y prevenir problemas mayores.
Los dientes permanentes comienzan a erupcionar entre los 6 y los 12 años. Alrededor del 30% de los niños presentan malposiciones dentales al erupcionar sus dientes definitivos, siendo las más frecuentes la erupción ectópica de los caninos, la agenesia dental (ausencia congénita de alguna pieza) y la retención prolongada de los dientes temporales. Una detección precoz con radiografías panorámicas y una evaluación ortodóncica pueden evitar tratamientos más complejos en la adolescencia.
Recuerdo la preocupación que sentí al ver que a mi hijo le estaba saliendo un diente definitivo detrás del de leche, torcido y fuera de lugar. Como padre, es inevitable alarmarse y preguntarse qué estamos haciendo mal o cómo podemos ayudar. ¿Por qué los dientes definitivos de mi hijo salen mal posicionados? ¿Tendrá la sonrisa torcida para siempre? – esas fueron mis primeras dudas. No estás solo en esta inquietud: muchos padres pasan por lo mismo cuando los dientes definitivos salen mal en sus hijos. En este artículo, escrito en primera persona y con mucha empatía, quiero compartir lo que aprendí sobre qué significa que los dientes permanentes salgan “mal”, por qué ocurre (ya sean dientes torcidos, montados, que no salen, que salen dobles o fuera de lugar) y cómo podemos solucionar el problema. Hablaremos de las causas más comunes, los tratamientos recomendados –desde la ortodoncia hasta pequeñas cirugías– y cuándo conviene buscar ayuda de un especialista. Ojalá mi experiencia te sirva de guía para afrontar este proceso con tranquilidad y tomar las mejores decisiones para la salud bucal de tu hijo.
Cuando decimos que un diente definitivo “sale mal” nos referimos a que no está erupcionando en la posición adecuada o con la alineación correcta. En condiciones ideales, al caer un diente de leche el permanente debería ocupar su lugar de forma ordenada. Sin embargo, a veces los dientes permanentes emergen mal alineados o en posiciones incorrectas, lo cual puede afectar la estética de la sonrisa del niño y hasta provocar problemas de mordida o limpieza dental a largo plazo. En mi caso, noté que uno de los incisivos definitivos de mi hijo venía torcido y prácticamente montado sobre otro diente. Otros padres me han contado que sus hijos presentaron “dientes de tiburón” (dos filas de dientes, cuando el definitivo sale antes de caerse el de leche) o que un diente nuevo simplemente no aparecía cuando tocaba. Todas estas situaciones entran dentro de lo que llamaríamos dientes definitivos mal posicionados.
Ver uno o varios dientes definitivos saliendo mal puede ser desconcertante. Al principio pensé que quizá era algo raro, pero aprendí que es bastante común. Los dientes permanentes de los niños son más grandes que los de leche, así que muchas veces no caben bien en el espacio disponible, especialmente si la mandíbula es pequeña. Esto puede causar apiñamiento: que los dientes nuevos salgan torcidos, montados o encimados unos sobre otros. A mi hijo, por ejemplo, le faltaba espacio y por eso el diente definitivo buscó salida fuera de lugar. Además, unos dientes desalineados de pequeños pueden derivar en problemas de mordida de adultos y dificultar la higiene (al quedar comida atrapada donde el cepillo no llega bien).
Al profundizar en las causas, me tranquilizó saber que yo no había hecho nada “mal” como padre; en realidad son factores muy comunes los que pueden provocar estos desajustes. Las principales causas de que un diente definitivo salga torcido o mal colocado incluyen:
En la mayoría de los niños, la causa se reduce a una combinación de genética (ej.: mandíbula pequeña) y hábitos o tiempos de recambio dental. No te culpes: si tu peque tiene un diente fuera de lugar, lo importante es detectarlo a tiempo y corregir el rumbo, más que buscar culpables. A continuación te cuento los casos más típicos que podemos encontrar cuando hablamos de dientes definitivos “mal salidos”.
A lo largo de este proceso descubrí que “dientes definitivos mal salidos” es un término amplio que abarca varias situaciones diferentes. Voy a describir los casos más comunes que suelen preocupar a los padres, muchos de los cuales pueden solaparse en un mismo niño:
Este es quizás el caso más frecuente y el más visible: ves que los dientes nuevos salen torcidos, girados o inclinados, en distintas direcciones. A veces un diente definitivo sale girado respecto a su posición correcta, o los incisivos inferiores se apiñan (montados uno delante del otro) porque no caben en línea. Yo noté enseguida que las paletas (incisivos centrales superiores) de mi hijo no apuntaban del todo hacia adelante, sino un poco ladeadas. Los dientes torcidos suelen deberse a falta de espacio o genética, y pueden corregirse con tratamientos de ortodoncia en la mayoría de casos. Un detalle importante: algunos dientes pueden verse torcidos al erupcionar pero enderezarse ligeramente solos con la presión natural de la lengua y el crecimiento de la mandíbula. Me aferré a esa esperanza inicialmente, y aunque en casos leves puede pasar, si los dientes están muy torcidos o hacinados es poco probable que se alineen completamente sin ayuda profesional. Además, cuando los dientes quedan mal alineados, es fácil que se acumule sarro entre ellos y aparezcan caries a largo plazo, así que es algo que conviene vigilar.
Hablamos de dientes montados (o superpuestos) cuando literalmente un diente nace montándose sobre otro porque no tuvo espacio a su lado. En la boquita de mi hijo vi cómo un colmillo definitivo superior intentaba salir y empujaba al incisivo lateral, quedando parcialmente por encima. Esta imagen de dientes encimados impresiona, pero es común en situaciones de apiñamiento severo. Los dientes montados suelen ocurrir en arcadas pequeñas donde varias piezas compiten por poco espacio, acabando unas por delante de otras. Además de lo estético, estos solapamientos pueden dificultar que el niño muerda bien o limpiar adecuadamente entre esos dientes montados. La buena noticia es que con aparatos de ortodoncia se puede recolocar cada diente en su sitio con el tiempo, creando espacio donde falta. En nuestro caso nos anticipamos con un mantenedor de espacio y más adelante con brackets para evitar que ese encimamiento dañara los dientes.
Otro escenario que asusta mucho es cuando un diente definitivo simplemente no aparece cuando debería. Por ejemplo, a todos los compañeros de clase de tu hijo ya les salió el diente incisivo nuevo, y el de tu hijo ni asoma. Esto me pasó con un molar que tardó muchísimo en salir, y no sabíamos si venía o no. Las razones de que un diente permanente no erupcione pueden ser varias: puede estar retenido por un obstáculo (por ejemplo, el diente de leche no se cayó y bloquea el camino, o el diente está mal posicionado dentro del hueso), puede que no tenga suficiente espacio para salir y quede impactado bajo la encía, o en raros casos que el diente definitivo falte (agenesia). Lo primero que hicimos fue llevar al niño al dentista para una radiografía, y así confirmamos que el diente estaba ahí pero “encerrado”. Según los especialistas, los caninos superiores son de los que más frecuentemente se quedan incluidos (retenidos) por falta de espacio, ya que se forman en una zona alta del hueso y a veces no encuentran hueco porque otros dientes ocuparon su lugar. Cuando un diente definitivo no sale como debería, es importante evaluarlo pronto. En algunos casos se decide observar y esperar un poco más, pero si se sospecha que no va a poder erupcionar solo, el dentista puede optar por intervenciones (desde quitar el obstáculo, p. ej. extraer el diente de leche retenido, hasta hacer una pequeña cirugía para guiar al diente incluido fuera del hueso). Hablaremos de estas soluciones más adelante.
Este caso suele ocurrir en la transición de dentición de leche a dentición permanente, y ¡vaya susto cuando no lo conoces! Consiste en que el diente definitivo empieza a salir antes de que se caiga el diente de leche correspondiente, de modo que por un tiempo ambos dientes conviven en la boca, uno delante o detrás de otro, dando la apariencia de una doble hilera de dientes. Popularmente a esto le llaman “dientes de tiburón” (porque los tiburones tienen varias filas). A mi hijo le pasó con un incisivo inferior: el diente nuevo asomó por detrás del de leche que seguía firme. Al principio me alarmé muchísimo, viendo literalmente dos dientes donde debería haber uno. Por suerte, aprendí que es más común de lo que parece. Lo más frecuente es que el diente permanente salga por detrás del de leche, y a veces la naturaleza se arregla sola: tarde o temprano el diente de leche acabará cayendo y el permanente se irá moviendo a su lugar con la presión de la lengua. En el caso de mi hijo, esperamos unas semanas a ver si aflojaba, pero como el “dientecito” de leche guía sin caerse y el definitivo ya había erupcionado bastante, el dentista decidió extraer el diente de leche obstinado. Fue un procedimiento sencillo en la clínica y, liberado el espacio, el diente nuevo pudo adelantarse un poco. Si ves una doble fila de dientes, mi consejo es que consultes al odontopediatra; a veces es necesario retirar el diente de leche para evitar que el definitivo erupcione en mala posición permanente. Y muy importante: nunca intentes arrancar el diente de leche en casa a la fuerza por tu cuenta, podría dolerle al niño o romperse la raíz. Siempre es mejor que lo evalúe un profesional.
Incluyo aquí esos casos en los que el diente permanente sale, pero erupciona en un lugar extraño, lejos de donde debería estar en la arcada. Por ejemplo, he visto casos en que un colmillo definitivo sale muy arriba en la encía (casi cerca del labio) o un incisivo que aparece muy atrás hacia el paladar. En parte, estos casos son consecuencia de los problemas anteriores (apiñamiento, obstrucciones, etc.): el diente busca cualquier resquicio para salir, aunque no sea en la posición correcta. En mi hijo, el canino que mencioné antes estaba saliendo por encima de donde correspondía, casi fuera de la línea de la sonrisa, porque ahí encontró hueco. Estos dientes fuera de lugar suelen requerir después tratamientos más complejos para llevarlos adonde pertenecen. La ventaja de detectarlo temprano es que se puede planificar con el ortodoncista cómo redirigir ese diente –a veces usando aparatos removibles que “empujen” en la dirección correcta, o mediante bracket y ligas que lo vayan atrayendo a su sitio. La odontopediatra me comentó que cuantos más dientes definitivos salgan descolocados, más importante es intervenir a tiempo, porque la mordida entera puede desajustarse.
Puede que veas dientes torcidos, dientes montados, dientes que no aparecen, dientes duplicados o dientes erupcionando fuera de lugar… o una combinación de varios. Yo pasé por dos de estas situaciones a la vez. La clave está en observar la boca de nuestros hijos durante el cambio de dientes y, ante cualquier anomalía notable, consultar con un especialista. A veces nos dicen que esperemos y vigilemos; otras, actuarán de inmediato. En el siguiente apartado te cuento qué pasos seguí yo al detectar el problema.
Cuando noté que los dientes definitivos de mi hijo no venían como esperaba, sentí una mezcla de alarma y ganas de actuar de inmediato. Te comparto lo que hice y lo que recomiendan los expertos hacer en cuanto detectamos un diente mal posicionado:
Seguir estos pasos me ayudó a manejar la situación sin sentirme desbordado. Lo esencial es contar con la evaluación de un profesional de confianza lo antes posible, porque él nos guiará en el proceso. En nuestro caso concreto, tras detectar el problema y consultar, pasamos a la fase de tratamiento que te describo ahora.
Al conocer el diagnóstico, una de mis mayores inquietudes era qué tan difícil o largo sería arreglar esos dientes torcidos de mi hijo. La verdad, me alivió saber que hay muchas opciones de tratamiento efectivas hoy en día. Dependiendo de la edad del niño, la gravedad del caso y la causa del problema, el dentista u ortodoncista puede recomendar distintas intervenciones. Te resumo los tratamientos más habituales que se usan para corregir los dientes definitivos que han salido mal:
La prevención se basa en: revisiones dentales periódicas, detección temprana de irregularidades y eliminación de malos hábitos orales a tiempo. Yo hubiera deseado saber que un simple chupete o el dedo podían influir tanto en la sonrisa futura. Nunca es tarde para actuar, pero cuanto antes empecemos a cuidar estos detalles, más probable que nuestros hijos no tengan mayores contratiempos con sus dientecitos definitivos.
Para finalizar, quiero compartirte algunos consejos prácticos que a mí me sirvieron (o que aprendí en el camino) al enfrentar el tema de los dientes definitivos mal posicionados de mi hijo.
En definitiva, atravesar el proceso de que los dientes definitivos salgan mal puede ser desafiante, pero con información, apoyo profesional y mucho cariño, se supera. Yo he visto la transformación en la sonrisa de mi hijo y en nuestra tranquilidad como familia. Espero que todo lo que te he contado te ayude a tomar las riendas de la situación con más seguridad. No dudes en consultar a tu dentista ante cualquier inquietud; ellos están ahí para guiarnos. Al final, ver a nuestros hijos sonreír con confianza es la mayor recompensa a este esfuerzo.
Principalmente por falta de espacio en la boca o por hábitos y genética. Si el niño tiene la mandíbula pequeña o los dientes definitivos son grandes, pueden apiñarse y salir torcidos. También chuparse el dedo, usar chupete prolongadamente o respirar por la boca son factores que desvían la posición dental. La herencia genética influye mucho (padres que tuvieron dientes torcidos suelen tener hijos con el mismo patrón). Además, si un diente de leche no se cae a tiempo y el permanente sale, causará una erupción en mala posición. En resumen, es una combinación de espacio disponible, hábitos infantiles y genética la que explica por qué a muchos peques se les salen mal los dientes.
Lo primero: no entrar en pánico, es más común de lo que parece. Observa si el diente de leche empieza a aflojarse en unos días. Si no, lleva al niño al odontopediatra. Seguramente el dentista recomendará extraer el diente de leche que obstaculiza, para dejar espacio al definitivo. Esta extracción es sencilla con anestesia local. Tras quitar el “diente de más”, el permanente suele moverse poco a poco a su lugar correcto ayudado por la lengua. Mientras esperas la cita, no intentes quitar tú el diente de leche bruscamente en casa, podrías hacer daño. Mantén la zona limpia y explicarle al niño que el dentista le ayudará. En la mayoría de casos, solucionando esto pronto, no quedan secuelas y el diente definitivo se alineará con el tiempo (a veces con un pequeño empujón de ortodoncia si hiciera falta).
Hay varias causas posibles. Una común es que no tenga espacio para erupcionar y quede impactado (atascado) bajo la encía. También puede ocurrir que el diente de leche anterior no se haya reabsorbido bien y retenga al permanente dentro. Otra posibilidad es que el diente definitivo esté desviando su camino (erupcionando en dirección incorrecta) o que exista un obstáculo físico como encía muy dura o incluso un quiste. En casos menos frecuentes, puede ser que falte ese diente (agenesia dental) y por eso nunca salga. Si notas que a tu hijo no le aparece un diente cuando a los demás niños sí, consulta al dentista. Él evaluará con radiografías la causa. Las soluciones van desde simplemente esperar un poco más bajo control, hasta hacer espacio con ortodoncia, extraer el diente de leche que esté estorbando, o en algunos casos realizar una pequeña cirugía para ayudar al diente a salir. Cada caso es único, por eso es vital la evaluación profesional.
Depende de la severidad. Los pequeños desajustes a veces se corrigen algo solos conforme la boca crece: por ejemplo, dientes que inicialmente están un poco chuecos pueden alinearse ligeramente al caer otros dientes de leche y empujar la lengua. Sin embargo, las malposiciones moderadas o severas no se van a corregir por sí mismas completamente. Si los dientes permanentes están visiblemente torcidos, montados o separados, lo más probable es que necesiten ortodoncia para alinearse bien. No existe un método casero o “ejercicio” que los coloque en su sitio sin ayuda; de hecho, intentar enderezarlos uno mismo puede ser peligroso. En mi experiencia, esperé algunos meses a ver si mejoraban solos, pero al ver que no, iniciamos el tratamiento ortodóntico. Los brackets u otros aparatos son la forma más efectiva y segura de corregir la posición dental. La buena noticia es que hoy en día hay opciones muy cómodas y discretas (brackets estéticos, alineadores) y el resultado vale la pena: una dentadura bien alineada de por vida.
La recomendación general es hacer una primera evaluación de ortodoncia alrededor de los 6-7 años de edad. A esa edad, normalmente ya han erupcionado los primeros incisivos y molares permanentes, y el especialista puede detectar problemas de espacio o mordida temprano. No significa que a esa edad le vayan a poner brackets de inmediato (en muchos casos solo vigilarán hasta que sea el momento oportuno), pero sí pueden indicar aparatos interceptivos si ven algo importante a corregir cuanto antes. En todo caso, si notas antes de los 6 años algún problema serio (por ejemplo, el niño no puede masticar bien por la mordida, o los dientes de leche están extremadamente apiñados), puedes llevarlo incluso antes. Yo llevé a mi hijo a los 7 años y medio, apenas vi el diente torcido, y fue el momento justo. Algunos niños no necesitarán tratamiento hasta los 12 o más, pero es mejor que un ortodoncista confirme que todo va bien en esa ventana de los 6-8 años. Y obviamente, sigue las indicaciones de tu dentista pediátrico: él te dirá si es hora de consultar al ortodoncista o si conviene esperar un poco más manteniendo revisiones.
Atravesar la etapa de los dientes definitivos mal alineados o mal ubicados puede generar muchas dudas y miedos, pero con la información adecuada y la ayuda de profesionales podemos afrontarla con éxito. En mi caso, ver la transformación de la sonrisa de mi hijo –de unos dientecillos torcidos y montados a unos dientes alineándose correctamente– ha sido tranquilizador. Sobre todo, aprendí que no estamos solos: es un problema común y solucionable. La clave está en detectar a tiempo, buscar orientación especializada y acompañar a nuestros hijos con paciencia y cariño durante el proceso. Cada visita al dentista, cada aparato ajustado, es un paso más hacia esa sonrisa sana y hermosa que deseamos para ellos. Si estás pasando por esto, ánimo: con un poco de esfuerzo hoy, le estarás regalando a tu hijo una salud bucodental óptima de por vida. ¡Su sonrisa definitiva lo va a valer!



Desde la medicina integrativa, cada diente forma parte de un sistema interconectado: una infección dental crónica puede afectar órganos distantes, y una disfunción en un órgano puede reflejarse en un diente concreto.


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