
El odontopediatra es el dentista especializado en la salud oral de bebés, niños y adolescentes. Descubre qué tratamientos realiza y cuándo acudir con tu hijo.

La odontopediatría es la odontología infantil. Descubre por qué es clave para la salud bucal de tu hijo, cuándo ir al dentista y cómo cuidar sus dientes.
Hola, soy odontopediatra y quiero contarte en primera persona todo sobre mi especialidad, la odontopediatría, y cómo puede ayudar a tu hijo a tener una sonrisa sana. Como madre y dentista, sé que la salud y el bienestar de nuestros niños son lo primero. Por eso, en este artículo te explicaré qué es la odontopediatría, por qué es tan importante para la salud bucodental infantil y cómo cuidar los dientes de los más pequeños en casa de forma práctica y efectiva. También resolveré dudas frecuentes, como cuándo llevar por primera vez a tu bebé al dentista, qué tratamientos son comunes en la odontología pediátrica y cómo lograr que los niños pierdan el miedo al dentista. ¡Vamos a ello, te invito a seguir leyendo!
La odontopediatría es la rama de la odontología especializada en la atención dental de bebés, niños y adolescentes. En otras palabras, es la odontología infantil o pediátrica. Un odontopediatra (también llamado dentista infantil) es un odontólogo que tras licenciarse en odontología se ha formado específicamente para tratar las necesidades dentales de los más pequeños, incluyendo niños con necesidades especiales o condiciones médicas particulares.
En mi día a día como odontopediatra, me encargo de prevenir, diagnosticar y tratar los problemas bucodentales de los niños, desde que les sale su primer diente de leche hasta la adolescencia. Pero mi trabajo no solo consiste en “arreglar dientes”. También educo a padres e hijos sobre buenos hábitos de higiene oral, alimentación saludable y medidas de prevención para que los peques conserven dientes sanos toda su vida. Además, los dentistas pediátricos recibimos entrenamiento en psicología infantil y técnicas para manejar la ansiedad, de modo que los niños se sientan cómodos y seguros durante la visita dental. ¡La idea es que ir al dentista sea una experiencia positiva y libre de miedos!
Diferencia con un dentista general: quizás te preguntes, ¿por qué llevar a mi hijo a un odontopediatra en lugar de a mi dentista de siempre? La respuesta está en la especialización. Aunque un dentista general también puede tratar niños, un odontopediatra tiene conocimientos profundos sobre la dentición infantil (dientes de leche y su recambio), crecimiento de los maxilares, manejo de hábitos como el chupete o la succión del dedo, y técnicas específicas para tratar caries o traumatismos en dientes temporales. Además, contamos con equipamiento adaptado (materiales más pequeños, radiografías de dosis mínimas, etc.) y sabemos cómo ganarnos la confianza de los peques. Todo esto se traduce en mejores resultados y en niños que crecen sin miedo al dentista.
Llevar a tu hijo al dentista infantil no es solo para “arreglar caries”, tiene un enfoque principalmente preventivo y numerosos beneficios tanto a corto como a largo plazo. Te resumo las principales ventajas de la odontopediatría:
Esta es una de las preguntas que más me hacen los padres primerizos: “¿A qué edad debo llevar a mi hijo al dentista infantil?”. La recomendación actual de los especialistas (y de la Asociación Española de Pediatría, entre otros) es clara: antes del primer año de vida. En concreto, alrededor de los 6-12 meses, cuando erupciona el primer diente de leche, sería ideal hacer esa primera visita. Como muy tarde, se sugiere que todos los niños hayan ido al dentista antes de cumplir los 2 años.
¿Por qué tan pronto? Antiguamente se solía esperar hasta los 3 años, pero ahora sabemos que:
En resumen, lleva a tu hijo al odontopediatra en su primer añito de vida. Si ya pasó esa edad, ¡no pasa nada!, llévalo cuanto antes para una revisión inicial. Tras la primera consulta, el dentista infantil te indicará la frecuencia ideal de controles según el caso de tu hijo. Por lo general, en niños sin problemas aparentes recomendamos 1 visita anual de mantenimiento hasta los 3-4 años, y a partir de los 5-6 años (cuando empiezan a cambiar los dientes) pasar a visitas cada 6 meses para vigilar el recambio dental y aplicar medidas preventivas periódicas (fluor, selladores, etc.). Recuerda: aunque veas sus dientes de leche perfectos, las revisiones regulares son la clave para que sigan así.
Consejo: nunca esperes a que tu hijo tenga dolor para llevarlo al dentista. La odontopediatría bien realizada es proactiva, no reactiva. Muchas veces las caries de inicio o problemas de mordida no duelen hasta que están avanzados. Las visitas preventivas evitan tratamientos más invasivos después.
La salud bucal infantil puede verse afectada por distintos problemas o patologías, algunos propios de la infancia. A continuación te cuento los más comunes que vemos en la consulta y cómo los abordamos:
La caries dental es, desgraciadamente, el problema número uno en los niños pequeños. Se trata de una infección provocada por bacterias que destruyen el esmalte y la dentina de los dientes. En los niños suele avanzar más rápido que en adultos por la menor mineralización de los dientes de leche. Hay varios tipos particulares, como la caries del biberón o caries rampante, típica en bebés que duermen con el biberón de leche o líquidos azucarados (el azúcar queda en los dientes durante la noche y alimenta a las bacterias).
Síntomas de caries en niños
Al principio puede no haber dolor, solo se ve una manchita blanca o marrón en el diente. Si avanza, causa dolor dental agudo, sensibilidad al tomar cosas frías/calientes o al masticar, y puede formar abscesos (infección con hinchazón en la encía). Una caries no tratada en un diente de leche puede afectar también al diente permanente que viene debajo e incluso causar infecciones más serias. Además, la pérdida prematura de un diente de leche por caries profunda puede provocar que los demás dientes se muevan y se pierda el espacio para el diente permanente futuro.
Tratamiento
Depende de la gravedad. Cuando detectamos caries incipientes, podemos remineralizarlas con flúor o sellarlas. Si la caries ya cavitó el diente, realizamos un empaste u obturación (limpiar la zona dañada y rellenarla con un material especial). En caries más profundas que afectan el nervio del diente de leche, realizamos una pulpotomía o pulpectomía (similar a una endodoncia pero en dientes temporales, quitando solo la parte de pulpa afectada para mantener el diente hasta que caiga naturalmente). Solo en último caso, si el diente está muy destruido, lo extraemos; y si faltaba mucho para que saliera el permanente, colocamos un mantenedor de espacio para que el nuevo diente erupcione en su lugar sin problema.
Prevención
La odontopediatría hace mucho énfasis en prevenir la caries. En consulta aplicamos tratamientos preventivos como la fluorización (barniz de flúor que fortalece el esmalte) y los selladores de fisuras (una resina protectora en las muelitas sanas para que no cojan caries). Pero en casa, la prevención comienza con buenos hábitos: cepillar los dientes del niño dos veces al día con pasta fluorada, no abusar de dulces o bebidas azucaradas, y nunca acostar al bebé con biberón de leche o zumo sin limpiar sus dientes antes. Más adelante te daré consejos de higiene oral infantil.
¡Ah, los golpes y porrazos! Si tienes peques inquietos, seguro sabes de qué hablo. Los traumatismos dentales (dientes fracturados, aflojados o que se salen enteros) son muy frecuentes en la infancia, especialmente cuando comienzan a caminar o en juegos y deportes. Las palas superiores (incisivos frontales) suelen llevarse la peor parte en caídas.
¿Qué hacer si tu hijo se rompe un diente?
Lo primero, mantener la calma (sé que asusta ver sangre en la boquita, pero respira hondo). Si es un diente de leche completo que se salió (avulsión), no intentes reimplantarlo, porque podrías dañar el germen del permanente; en vez de eso, acude lo antes posible al odontopediatra. Si es un diente permanente joven que se cayó entero, entonces sí, consérvalo en leche o suero fisiológico e intenta llegar al dentista en <30 minutos para intentar reimplantarlo. Si el diente no salió pero se rompió un trozo o se ve desplazado, también hay que acudir a consulta urgente.
Tratamiento
Depende de la lesión. Para pequeñas fracturas (un “chichón” en el diente o astillado leve), a veces basta con un pulido o una resina para reparar la forma. En fracturas mayores reconstruimos el diente con materiales estéticos (resinas compuestas) e incluso podemos pegar el fragmento si lo tienes y está en buen estado. Si el golpe afectó al nervio, podría requerir una endodoncia (tratamiento de conducto) o una pulpotomía en un diente de leche. En luxaciones (diente desplazado) intentamos recolocarlo en su posición y ferulizar (poner una fijación temporal) para que se estabilice. Cada caso es distinto, pero siempre es el odontopediatra quien debe evaluar la mejor solución.
Prevención
¡Difícil prevenir todos los golpes, los niños son niños! Pero si tu hijo practica deportes de contacto (fútbol, baloncesto, artes marciales, ciclismo), considera un protector bucal a medida para evitar fracturas. Y en casa, vigila cuando empiezan a caminar o escalan sillas, para evitar caídas graves.
Una maloclusión significa que la forma en que encajan los dientes superiores con los inferiores no es la ideal. Puede ser por dientes mal posicionados, por maxilares desproporcionados (uno crece más que otro) o por hábitos (chuparse el dedo, uso prolongado del chupete, respiración bucal, etc.). Ejemplos de maloclusiones: mordida abierta (los dientes de arriba no tocan los de abajo al morder, suele ser por chupete/dedo), mordida cruzada (los dientes de abajo encajan por fuera de los de arriba), dientes apiñados o muy separados, etc.
Importancia: Las maloclusiones en niños pueden afectar la forma de masticar, de pronunciar ciertos sonidos al hablar e incluso la estética facial. Un paladar estrecho o mala mordida puede derivar en problemas de respiración (niños que duermen con la boca abierta, roncan o tienen apnea del sueño leve). Además, una mordida incorrecta a temprana edad tiende a empeorar con el crecimiento si no se corrige.
Tratamiento (ortodoncia interceptiva)
Aquí entra en juego la ortodoncia infantil temprana, también llamada interceptiva. Su objetivo es “interceptar” el problema a tiempo, mientras el niño está creciendo, para guiar un desarrollo correcto. Por ejemplo, si detectamos un paladar estrecho a los 5-6 años, podemos usar un disyuntor para ensancharlo antes de que salga toda la dentadura permanente. O si vemos tendencia a apiñamiento, quizá indicamos extraer algún diente de leche antes de tiempo estratégico para que los demás tengan espacio. También existen aparatos funcionales removibles que ayudan a corregir hábitos (por ejemplo, unas rejillas que desincentivan chuparse el dedo). Lo más común es empezar con tratamientos ortopédicos u ortodoncia ligera entre los 6 y 11 años, aprovechando crecimiento óseo. Luego, ya en adolescencia (12-15 años) se suele colocar la ortodoncia completa con brackets o alineadores para alinear los dientes permanentes definitivamente.
No todos los niños necesitan ortodoncia interceptiva; el odontopediatra evaluará caso a caso. Pero te aseguro que cuando se necesita, hacer esta corrección temprana es mucho más sencillo que esperar a que el problema sea severo en la adolescencia.
Prevención de maloclusiones
Algunos consejos: retirar el chupete antes de los 2 años de edad (idealmente sobre los 18 meses) para evitar malformaciones en el paladar; evitar que el niño se chupe el dedo (sé que es difícil controlar esto, pero hay técnicas y en casos necesarios dispositivos); tratar la respiración bucal con el pediatra (a veces son amígdalas/adenoides grandes que se solucionan médicamente, lo cual mejora la mordida). Y, por supuesto, revisiones periódicas: a veces los padres no notan un problema de mordida incipiente, pero nosotros sí podemos detectarlo a tiempo.
La odontopediatría también abarca otros temas como:
Ya hemos ido mencionando varios, pero resumamos los tratamientos dentales infantiles más habituales que ofrecemos en la consulta de odontopediatría:
En general, la odontopediatría abarca todos los tratamientos dentales adaptados a niños, siempre con un enfoque conservador y preventivo. Si algo se puede evitar o posponer sin riesgo, lo haremos; y si algo conviene hacerlo ya, te lo explicaremos para que lo entiendas bien. La comunicación con los padres es fundamental: sois nuestros aliados para que el pequeño paciente colabore y para continuar los cuidados en casa.
La clínica dental es solo una parte del cuidado bucodental; el día a día en casa es incluso más importante. Aquí te dejo algunos consejos como madre/odontopediatra para mantener esos dientecitos sanos y fuertes:
Quiero detenerme un momento en este punto, porque sé que muchos papás temen la reacción de sus hijos en la consulta dental. Quizá tú mismo/a le tienes algo de aprensión al dentista y te preocupa transmitirle ese miedo. Déjame darte tranquilidad: la odontopediatría moderna está pensada para que los niños no tengan miedo, sino todo lo contrario.
En mi consulta, por ejemplo, tenemos un ambiente amable y divertido: la sala de espera tiene juguetes y cuentos sobre el Ratoncito Pérez, los gabinetes están decorados con dibujos animados, y usamos un tono cariñoso siempre. Al iniciar, le explico al niño quién soy (“la doctora de los dientes”) y qué voy a hacer, usando palabras que entienda y sin mencionar cosas que le asusten. Por ejemplo, no hablamos de “inyección” o “aguja”, en lugar de eso decimos “vamos a dormir el dientecito con una medicina mágica”. Tampoco decimos “no te va a doler” (porque entonces piensan “¡¿y por qué habría de doler?!”). En vez de eso, usamos refuerzo positivo: “qué valiente eres”, “mira qué bien abre la boquita este campeón”, y así.
Técnicas de manejo de conducta: Los odontopediatras estamos entrenados en varias técnicas, como decir-mostrar-hacer (explicamos brevemente, mostramos el instrumento en su dedito para que sienta cosquillas, y luego lo usamos en su boca, sin sorpresas) o la distracción: contamos un cuento, ponemos su canción favorita o les pedimos que sostengan un peluche mientras trabajamos. Muchas clínicas dan un pequeño premio o diploma al final de la visita, para que se vayan contentos y orgullosos. Créeme, he tenido pacientes que no querían bajarse del sillón dental porque ¡les estaba gustando la experiencia!
Tu papel como padre/madre: es crucial. Algunos consejos para ayudarte a que tu hijo esté tranquilo en el dentista:
Lo más importante: nunca utilices al dentista como amenaza o castigo (“si no te lavas los dientes, te van a poner una inyección en el dentista”). Esto genera temor. En su lugar, refuerza lo positivo (“vamos a lavarnos para que el dentista te felicite con sus pegatinas de SuperDienteman”). Recuerda que queremos que el niño vea al dentista como un aliado, no como algo malo.
Con paciencia, cariño y estas estrategias, la gran mayoría de los niños coopera de maravilla en el dentista. Y si algún día tu hijo llora o se asusta, no te angusties ni te enfades con él: estamos acostumbrados y sabremos cómo manejarlo poco a poco, quizá necesitemos más de una cita de adaptación pero lo lograremos juntos.
Como ves, la odontopediatría juega un papel fundamental en la salud de nuestros hijos. No se trata solo de “arreglar dientes de leche porque total luego se caen”, sino de asegurar que esos primeros dientes cumplan su función (permitir comer, hablar bien, guardar el espacio a los permanentes) y de formar niños con buenos hábitos y sin miedo al cuidado dental. Invertir en la salud bucal infantil es invertir en la salud futura de tu hijo.
Te animo, como odontopediatra y como mamá, a que hagas equipo con nosotros: lleva a tu peque a sus revisiones, pregunta todas tus dudas (¡ninguna es tonta, nos encanta orientar a los padres!), y sigue en casa los consejos de higiene y prevención. La recompensa será ver a tu hijo sonreír sin molestias, con dientes sanos y fuertes que le durarán toda la vida.
¿Tienes más preguntas sobre odontopediatría? A continuación, te dejo una sección de Preguntas Frecuentes donde respondo las dudas más habituales de los padres. ¡Espero que te resulte útil!
La odontopediatría es la especialidad de la odontología enfocada en la salud dental de los niños, desde bebés hasta adolescentes. Su importancia radica en que aborda el cuidado bucal en las etapas clave del crecimiento, previniendo y tratando problemas dentales tempranamente. Esto asegura que los dientes de los niños se desarrollen adecuadamente y ayuda a inculcar hábitos saludables desde pequeñitos. En definitiva, empezar con buen pie en la salud oral infantil evita enfermedades como caries o maloclusiones en la niñez y en la vida adulta, formando niños sin miedo al dentista y con sonrisas sanas.
Lo recomendado es realizar la primera visita al dentista infantil cuando salga el primer diente, o antes del primer cumpleaños del bebé. Es decir, aproximadamente entre los 6 y 12 meses de edad. A más tardar, se aconseja que no pase de los 2 años sin haber ido al dentista. Esta visita temprana sirve para comprobar que todo marcha bien en la boca del bebé, prevenir problemas (como caries del biberón o malformaciones) y para acostumbrar al niño al ambiente de la clínica dental de forma positiva.
Un odontopediatra realiza todas las atenciones dentales que un niño pueda necesitar, adaptadas a su edad. Esto incluye: revisiones regulares y limpiezas dentales, aplicación de flúor y selladores para prevenir caries, empastes y tratamientos de caries (pulpotomías) en dientes de leche, colocación de mantenedores de espacio si se pierde un diente prematuramente, tratamiento de traumatismos dentales (por caídas y golpes), ortopedia u ortodoncia interceptiva para corregir hábitos y maloclusiones a tiempo, y atención especializada para niños con condiciones médicas especiales. En resumen, todo lo necesario para cuidar la salud bucal infantil de forma integral.
Los odontopediatras estamos entrenados para trabajar con niños utilizando técnicas y enfoques amigables que reducen la ansiedad. Por ejemplo, explicamos cada procedimiento en un lenguaje sencillo que el niño pueda entender (hacemos del torno “un cepillito eléctrico que hace cosquillas”, etc.), usamos la técnica de decir-mostrar-hacer para que no haya sorpresas, distraemos al pequeño con juegos o conversación sobre sus dibujos animados favoritos, ofrecemos refuerzos positivos constantes (“¡lo estás haciendo genial!”) e incluso pequeñas recompensas al final (un juguetito, un diploma de “Paciente valiente”, etc.). También trabajamos junto con los padres para preparar al niño: damos consejos de cómo hablarle del dentista en casa y, si el pequeño lo prefiere, permitimos que esté sentado en el regazo de mamá o papá durante la revisión. Todo esto crea un ambiente de confianza donde el niño se siente seguro.
¡Muchísimo! Los padres sois los mayores aliados para una buena salud bucal infantil. Algunas cosas importantes que puedes hacer:
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