14 noviembre 2023

Odontopediatría: qué es y cómo cuidar la salud dental infantil

La odontopediatría es la odontología infantil. Descubre por qué es clave para la salud bucal de tu hijo, cuándo ir al dentista y cómo cuidar sus dientes.

Hola, soy odontopediatra y quiero contarte en primera persona todo sobre mi especialidad, la odontopediatría, y cómo puede ayudar a tu hijo a tener una sonrisa sana. Como madre y dentista, sé que la salud y el bienestar de nuestros niños son lo primero. Por eso, en este artículo te explicaré qué es la odontopediatría, por qué es tan importante para la salud bucodental infantil y cómo cuidar los dientes de los más pequeños en casa de forma práctica y efectiva. También resolveré dudas frecuentes, como cuándo llevar por primera vez a tu bebé al dentista, qué tratamientos son comunes en la odontología pediátrica y cómo lograr que los niños pierdan el miedo al dentista. ¡Vamos a ello, te invito a seguir leyendo!

¿Qué es la odontopediatría?

La odontopediatría es la rama de la odontología especializada en la atención dental de bebés, niños y adolescentes. En otras palabras, es la odontología infantil o pediátrica. Un odontopediatra (también llamado dentista infantil) es un odontólogo que tras licenciarse en odontología se ha formado específicamente para tratar las necesidades dentales de los más pequeños, incluyendo niños con necesidades especiales o condiciones médicas particulares.

En mi día a día como odontopediatra, me encargo de prevenir, diagnosticar y tratar los problemas bucodentales de los niños, desde que les sale su primer diente de leche hasta la adolescencia. Pero mi trabajo no solo consiste en “arreglar dientes”. También educo a padres e hijos sobre buenos hábitos de higiene oral, alimentación saludable y medidas de prevención para que los peques conserven dientes sanos toda su vida. Además, los dentistas pediátricos recibimos entrenamiento en psicología infantil y técnicas para manejar la ansiedad, de modo que los niños se sientan cómodos y seguros durante la visita dental. ¡La idea es que ir al dentista sea una experiencia positiva y libre de miedos!

Diferencia con un dentista general: quizás te preguntes, ¿por qué llevar a mi hijo a un odontopediatra en lugar de a mi dentista de siempre? La respuesta está en la especialización. Aunque un dentista general también puede tratar niños, un odontopediatra tiene conocimientos profundos sobre la dentición infantil (dientes de leche y su recambio), crecimiento de los maxilares, manejo de hábitos como el chupete o la succión del dedo, y técnicas específicas para tratar caries o traumatismos en dientes temporales. Además, contamos con equipamiento adaptado (materiales más pequeños, radiografías de dosis mínimas, etc.) y sabemos cómo ganarnos la confianza de los peques. Todo esto se traduce en mejores resultados y en niños que crecen sin miedo al dentista.

¿Por qué es importante la odontopediatría? Beneficios para tu hijo

Llevar a tu hijo al dentista infantil no es solo para “arreglar caries”, tiene un enfoque principalmente preventivo y numerosos beneficios tanto a corto como a largo plazo. Te resumo las principales ventajas de la odontopediatría:

  • Prevención de caries y dolor: Las caries son la enfermedad crónica infantil más común y pueden aparecer incluso en bebés de 1-2 años. Cada revisión con el odontopediatra ayuda a detectar a tiempo cualquier comienzo de caries y tratarlo antes de que cause dolor o infecciones. De hecho, la Sociedad Española de Odontopediatría (SEOP) advierte que la caries infantil afecta aproximadamente a 600 millones de niños en el mundo. Por eso, la prevención es clave para evitar el sufrimiento innecesario de tu peque (¡y empastes más complejos!).
  • Corrección temprana de maloclusiones: Muchos problemas de mordida (dientes torcidos, mala posición de la mandíbula, paladar estrecho, etc.) se originan en la infancia. La odontopediatría vigila el desarrollo de los maxilares y la salida de los dientes permanentes, pudiendo interceptar problemas a tiempo. Corregir hábitos perjudiciales como chuparse el dedo o usar el chupete demasiado tiempo evita deformaciones en la arcada dental. Un tratamiento temprano (como una ortodoncia interceptiva o mantenedores de espacio) puede guiar el crecimiento correcto de la mandíbula y evitar tratamientos más complicados en el futuro.
  • Fomento de hábitos saludables: El odontopediatra no solo “arregla dientes”, sino que enseña. Nos tomamos el tiempo para educar a tu hijo (y a ti como padre/madre) en una buena higiene bucal: cómo cepillarse correctamente, usar hilo dental, la importancia de una dieta baja en azúcares y rica en nutrientes para unos dientes fuertes, etc. Inculcar estos hábitos desde pequeños previene enfermedades como caries y gingivitis en la vida adulta.
  • Evitar el miedo al dentista: Una de las grandes ventajas de acudir a clínicas de odontopediatría es que los niños pierden el miedo al dentista o, mejor dicho, no llegan a desarrollarlo. Los dentistas infantiles estamos formados para que la visita sea casi un juego: utilizamos un lenguaje adaptado, mostramos los instrumentos de forma amigable (“esta es la ducha que limpia tus dientecitos”, por ejemplo), damos pequeñas recompensas o pegatinas, y tenemos paciencia para ganarnos su confianza. Así, tu hijo asocia el dentista con algo positivo. Esto es vital para que de adulto siga cuidando su salud oral sin temor. ¡Adiós a la odontofobia infantil!
  • Mantener una sonrisa sana y estética: Un niño que crece con dientes sanos tendrá una sonrisa hermosa y una mejor autoestima. Evitar la pérdida prematura de dientes de leche (por caries o accidentes) también previene problemas en el habla, la masticación e incluso en la respiración. Dientes bien cuidados = niños más sanos y felices. Y a la larga, también significa adultos con menos complejos y menos tratamientos costosos.

¿Cuándo se debe llevar al niño al odontopediatra por primera vez?

Esta es una de las preguntas que más me hacen los padres primerizos: “¿A qué edad debo llevar a mi hijo al dentista infantil?”. La recomendación actual de los especialistas (y de la Asociación Española de Pediatría, entre otros) es clara: antes del primer año de vida. En concreto, alrededor de los 6-12 meses, cuando erupciona el primer diente de leche, sería ideal hacer esa primera visita. Como muy tarde, se sugiere que todos los niños hayan ido al dentista antes de cumplir los 2 años.

¿Por qué tan pronto? Antiguamente se solía esperar hasta los 3 años, pero ahora sabemos que:

  • Prevenir es mejor que curar: En esa primera visita, aunque solo haya uno o pocos dientes, el odontopediatra puede revisar que todo marcha bien: que la mandíbula y encías estén sanas, detectar posibles anomalías congénitas (como ausencia de algún diente) o anticipar problemas (por ejemplo, caries del biberón incipientes en bebés que duermen con el biberón). También nos sirve para asesorarte sobre cuidados: cómo limpiar sus encías/dientes, uso del chupete, dieta, fluoruro, etc.
  • Acostumbrar al bebé al dentista: Una visita temprana es corta y sencilla, más que nada de familiarización. Tu bebé se irá acostumbrando al entorno de la clínica, a que un “doctor de dientes” mire su boquita. Así, cuando sea mayor y necesite un tratamiento, ¡no será un lugar extraño ni temido!

En resumen, lleva a tu hijo al odontopediatra en su primer añito de vida. Si ya pasó esa edad, ¡no pasa nada!, llévalo cuanto antes para una revisión inicial. Tras la primera consulta, el dentista infantil te indicará la frecuencia ideal de controles según el caso de tu hijo. Por lo general, en niños sin problemas aparentes recomendamos 1 visita anual de mantenimiento hasta los 3-4 años, y a partir de los 5-6 años (cuando empiezan a cambiar los dientes) pasar a visitas cada 6 meses para vigilar el recambio dental y aplicar medidas preventivas periódicas (fluor, selladores, etc.). Recuerda: aunque veas sus dientes de leche perfectos, las revisiones regulares son la clave para que sigan así.

Consejo: nunca esperes a que tu hijo tenga dolor para llevarlo al dentista. La odontopediatría bien realizada es proactiva, no reactiva. Muchas veces las caries de inicio o problemas de mordida no duelen hasta que están avanzados. Las visitas preventivas evitan tratamientos más invasivos después.

Principales problemas dentales en niños que tratamos en odontopediatría

La salud bucal infantil puede verse afectada por distintos problemas o patologías, algunos propios de la infancia. A continuación te cuento los más comunes que vemos en la consulta y cómo los abordamos:

Caries infantil

La caries dental es, desgraciadamente, el problema número uno en los niños pequeños. Se trata de una infección provocada por bacterias que destruyen el esmalte y la dentina de los dientes. En los niños suele avanzar más rápido que en adultos por la menor mineralización de los dientes de leche. Hay varios tipos particulares, como la caries del biberón o caries rampante, típica en bebés que duermen con el biberón de leche o líquidos azucarados (el azúcar queda en los dientes durante la noche y alimenta a las bacterias).

Síntomas de caries en niños

Al principio puede no haber dolor, solo se ve una manchita blanca o marrón en el diente. Si avanza, causa dolor dental agudo, sensibilidad al tomar cosas frías/calientes o al masticar, y puede formar abscesos (infección con hinchazón en la encía). Una caries no tratada en un diente de leche puede afectar también al diente permanente que viene debajo e incluso causar infecciones más serias. Además, la pérdida prematura de un diente de leche por caries profunda puede provocar que los demás dientes se muevan y se pierda el espacio para el diente permanente futuro.

Tratamiento

Depende de la gravedad. Cuando detectamos caries incipientes, podemos remineralizarlas con flúor o sellarlas. Si la caries ya cavitó el diente, realizamos un empaste u obturación (limpiar la zona dañada y rellenarla con un material especial). En caries más profundas que afectan el nervio del diente de leche, realizamos una pulpotomía o pulpectomía (similar a una endodoncia pero en dientes temporales, quitando solo la parte de pulpa afectada para mantener el diente hasta que caiga naturalmente). Solo en último caso, si el diente está muy destruido, lo extraemos; y si faltaba mucho para que saliera el permanente, colocamos un mantenedor de espacio para que el nuevo diente erupcione en su lugar sin problema.

Prevención

La odontopediatría hace mucho énfasis en prevenir la caries. En consulta aplicamos tratamientos preventivos como la fluorización (barniz de flúor que fortalece el esmalte) y los selladores de fisuras (una resina protectora en las muelitas sanas para que no cojan caries). Pero en casa, la prevención comienza con buenos hábitos: cepillar los dientes del niño dos veces al día con pasta fluorada, no abusar de dulces o bebidas azucaradas, y nunca acostar al bebé con biberón de leche o zumo sin limpiar sus dientes antes. Más adelante te daré consejos de higiene oral infantil.

Traumatismos dentales

¡Ah, los golpes y porrazos! Si tienes peques inquietos, seguro sabes de qué hablo. Los traumatismos dentales (dientes fracturados, aflojados o que se salen enteros) son muy frecuentes en la infancia, especialmente cuando comienzan a caminar o en juegos y deportes. Las palas superiores (incisivos frontales) suelen llevarse la peor parte en caídas.

¿Qué hacer si tu hijo se rompe un diente?

Lo primero, mantener la calma (sé que asusta ver sangre en la boquita, pero respira hondo). Si es un diente de leche completo que se salió (avulsión), no intentes reimplantarlo, porque podrías dañar el germen del permanente; en vez de eso, acude lo antes posible al odontopediatra. Si es un diente permanente joven que se cayó entero, entonces sí, consérvalo en leche o suero fisiológico e intenta llegar al dentista en <30 minutos para intentar reimplantarlo. Si el diente no salió pero se rompió un trozo o se ve desplazado, también hay que acudir a consulta urgente.

Tratamiento

Depende de la lesión. Para pequeñas fracturas (un “chichón” en el diente o astillado leve), a veces basta con un pulido o una resina para reparar la forma. En fracturas mayores reconstruimos el diente con materiales estéticos (resinas compuestas) e incluso podemos pegar el fragmento si lo tienes y está en buen estado. Si el golpe afectó al nervio, podría requerir una endodoncia (tratamiento de conducto) o una pulpotomía en un diente de leche. En luxaciones (diente desplazado) intentamos recolocarlo en su posición y ferulizar (poner una fijación temporal) para que se estabilice. Cada caso es distinto, pero siempre es el odontopediatra quien debe evaluar la mejor solución.

Prevención

¡Difícil prevenir todos los golpes, los niños son niños! Pero si tu hijo practica deportes de contacto (fútbol, baloncesto, artes marciales, ciclismo), considera un protector bucal a medida para evitar fracturas. Y en casa, vigila cuando empiezan a caminar o escalan sillas, para evitar caídas graves.

Maloclusiones y problemas de mordida

Una maloclusión significa que la forma en que encajan los dientes superiores con los inferiores no es la ideal. Puede ser por dientes mal posicionados, por maxilares desproporcionados (uno crece más que otro) o por hábitos (chuparse el dedo, uso prolongado del chupete, respiración bucal, etc.). Ejemplos de maloclusiones: mordida abierta (los dientes de arriba no tocan los de abajo al morder, suele ser por chupete/dedo), mordida cruzada (los dientes de abajo encajan por fuera de los de arriba), dientes apiñados o muy separados, etc.

Importancia: Las maloclusiones en niños pueden afectar la forma de masticar, de pronunciar ciertos sonidos al hablar e incluso la estética facial. Un paladar estrecho o mala mordida puede derivar en problemas de respiración (niños que duermen con la boca abierta, roncan o tienen apnea del sueño leve). Además, una mordida incorrecta a temprana edad tiende a empeorar con el crecimiento si no se corrige.

Tratamiento (ortodoncia interceptiva)

Aquí entra en juego la ortodoncia infantil temprana, también llamada interceptiva. Su objetivo es “interceptar” el problema a tiempo, mientras el niño está creciendo, para guiar un desarrollo correcto. Por ejemplo, si detectamos un paladar estrecho a los 5-6 años, podemos usar un disyuntor para ensancharlo antes de que salga toda la dentadura permanente. O si vemos tendencia a apiñamiento, quizá indicamos extraer algún diente de leche antes de tiempo estratégico para que los demás tengan espacio. También existen aparatos funcionales removibles que ayudan a corregir hábitos (por ejemplo, unas rejillas que desincentivan chuparse el dedo). Lo más común es empezar con tratamientos ortopédicos u ortodoncia ligera entre los 6 y 11 años, aprovechando crecimiento óseo. Luego, ya en adolescencia (12-15 años) se suele colocar la ortodoncia completa con brackets o alineadores para alinear los dientes permanentes definitivamente.

No todos los niños necesitan ortodoncia interceptiva; el odontopediatra evaluará caso a caso. Pero te aseguro que cuando se necesita, hacer esta corrección temprana es mucho más sencillo que esperar a que el problema sea severo en la adolescencia.

Prevención de maloclusiones

Algunos consejos: retirar el chupete antes de los 2 años de edad (idealmente sobre los 18 meses) para evitar malformaciones en el paladar; evitar que el niño se chupe el dedo (sé que es difícil controlar esto, pero hay técnicas y en casos necesarios dispositivos); tratar la respiración bucal con el pediatra (a veces son amígdalas/adenoides grandes que se solucionan médicamente, lo cual mejora la mordida). Y, por supuesto, revisiones periódicas: a veces los padres no notan un problema de mordida incipiente, pero nosotros sí podemos detectarlo a tiempo.

Otras afecciones y necesidades especiales

La odontopediatría también abarca otros temas como:

  • Anomalías dentales congénitas: Hay niños que nacen sin el germen de algún diente permanente (agenesia), o con dientes “de más” (supernumerarios), o con esmalte débil por condiciones como la hipomineralización incisivo-molar o la fluorosis. Detectar estos problemas temprano permite planificar soluciones (por ejemplo, mantener un diente de leche más tiempo si falta el permanente, o usar selladores especiales en caso de esmalte débil).
  • Problemas periodontales infantiles: Aunque raros, algunos niños pueden tener gingivitis (encías inflamadas) o incluso periodontitis agresiva juvenil. Generalmente asociados a higiene deficiente o factores genéticos. La educación en higiene y controles previenen que avance.
  • Niños con necesidades especiales: Los pequeños con alguna condición médica (por ejemplo, cardiopatías, trastornos del desarrollo como autismo, parálisis cerebral, etc.) requieren un enfoque aún más especializado. El odontopediatra está capacitado para atenderlos con las precauciones adecuadas (profilaxis antibiótica si corresponde, adaptaciones de comunicación, incluso sedación si es necesario). Todos los niños merecen una atención dental de calidad, sin importar sus necesidades, y esa es otra razón de ser de nuestra especialidad.

Tratamientos comunes en odontopediatría

Ya hemos ido mencionando varios, pero resumamos los tratamientos dentales infantiles más habituales que ofrecemos en la consulta de odontopediatría:

  • Revisiones periódicas y limpiezas: En cada visita de control, examinamos la boca del niño, tomamos radiografías si es necesario (por ejemplo, para ver si hay caries entre dientes o cómo vienen los permanentes) y realizamos una limpieza dental suave si hay placa o sarro. Las limpiezas en niños suelen ser sencillas porque no acumulan tanto sarro como los adultos, pero sirven para que las encías estén sanas. También aplicamos un gel de flúor tópico después de la limpieza para reforzar el esmalte.
  • Aplicación de flúor (fluorización): Consiste en “pintar” los dientes con un barniz de flúor concentrado que fortalece el esmalte y lo hace más resistente a las caries. Se suele hacer 1-2 veces al año en niños con riesgo de caries. Es rápido, indoloro (solo hay que secar los dientes y aplicar, sabe un poco a barniz pero les decimos que no coman ni beban en 30 minutos y listo).
  • Selladores de fosas y fisuras: Los selladores son una capa delgada de resina que colocamos en las superficies masticatorias de las muelas (especialmente las definitivas apenas erupcionan, hacia los 6 años las primeras muelas permanentes). Rellenan las ranuras profundas evitando que se acumulen bacterias allí. Colocar un sellador es rápido: se limpia el diente, se aplica la resina líquida y se endurece con luz. No duele nada y reduce significativamente el riesgo de caries en esas muelitas sanas.
  • Empastes (obturaciones) de caries: Si detectamos una caries pequeña, la limpiamos y rellenamos con resina del color del diente. En dientes de leche a veces usamos materiales de color blanco o también las clásicas “coronas de acero inoxidable” para molares muy destruidos (son coronitas plateadas que cubren toda la muela de leche cariada una vez tratada, para protegerla hasta que se caiga). Esto último se hace cuando la caries es extensa pero queremos evitar extraer la muela.
  • Pulpotomías o tratamientos pulpares: Ya lo comenté, es el equivalente infantil a la endodoncia. Si la caries llegó al nervio de un diente de leche, removemos la parte afectada de la pulpa y sellamos la cavidad con un material especial (se suele colocar luego una coronita). Así logramos mantener el diente de leche en boca cumpliendo su función hasta que llegue el momento natural de recambio.
  • Mantenedores de espacio: Aparatitos (pueden ser fijos o removibles) que conservan el espacio de un diente de leche que se perdió antes de tiempo. Básicamente es una bandita en el diente adyacente con un alambre que guarda el hueco. Esto evita que los demás dientes se muevan y bloqueen la salida del diente permanente futuro.
  • Ortodoncia interceptiva: Aparatos funcionales, expansores de paladar, brackets infantiles… todo encaminado a corregir problemas de mordida en edades tempranas como ya describimos. Por ejemplo, un expansor de paladar fijo a los 7 años para corregir mordida cruzada, o brackets parciales para alinear algunos dientes que están fuera de lugar muy pronunciadamente. Cada vez es más común ver niños de 7-10 años con aparatito, y es por su bien futuro. La fase 1 de ortodoncia temprana simplifica mucho la fase 2 de ortodoncia adolescente.
  • Atención a lesiones y urgencias: Tratamos llagas, infecciones, frenillos labiales que a veces requieren recortar (frenectomía) si causan separación en los dientes, etc. También hacemos radiografías panorámicas alrededor de los 6-7 años para contar los dientes que vienen (muchos padres se sorprenden al ver la radiografía con todos los dientes permanentes formándose debajo, es como mirar el futuro de la sonrisa de tu hijo).

En general, la odontopediatría abarca todos los tratamientos dentales adaptados a niños, siempre con un enfoque conservador y preventivo. Si algo se puede evitar o posponer sin riesgo, lo haremos; y si algo conviene hacerlo ya, te lo explicaremos para que lo entiendas bien. La comunicación con los padres es fundamental: sois nuestros aliados para que el pequeño paciente colabore y para continuar los cuidados en casa.

Consejos prácticos para cuidar la salud dental de tus hijos en casa

La clínica dental es solo una parte del cuidado bucodental; el día a día en casa es incluso más importante. Aquí te dejo algunos consejos como madre/odontopediatra para mantener esos dientecitos sanos y fuertes:

  • Limpieza desde bebés: Aunque tu bebé no tenga dientes al nacer, limpia sus encías con una gasa húmeda después de las tomas, especialmente antes de dormir. Cuando asome su primer diente, comienza a cepillarlo suavemente con un cepillo infantil de cerdas suaves y una cantidad mínima de pasta dental con flúor (tamaño “grano de arroz” hasta los 3 años). A partir de los 3 años ya puede usar una cantidad similar a un guisante de pasta fluorada (1000-1450 ppm de flúor, revisa la etiqueta). No enjuagar con agua después del cepillado, solo escupir el exceso de pasta, para que el flúor actúe más tiempo.
  • Cepillado supervisado y técnica divertida: Los niños necesitan ayuda para cepillarse correctamente hasta alrededor de los 7-8 años (cuando ya tienen la destreza manual suficiente). Así que, aunque tu peque quiera hacerlo solo, déjale que practique pero repasa tú sus dientes luego para asegurarte de que queden limpios. Haced del cepillado un momento divertido: canta una canción de 2 minutos mientras cepilláis, o utiliza un reloj de arena/temporizador. Existen aplicaciones y vídeos musicales que motivan a los peques a cepillarse el tiempo necesario. ¡Y cepilla también tus dientes con ellos, dando el ejemplo!
  • Hilo dental y enjuague: En cuanto dos dientes de tu hijo estén en contacto (sin espacio entre ellos), es momento de introducir el hilo dental una vez al día, de preferencia por la noche. Puede parecer complicado, pero hay arcos infantiles (flossers) que lo hacen más fácil. Tú lo harás al principio hasta que él aprenda. En niños más mayorcitos (6-7 años) con riesgo de caries, el odontopediatra podría recomendar un enjuague con flúor infantil nocturno. Siempre sigue las indicaciones profesionales y usa productos adecuados a su edad.
  • Dieta y hábitos saludables: La alimentación influye muchísimo en la salud dental. Reduce el consumo de azúcares refinados y golosinas pegajosas. Si van a comer algo dulce, mejor que lo hagan de postre junto con la comida principal en lugar de picar dulces a todas horas (así hay menos picos de ácido atacando sus dientes). Evita los zumos industriales y refrescos; ofrece agua para hidratar. Como snacks, prefiere fruta fresca, quesitos, frutos secos (si ya los mastica bien, cuidado con atragantamientos en menores de 4 años) en vez de chucherías. Nunca mojes el chupete en azúcar o miel (es una causa clásica de caries rampante en bebés). Y al acabar el biberón o lactancia de la noche, limpia sus dientes/encías aunque esté medio dormido, para que no queden restos de leche fermentando en la boca.
  • Chupete y succión digital: Como mencioné antes, intenta retirar el chupete alrededor de los 18-24 meses de edad. Igualmente, desalienta el hábito de chuparse el dedo pulgar en cuanto lo veas (muchos bebés lo dejan solos al crecer, pero si persiste más allá de los 3-4 años, consúltanos para ayudaros a quitar ese hábito). Estos hábitos prolongados pueden deformar el paladar y provocar mordida abierta. Mejor prevenir que luego llevar aparato.
  • Protección en deportes: Si tu hijo practica algún deporte de riesgo para sus dientes (patinaje, bici, fútbol, baloncesto, artes marciales, etc.), considera mandarle hacer un protector bucal a medida con el dentista. Son como férulas de goma hechas a la forma de sus dientes, muy cómodas, que evitarán más de un diente roto en caídas o choques.
  • Atención a señales de alerta: Revisa de vez en cuando la boca de tu hijo en casa bajo buena luz. Cosas a vigilar: manchitas blancas o marrones en los dientes (posible inicio de caries), encías rojas o sangrantes (gingivitis, suele indicar que hay que mejorar la limpieza), llagas que no curan en 2 semanas, mal aliento persistente, o si notas que los dientes no encajan bien al morder. Ante cualquier duda, pide cita con el odontopediatra para que lo valore. Más vale una consulta de más por precaución que dejar pasar algo importante.
  • Predica con el ejemplo: Los niños imitan lo que ven. Si te ven cuidar tu higiene bucal a diario y acudir al dentista regularmente sin miedo, ellos lo normalizarán. Haz del cuidado dental un asunto familiar: cepilla tus dientes junto a ellos, cuéntales experiencias positivas tuyas con el dentista (“¡a mamá también le ponen fluor en sus dientes, sabe a fresita!”). La actitud de los padres influye muchísimo. Si tú estás tranquilo y positivo respecto al dentista, ellos lo sentirán igual.

Cómo logramos que los niños pierdan el miedo al dentista

Quiero detenerme un momento en este punto, porque sé que muchos papás temen la reacción de sus hijos en la consulta dental. Quizá tú mismo/a le tienes algo de aprensión al dentista y te preocupa transmitirle ese miedo. Déjame darte tranquilidad: la odontopediatría moderna está pensada para que los niños no tengan miedo, sino todo lo contrario.

En mi consulta, por ejemplo, tenemos un ambiente amable y divertido: la sala de espera tiene juguetes y cuentos sobre el Ratoncito Pérez, los gabinetes están decorados con dibujos animados, y usamos un tono cariñoso siempre. Al iniciar, le explico al niño quién soy (“la doctora de los dientes”) y qué voy a hacer, usando palabras que entienda y sin mencionar cosas que le asusten. Por ejemplo, no hablamos de “inyección” o “aguja”, en lugar de eso decimos “vamos a dormir el dientecito con una medicina mágica”. Tampoco decimos “no te va a doler” (porque entonces piensan “¡¿y por qué habría de doler?!”). En vez de eso, usamos refuerzo positivo: “qué valiente eres”, “mira qué bien abre la boquita este campeón”, y así.

Técnicas de manejo de conducta: Los odontopediatras estamos entrenados en varias técnicas, como decir-mostrar-hacer (explicamos brevemente, mostramos el instrumento en su dedito para que sienta cosquillas, y luego lo usamos en su boca, sin sorpresas) o la distracción: contamos un cuento, ponemos su canción favorita o les pedimos que sostengan un peluche mientras trabajamos. Muchas clínicas dan un pequeño premio o diploma al final de la visita, para que se vayan contentos y orgullosos. Créeme, he tenido pacientes que no querían bajarse del sillón dental porque ¡les estaba gustando la experiencia!

Tu papel como padre/madre: es crucial. Algunos consejos para ayudarte a que tu hijo esté tranquilo en el dentista:

  • Habla del tema de manera positiva en casa. Evita frases como “no te preocupes, no te van a pinchar” o “no tengas miedo” (eso ya mete ideas negativas). Mejor dile: “iremos al dentista que es un doctor amigo que te va a revisar tus dientes y te los va a dejar brillantes. Es muy divertido, ¡hasta hay regalitos si lo haces genial!”.
  • Puedes jugar a “el dentista” en casa: que tu hijo haga de dentista y revise tus dientes con un espejito de juguete, y luego tú a él. También leer cuentos o ver dibujos donde salen dentistas buenos (hay episodios de Peppa Pig, Dora la Exploradora, etc. sobre la visita al dentista).
  • El día de la cita, llévalo descansado (una buena hora es a media mañana, después de desayunar, cuando no esté con sueño ni hambriento). Si es muy pequeño, trae su peluche o mantita favorita para que se sienta seguro.
  • Durante la consulta, algunos niños prefieren que estés presente y les des la mano, otros se comportan mejor si los papás esperan fuera un ratito. Sigue las indicaciones del odontopediatra; a veces la presencia de muchos adultos alrededor los pone nerviosos, y en otras ocasiones necesitan sentirte cerca. Cada peque es un mundo.

Lo más importante: nunca utilices al dentista como amenaza o castigo (“si no te lavas los dientes, te van a poner una inyección en el dentista”). Esto genera temor. En su lugar, refuerza lo positivo (“vamos a lavarnos para que el dentista te felicite con sus pegatinas de SuperDienteman”). Recuerda que queremos que el niño vea al dentista como un aliado, no como algo malo.

Con paciencia, cariño y estas estrategias, la gran mayoría de los niños coopera de maravilla en el dentista. Y si algún día tu hijo llora o se asusta, no te angusties ni te enfades con él: estamos acostumbrados y sabremos cómo manejarlo poco a poco, quizá necesitemos más de una cita de adaptación pero lo lograremos juntos.

Conclusión

Como ves, la odontopediatría juega un papel fundamental en la salud de nuestros hijos. No se trata solo de “arreglar dientes de leche porque total luego se caen”, sino de asegurar que esos primeros dientes cumplan su función (permitir comer, hablar bien, guardar el espacio a los permanentes) y de formar niños con buenos hábitos y sin miedo al cuidado dental. Invertir en la salud bucal infantil es invertir en la salud futura de tu hijo.

Te animo, como odontopediatra y como mamá, a que hagas equipo con nosotros: lleva a tu peque a sus revisiones, pregunta todas tus dudas (¡ninguna es tonta, nos encanta orientar a los padres!), y sigue en casa los consejos de higiene y prevención. La recompensa será ver a tu hijo sonreír sin molestias, con dientes sanos y fuertes que le durarán toda la vida.

¿Tienes más preguntas sobre odontopediatría? A continuación, te dejo una sección de Preguntas Frecuentes donde respondo las dudas más habituales de los padres. ¡Espero que te resulte útil!

Preguntas frecuentes sobre Odontopediatría

¿Qué es la odontopediatría y por qué es importante?

La odontopediatría es la especialidad de la odontología enfocada en la salud dental de los niños, desde bebés hasta adolescentes. Su importancia radica en que aborda el cuidado bucal en las etapas clave del crecimiento, previniendo y tratando problemas dentales tempranamente. Esto asegura que los dientes de los niños se desarrollen adecuadamente y ayuda a inculcar hábitos saludables desde pequeñitos. En definitiva, empezar con buen pie en la salud oral infantil evita enfermedades como caries o maloclusiones en la niñez y en la vida adulta, formando niños sin miedo al dentista y con sonrisas sanas.

¿A qué edad debo llevar a mi hijo por primera vez al odontopediatra?

Lo recomendado es realizar la primera visita al dentista infantil cuando salga el primer diente, o antes del primer cumpleaños del bebé. Es decir, aproximadamente entre los 6 y 12 meses de edad. A más tardar, se aconseja que no pase de los 2 años sin haber ido al dentista. Esta visita temprana sirve para comprobar que todo marcha bien en la boca del bebé, prevenir problemas (como caries del biberón o malformaciones) y para acostumbrar al niño al ambiente de la clínica dental de forma positiva.

¿Qué tratamientos ofrece un odontopediatra?

Un odontopediatra realiza todas las atenciones dentales que un niño pueda necesitar, adaptadas a su edad. Esto incluye: revisiones regulares y limpiezas dentales, aplicación de flúor y selladores para prevenir caries, empastes y tratamientos de caries (pulpotomías) en dientes de leche, colocación de mantenedores de espacio si se pierde un diente prematuramente, tratamiento de traumatismos dentales (por caídas y golpes), ortopedia u ortodoncia interceptiva para corregir hábitos y maloclusiones a tiempo, y atención especializada para niños con condiciones médicas especiales. En resumen, todo lo necesario para cuidar la salud bucal infantil de forma integral.

¿Cómo logran los odontopediatras que los niños se sientan cómodos durante las visitas?

Los odontopediatras estamos entrenados para trabajar con niños utilizando técnicas y enfoques amigables que reducen la ansiedad. Por ejemplo, explicamos cada procedimiento en un lenguaje sencillo que el niño pueda entender (hacemos del torno “un cepillito eléctrico que hace cosquillas”, etc.), usamos la técnica de decir-mostrar-hacer para que no haya sorpresas, distraemos al pequeño con juegos o conversación sobre sus dibujos animados favoritos, ofrecemos refuerzos positivos constantes (“¡lo estás haciendo genial!”) e incluso pequeñas recompensas al final (un juguetito, un diploma de “Paciente valiente”, etc.). También trabajamos junto con los padres para preparar al niño: damos consejos de cómo hablarle del dentista en casa y, si el pequeño lo prefiere, permitimos que esté sentado en el regazo de mamá o papá durante la revisión. Todo esto crea un ambiente de confianza donde el niño se siente seguro.

¿Qué puedo hacer como padre para cuidar y mejorar la salud dental de mi hijo?

¡Muchísimo! Los padres sois los mayores aliados para una buena salud bucal infantil. Algunas cosas importantes que puedes hacer:

  • Establecer hábitos de higiene oral desde temprano: Limpia las encías de tu bebé, cepilla sus dientes dos veces al día con pasta fluorada adecuada a su edad, y supervisa el cepillado hasta que tenga la destreza para hacerlo solo (alrededor de los 7-8 años). No olvides usar hilo dental diariamente una vez que tenga dientes juntos.
  • Cuidar la alimentación: Ofrece una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, lácteos, y limita los azúcares y dulces pegajosos. Evita el picoteo constante de chuches; mejor reservar los postres dulces para momentos concretos y luego cepillar dientes. Y nada de biberón con líquidos azucarados al dormir.
  • Visitas regulares al odontopediatra: Lleva a tu hijo a controles periódicos (cada 6 o 12 meses según indique su dentista). Esto garantiza que cualquier problema incipiente se detecte y solucione rápido, además de reforzar las medidas preventivas como fluoraciones o selladores si hacen falta.
  • Dar buen ejemplo y apoyo: Cepilla tus dientes junto con los de tu hijo para motivarlo, habla positivamente del dentista (nunca como amenaza) y sigue las recomendaciones que te dé su odontopediatra en casa. Si tu hijo nota que tú valoras la salud dental, él también lo hará.
    En resumen, colaborando estrechamente con el odontopediatra y manteniendo buenos hábitos diarios en casa, podrás asegurar la óptima salud dental de tu pequeño. ¡Equipo odontopediatra + familia, éxito seguro!
cta clearden 2025

dra lucía tejada cleardent
Odontóloga
La Dra. Lucía Tejada Martín combina su experiencia en odontología integral con un enfoque cariñoso y atento, creando un ambiente de confianza para pacientes de todas las edades. Con especialización en odontología mínimamente invasiva, su prioridad es ofrecer tratamientos que aseguren comodidad y resultados duraderos. Desde 2014, su dedicación a la odontopediatría y a la atención estética y restauradora en adultos la ha convertido en una profesional valorada, reconocida por su cercanía y precisión en cada consulta.

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