El dolor orofacial comprende cualquier dolor localizado en la región por encima del cuello, anterior a las orejas y por debajo de la línea orbitomeatal, incluyendo cavidad oral, región maxilofacial y estructuras anatómicas relacionadas.

Clasificación clínica del dolor orofacial

El dolor orofacial constituye un conjunto heterogéneo de condiciones dolorosas que afectan a diversas estructuras de la cabeza y el cuello. Su clasificación es fundamental para establecer un diagnóstico diferencial preciso y un abordaje terapéutico adecuado. Podemos categorizarlo según su origen en:

Dolor orofacial de origen odontogénico: Derivado directamente de patologías dentales como caries profundas, pulpitis, abscesos periapicales o periodontitis. Este tipo de dolor suele ser localizado y responde favorablemente al tratamiento de la causa dental subyacente.

Dolor orofacial musculoesquelético: Relacionado con disfunciones de la musculatura masticatoria y las articulaciones temporomandibulares. Los trastornos temporomandibulares representan el subgrupo más frecuente dentro de esta categoría, caracterizándose por dolor miofascial, limitación en la apertura bucal y ruidos articulares.

Dolor orofacial neuropático: Originado por lesiones o alteraciones funcionales del sistema nervioso. En este grupo se incluyen condiciones como la neuralgia del trigémino, neuralgia del glosofaríngeo, neuralgia postherpética y neuropatías asociadas a tratamientos dentales.

Dolor orofacial vascular: Relacionado con alteraciones vasculares como las cefaleas en racimo, migrañas con manifestación facial, o arteritis temporales que pueden manifestarse con componentes de dolor referido en la región orofacial.

Dolor orofacial psicógeno: Manifestación dolorosa sin alteración orgánica identificable, frecuentemente asociada a trastornos de somatización, depresión o ansiedad. El dolor facial atípico es un ejemplo representativo de esta categoría.

Mecanismos fisiopatológicos

La comprensión de los mecanismos subyacentes al dolor orofacial es esencial para su manejo clínico. La sensibilidad dolorosa en la región orofacial está mediada principalmente por el nervio trigémino (V par craneal), que proporciona inervación sensorial a la mayoría de las estructuras faciales.

El dolor puede originarse por estimulación de nociceptores (receptores de dolor) ante estímulos mecánicos, térmicos o químicos, como ocurre en procesos inflamatorios dentales. También puede surgir por mecanismos de sensibilización periférica y central, donde las vías de transmisión del dolor se vuelven hiperexcitables tras estimulación prolongada.

En el caso del dolor neuropático, la lesión de fibras nerviosas conduce a alteraciones en la excitabilidad neuronal y cambios en la expresión de canales iónicos, neurotransmisores y receptores. Estos cambios generan descargas ectópicas, reducción de la inhibición central y fenómenos de sumación temporal que amplifican la percepción dolorosa.

Los factores psicológicos juegan un papel modulador crucial, pudiendo amplificar o atenuar la experiencia dolorosa mediante vías descendentes que modifican la transmisión nociceptiva a nivel de la médula espinal y núcleos trigeminales.

Abordaje diagnóstico

El diagnóstico del dolor orofacial constituye un reto clínico que requiere un enfoque sistemático y multidisciplinar:

Historia clínica detallada: Debe incluir características del dolor (localización, intensidad, duración, factores desencadenantes y atenuantes), antecedentes médicos y odontológicos, historial de traumatismos y tratamientos previos.

Exploración física completa: Evaluación de estructuras orales, musculatura masticatoria, articulación temporomandibular, palpación de territorios nerviosos y exploración neurológica básica.

Pruebas complementarias: Según la sospecha diagnóstica pueden incluir estudios radiológicos convencionales, tomografía computarizada, resonancia magnética, electromiografía o pruebas de laboratorio.

Bloqueos anestésicos diagnósticos: Útiles para delimitar el origen del dolor y diferenciar entre causas locales y referidas.

La complejidad del diagnóstico radica en la frecuente superposición de síntomas entre diferentes entidades y en la existencia de dolor referido, donde la percepción dolorosa se manifiesta en una localización distante de su origen.

Estrategias terapéuticas

El tratamiento del dolor orofacial debe ser individualizado según la etiología identificada, siguiendo un enfoque escalonado y multidisciplinar:

Tratamiento farmacológico: Incluye analgésicos, antiinflamatorios no esteroideos, relajantes musculares, antidepresivos (especialmente tricíclicos y duales), anticonvulsivantes, anestésicos locales y, en casos seleccionados, opioides.

Terapia física: Abarca técnicas de fisioterapia, ejercicios de estiramiento y fortalecimiento muscular, termoterapia, ultrasonidos y estimulación eléctrica transcutánea (TENS).

Férulas oclusales: Dispositivos intraorales que modifican la posición mandibular y reducen la hiperactividad muscular, especialmente útiles en trastornos temporomandibulares.

Infiltraciones: Administración local de anestésicos, corticoesteroides o toxina botulínica en puntos gatillo musculares o territorios nerviosos específicos.

Técnicas neuroquirúrgicas: Reservadas para casos refractarios de neuralgias, incluyen procedimientos como la descompresión microvascular, termocoagulación o radiocirugía estereotáxica.

Abordaje psicológico: Técnicas de terapia cognitivo-conductual, biofeedback, manejo del estrés y educación del paciente para el automanejo.

La elección del tratamiento debe basarse en la evidencia científica disponible, considerando el balance entre eficacia y efectos adversos, así como las preferencias y características individuales del paciente.

Impacto en la calidad de vida

El dolor orofacial crónico tiene profundas implicaciones biopsicosociales, afectando significativamente la calidad de vida de quienes lo padecen. La interferencia con funciones básicas como hablar, masticar o deglutir puede conducir a malnutrición, aislamiento social y deterioro de la salud general.

La cronificación del dolor puede generar un ciclo de retroalimentación negativa donde se desarrollan comportamientos de evitación, catastrofización, trastornos del sueño y alteraciones del estado de ánimo que, a su vez, amplifican la percepción dolorosa.

El abordaje integral debe contemplar no solo el alivio sintomático sino también la recuperación funcional y la rehabilitación psicosocial, con estrategias dirigidas a romper el ciclo del dolor crónico y restaurar la funcionalidad en todos los ámbitos de la vida del paciente.

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Dr Ismael Cerezo Director Médico Grupo Cleardent
Director Médico
El Dr. Cerezo, director médico de Clínicas Cleardent, es reconocido por su compromiso con la excelencia en implantología y cirugía oral. Con una destacada experiencia internacional en técnicas avanzadas, lidera un equipo que ofrece tratamientos de vanguardia, priorizando la salud y satisfacción del paciente. Su formación en cirugía guiada, carga inmediata y regeneración ósea le permite ofrecer soluciones integrales y de alta calidad, posicionando a Cleardent como referente en el sector odontológico.

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